Decir primero que la creciente globalización de las empresas y la eclosión del ecommerce son factores clave en el crecimiento que desde hace años viene experimentando el sector de las traducciones. Carmelo Gayubo, CEO de Blarlo, estima un crecimiento continuado de entre un 5 y un 10% al año en la última década.
Pero al aumento de la demanda se suma otro factor nuevo que es la diversificación de los contenidos. Ya no se trata solo de traducir contratos o memorias de empresa, sino también de traducir los mensajes que se emiten en blogs o redes sociales. Tampoco es suficiente la traducción literal. Ahora lo que se persigue es la localización adaptando esos contenidos a la cultura del mercado de destino. Antes, con traducir todo al inglés o al español, como lenguas mayoritarias, bastaba. Ahora hay que dirigirse a un australiano en australiano, no en inglés convencional, y a un mexicano en mexicano, no en español tradicional. Y eso sin hablar de países como el nuestro donde conviven varias lenguas oficiales. El reto, para las marcas y las empresas, es mantener el mismo estilo comunicacional en todas sus traducciones. “Hay estudios que apuntan que la mayoría de los consumidores son más proclives a comprar si reciben la información en su idioma y una buena traducción puede marcar la diferencia entre vender y no”, sostiene Lourdes Yagüe, fundadora de Hello Translator .
“El mundo de la traducción ha cambiado mucho debido tanto a la tecnología como a las nuevas necesidades de las empresas y la internacionalización. No me refiero solo a los ecommerce interesados en localizar sus textos para mejorar el posicionamiento en los buscadores de los distintos mercados, sino también a empresas más tradicionales, como pueden ser las de construcción, que quieren concurrir a concursos internacionales”, explica Gayubo. Lourdes Rivas, CEO de Gear Translations corrobora esta opinión. “Fuera de finanzas y legales, las áreas técnicas más complejas como medicina, construcción, maquinaria, seguridad, cosmética, farmacia y parafarmacia, siguen siendo un desafío y crecen cada vez más en internacionalización debido al aumento del comercio global”, afirma.
Para dar servicio a clientes tan diversos, puede recurrirse directamente a cualquier profesional de la traducción que trabaje por cuenta propia, pero también existen cada vez más plataformas digitales que ejercen de mediadoras. En el caso de Blarlo se trata de una plataforma que aglutina a más de 2.000 traductores profesionales de 83 nacionalidades diferentes. Todos ellos están certificados y catalogados según categorías en la plataforma que, en última instancia, es la que se encarga de gestionar los proyectos. Los traductores son nativos y, aunque puedan traducir de otros idiomas distintos al materno, solo pueden hacerlo al propio al objeto de garantizar la localización que se persigue.
¿Cómo calcular el coste?
En cuanto a las variables que se tienen en cuenta a la hora de determinar el presupuesto de un encargo destacan:
-El número de palabras a traducir. Esta ha sido la forma tradicional de evaluar un trabajo de este tipo. Sin embargo, según cuenta Gayubo, la tecnología que actualmente se utiliza permite la optimización del proceso evitando duplicidades de textos transcritos y abaratando el coste de manera notable. Para poner un ejemplo, invita a imaginarnos un ecommerce que vende televisores. La ficha de cada producto variará en la parte técnica o en las prestaciones, pero gran parte del texto se repetirá en cada ficha por lo que no hará falta repetir y cobrar por un mismo trabajo.
-El idioma. Dice el CEO de Blarlo que los encargos más frecuentes corresponden a los idiomas europeos dado que son estos mercados de proximidad por los que suelen empezar la internacionalización muchas startups y empresas españolas. Así que, además del inglés y el español, trabajan mucho con el francés, alemán o portugués. Le siguen después las lenguas asiáticas, especialmente el chino y el japonés. En cuanto a los idiomas que resultan más caros de traducir por ser minoritarios pero, sobre todo, por la escasez de profesionales, corresponden al norte de Europa como son el finés, el sueco o el noruego. Hace unos años, sin embargo, los idiomas más caros de traducir eran el chino y el árabe.
-Especialización: Obviamente, la dificultad de traducir un texto de uso general no es la misma que cuando se acomete uno especializado. En este último apartado pueden incluirse textos correspondientes al ámbito de la ingeniería, la medicina o el jurídico cuyo trabajo lleva un sobrecoste.
-La urgencia: Es otro de los factores que pueden encarecer el servicio, sobre todo cuanto requieren la intervención simultánea de varios traductores. En este sentido, recuerda Carmelo Gayubo haber recibido un encargo de una empresa italiana 24 horas antes de presentarse a un concurso de energía. El reto fue traducir 140.000 palabras, más o menos el equivalente a 700 folios, en 24 horas. En el caso de Gear Translations , otra empresa especializada en traducción, juegan con el tiempo de entrega de un trabajo como valor añadido anunciando plazos de 5hs, 24hs, 48hs, “o en el tiempo que requiera su negocio”.
-Si es un profesional autónomo. En este sentido, recuerdan en el blog de Hello Translator que “es una profesión que no está regularizada. Por lo tanto, cada profesional es libre de poner sus precios”, aunque la mayoría se acogen a los estándares del mercado.
-Otros servicios: La misma empresa señala que, aunque el volumen de palabras “es una métrica común” para calcular el coste de un trabajo, no es este el único factor. A la mera traducción pueden sumarse servicios adicionales como un control de calidad, maquetación o un servicio postventa que suelen elevar la factura. “Si trabajas con una agencia en lugar de contratar directamente a un traductor ten en cuenta que tienen que cobrar su comisión por todas las gestiones”, advierten en Hello Translator.
-El tiempo: El tiempo dedicado a un trabajo de traducción no sólo viene condicionado por la longitud, la dificultad del texto o el uso de la tecnología. Existen otras circunstancias que pueden ralentizar el trabajo como puede ser la recepción de “un texto original deficiente, complicaciones de formato… que pueden conllevar recargos”.
-Forma de pago: en cuanto a la forma de pago habitual suele realizarse en el momento de entrega del trabajo, generalmente a través de una pasarela de pago o con tarjeta, en el caso de las plataformas online. Recuerda también que, aunque la mayoría de las empresas suelen dejar claro el precio por palabra, conviene asegurarse si incluye o no el IVA. En este sentido, existen algunos textos exentos de IVA como son la traducción de obras literarias, científicas o artísticas sujetas a derechos de autor. La legislación entiende que existe una aportación personal y original del traductor a la obra preexistente.
Optimización de los procesos
Igual hace unos años, cumplir con el encargo de la empresa italiana que antes se refería hubiera sido imposible. Hoy, sin embargo, la tecnología facilita la ejecución de estos encargos. “Cuando más sistematizado esté el proceso, mejores serán los resultados y los precios”, afirma Gayubo. Ellos dicen servirse de herramientas a varios niveles. En uno primero se valen de aquellas que dan soporte al proceso de traducción para manejar memorias y glosarios. Se conocen como herramientas CAT (Computer Assisted Translation) o traducciones asistidas por ordenador. Una vez realizado estos trabajos, los resultados se almacenan de manera que, en un siguiente encargo, son capaces de detectar aquello que se repite de los trabajos originales. “Cuanto más trabajamos con el mismo cliente, más se optimiza el proceso”, dicen. Y es que, dependiendo del tipo de texto, la media de repetición de párrafos puede ser muy alta. Al ejemplo del ecommerce citado antes, podría añadirse el de un contrato que recoge muchas cláusulas tipo. Utilizando estas técnicas podría también anticiparte aquello que se va a repetir antes incluso de iniciar la traducción.
Ya en un segundo nivel más tecnológico y para clientes con mucho volumen de contenido se apoyan en la Traducción Automática Neuronal (NMT). Haciendo uso de la Inteligencia Artificial y las redes neuronales de traducción automática se produce un salto cualitativo dado que permite traducir estructuras de forma inteligente, más allá de un grupo de palabras, imitando las estructuras sintácticas y gramaticales entre idiomas no relacionados entre sí.Aún así, en el caso de Blarlo, las traducciones obtenidas por este método son posteriormente sometidas a la revisión y postedición convencional de un profesional.
Un tercer nivel, al que en esta empresa ya no llegan, delega todo el proceso en la tecnología y las máquinas, sin intervención humana alguna.
Cómo elegir
Y si la tecnología que usan actualmente la mayoría de los traductores es la misma ¿cómo elegir entre una oferta u otra? La incognita que podría surgir en cualquier cliente la resuelve Lourdes Rivas de la siguiente manera: “Las áreas de especialidad siguen siendo el mayor diferencial entre agencias. Enfocarse en clientes dentro de una vertical específica ofrece la posibilidad de ser más eficientes y ofrecer mejores precios y conocimiento a clientes con necesidades particulares. Los formatos de los documentos y la gestión y almacenamiento de versiones de los documentos traducidos son también una variable importante. Ofrecer plataformas que permitan no solo el contacto con traductores y generar ordenes de compra, sino que la empresa pueda utilizar para gestionar y capitalizar su contenido y versiones multilingües es el diferencial más valorado y menos disponible”.
Estas serían, pues, las claves que mantendrían activado a un profesional dentro del sector. “Su adaptación a trabajar conjuntamente con sistemas de aprendizaje automatizado y curar contenido, además de dedicarse a áreas de especialidad, es la clave para continuar vigente”.
No obstante, y aunque la tecnología haya facilitado el trabajo de los traductores y abaratado los costes generales del servicio, sostiene Rivas que el factor humano para distintas tareas lingüísticas sigue siendo fundamental.
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