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02 Jun, 2023

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Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Por segundo año, Emprendedores celebró junto a Clínicas W el evento Slow & Grow en el que contó con el testimonio de cuatro de los emprendedores más relevantes de nuestro país para hablar sobre cómo crecer a otro ritmo.

Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Desde Emprendedores cada vez estamos más convencidos de que se puede emprender y crecer a otro ritmo. Que no es necesario vivir en la aceleración continua para desarrollar proyectos sólidos. Por eso, cada vez apostamos más por apoyar movimientos como el emprendimiento slow. Y si alguien sabe de emprender slow en un sector tan aparentemente alejado del sosiego como el odontológico es el equipo de Clínicas W. No en vano su fundador, Primitivo Roig, protagoniza las conversaciones de EmprenderSlow, una nueva sección en la web de Emprendedores realizada precisamente en colaboración con Clínicas W. Y fruto también de esta cooperación son los encuentros Slow & Grow que arrancaron en el año 2019, con un acto que contó con la presencia de Clemente Cebrián, CEO de El Ganso; Alejandro Fernández Luengo, presidente de Alma Corporation; Carlota Mateos, CEO de Rusticae, y Marcos Martín, CEO de Decelera. Tras el parón de la pandemia, el pasado 26 de noviembre celebramos el segundo encuentro que en esta ocasión contó con Jesús María Ruiz de Arriaga, fundador y CEO de Arriaga Asociados; Izanami Martínez, emprendedora en serie y CEO de Soulgate Media; Gala Freixa, cofundadora de Sheedo, y Gabriela Ortiz, fundadora de Bo Star Swimwear.

En esta ocasión el acto arrancó con cuatro pequeñas intervenciones de los emprendedores invitados y concluyó con una mesa redonda moderada por Alejandro Vesga que permitió la participación del público.

Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Priorizarse a uno mismo

Fundadora de Nonabox, Doctor 24, Notox Institute, Exedra y ahora SoulGate Media, Izanami lleva 20 años emprendiendo, diez de ellos en el mundo digital. Fue también cofundadora y presidenta de la Asociación Española de Startups y es autora del libro “Vivir Notox. El método para resetear tu vida”. Fue ella la encargada de romper el hielo. “Hace unos años yo era de las que contaba orgullosa que trabajaba todos los días de la semana y que dos veces a la semana por lo menos soñaba con el proyecto. Y lo hacía convencida de que eso era lo mejor para la empresa y para los intereses de los inversores que habían creído en mí. Tenía la creencia errónea de que para ser profesional, admirable y merecedora de éxito no podía tener vida personal y eso incluía parir, estar enferma o cualquier otro problema que no fuese de índole estrictamente profesional. De hecho, durante el parto de mi primer hijo estuve hablando con un inversor hasta el último minuto. Durante sus tres primeros meses de vida, mi hijo se lo pasó en el coche de mi madre que lo llevaba de casa a la oficina cada vez que quería mamar. A los cuatro meses acabé en la camilla de un hospital con un ataque de ansiedad. Y mientras estaba tumbada en la camilla enganchada por una vía a un tubo de ansiolíticos, descubrí que mi cuerpo había perdido la capacidad de ser feliz y a partir de ahí lo dejé todo. Me obsesioné con la idea de intentar entender por qué si yo había conseguido tener una vida perfecta, un marido perfecto, una empresa perfecta, no era feliz. Y la conclusión fue la que felicidad es un derecho interno al que accedemos cuando nos permitimos ser. Me había pasado la vida tratando de cumplir las expectativas de los demás, así que inicié el camino inverso y empecé a ponerme a mí en el centro. Priorizarte a ti misma es muy difícil porque las creencias culturales te empujan a hacer cosas que no te apetecen. Una de las más erróneas de hecho es asociar el merecer ser feliz sólo si te has esforzado realmente mucho. MI principal regla, ahora, es eliminar la culpabilidad.

Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Tecnología al servicio del ser humano

A priori cabría pensar que una empresa del tamaño de Arriaga Asociados, con más de 270.000 clientes, más de 500 abogados y más de167.000 sentencias ganadas, es poco compatible con el movimiento slow. Pero el propio Jesús María Ruiz de Arriaga explicó los puntos en común con esta forma de entender el emprendimiento. “Para empezar, en Arriaga tenemos un propósito claro: El primer objetivo es que el cliente gane siempre. Cuando pensamos en nuestros clientes tanto internos como externos tenemos que ser muy empáticos para asegurarte de que los estás empoderando. Si lo haces así, el cliente volverá y el talento volverá. Y para garantizar por la calidad en el trato al cliente interno y externo hemos apostado por la digitalización de la compañía porque 270.000 clientes significan millones de documentos y todo debe estar digitalizado. Nadie trabaja el conocimiento como nosotros. Utilizamos la inteligencia artificial para digitalizar toda la información, pero esta digitalización tiene un claro objetivo humanista: liberar al equipo para que pueda dedicarse a otra cosa. Es decir, desarrollamos software para que mañana puedan trabajar mejor. Para que las personas puedan dedicarse a gestionar y a atender a otras personas en lugar de destinar todo su tiempo a picar o a atender a las máquinas. La tecnología debe estar al servicio del ser humano.. La clave es trabajar ahora mucho para trabajar luego menos. Al final, todo el mundo tiene que ganar con tu actividad: nosotros, los clientes y la sociedad. Ahora, por ejemplo, los bancos ya desarrollan productos a prueba de Arriaga lo que demuestra que hemos aportado un granito de arena a la actividad bancaria.

Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Emprender con propósito

Con apenas 19 años, Gala Freixa cofundó, junto a Gonzalo Mestre, Sheedo Studio, un proyecto decidido a revolucionar el merchandising ecológico a través de un producto realmente revolucionario: el papel plantable. A partir de ahí han desarrollado nuevos productos como lápices o bombones plantables. “Mi empresa nació con el concepto emprender slow. Tanto Gonzalo como yo habíamos viajado a San Francisco y allí vimos que las empresas nacían con la vista puesta en alcanzar un crecimiento muy rápido y luego vender. Querían generar un cambio, sí, pero carecían de propósito. A la vuelta decidimos crear una empresa de verdad, que generase empleos y que realmente cambiase el mundo. Entendimos que emprender slow es emprender con propósito y ese propósito debe estar presente siempre. Nosotros emprendimos porque nos preocupaba mucho la generación de residuos y decidimos cambiar el concepto de usar y tirar por el de usar y plantar. Creamos el producto mínimo viable y fuimos a ver a los clientes y poco a poco fueron entrando clientes cada vez más importantes, como Coca Cola, Deloitte o Inditex. El 70% de nuestros productos son artesanos, están fabricados uno a uno y el reto ahora es adaptar este modelo artesano a una metodología que nos permita adaptarnos a la demanda actual y extrapolar el negocio a otros países. Y todo ello sin dejarnos arrastrar por los miles de momentos que a lo largo del día te empujan a ir rápido. Es clave no olvidar el propósito inicial y recordar al cliente lo importante que es hacer las cosas con calma”.

Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Una cadena de producción ética

Y es que efectivamente, la evangelización del cliente es clave para fortalecer el emprendimiento slow. Conceptos tan en boga hoy en día como la instantaneidad, el consumo rápido o la entrega inmediata, por poner tres ejemplos, son totalmente contrarios a una forma de hacer empresa sostenible. Precisamente eso, luchar contra el consumo rápido, fue lo que empujó a Gabriela Ortiz a crear su marca de ropa de baño Bo Star Swimwear. “Antes de emprender, yo me dedicaba al mundo de la publicidad, me iba muy bien, trabajaba muchísimo y me había convertido en la mujer más insoportable del mundo. Hasta mi familia me tenía miedo. Y comprendí que también era la mujer más infeliz del mundo: ganaba mucho dinero, consumía de manera impulsiva y había perdido los valores. Y decidí parar y buscar algo que realmente me hiciese feliz. A pesar de tener formación química, decidí apostar por la moda, pero no quería nada que tuviese que ver con lo fast o lo superficial. Tras un año dándole vueltas, me decidí por la ropa de baño, pero apostando por la calidad, por la venta tradicional y la venta con valores en la que ofrezcas prendas que se pueda poner una mujer real hoy, mañana y dentro de cinco años. El emprendimiento slow me ha enseñado que puedes trabajar mucho hoy para trabajar poco mañana y que se puede ganar dinero. A día de hoy soy la mujer más feliz del mundo: me preocupo de mí, de mi familia, de mis amigos y tengo un trabajo que me hace inmensamente feliz. Apostamos por la calidad en el trato al cliente y por la calidad y la sostenibilidad en la producción. Cuando una prenda sale barata hay que pensar en todo lo que hay detrás: residuos tóxicos, ambiente laboral precario… Para crear una empresa ética, toda la cadena de producción debes ser ética y nosotros apostamos por la calidad, la producción local y la empresa justa”

Slow & Grow: un poco de sosiego para un crecimiento más sólido

Esta necesidad de apostar por un consumo slow nos une, como recordaba Alejandro Vesga, “con la gente de Atapuerca, donde cazaban un jabalí y hasta que no lo terminaban no iban a por otro”. Así arrancó la mesa redonda posterior a las intervenciones de los ponentes, donde se puso de manifiesto que lo “slow” no es una moda pasajera. “Es un concepto que está ahí y ha venido para quedarse”, insistió Arriaga. Y Freixa lo corroboró: “Las nuevas generaciones buscan conciliar vida personal y profesional y eso marca inevitablemente el funcionamiento de las empresas”. No en vano, como recordó Ortiz, “lo más difícil de gestionar en un emprendimiento siempre son los recursos humanos”. Todo ello sin olvidar que tan peligroso es no crecer (“cuando eres una empresa pequeña eras más imprescindible. A medida que te vas haciendo más grande, te puedes dedicar más a la visión estratégica”, Arriaga), como crecer demasiado rápido (“porque por el camino puedes perder el propósito inicial”, Freixa). Al final se trata, como concluyó Alejandro Vesga, de “ir rápido pero sin perder el equilibrio personal necesario o, dicho en otras palabras, de crecer con sosiego”.