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02 Jun, 2023

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BQ. El rodillo vietnamita acaba con el orgullo tecnológico nacional

Durante muchos años, BQ ha representado el orgullo tecnológico de la marca España. En 2015, contaba con una plantilla de 1.200 personas y operaba en 50 países. De todo eso hoy no queda ni la página web.

Instalaciones de BQ

Cuando propusieron a Rodrigo del Prado, entonces director general adjunto de BQ, que prestara su imagen para participar en la campaña publicitaria de ClearChannel y ESIC de ‘Españoles. Hechos con talento’ , contaba que se lo pensó un poco. ¿Qué hacia un ingeniero de telecomunicaciones, todavía con cara de universitario, posando para un cartel publicitario? Al final le animó pensar en el mensaje implícito en la campaña con la que se quería transmitir que, más allá del fútbol y la cocina, hay otras cosas que en España también hacemos bien.

Hablamos del año 2015. Para entonces, BQ ya tenía acumulados méritos más que sobrados para enorgullecer al talento tecnológico nacional. En ese momento, BQ contaba con una plantilla de 1.200 personas, estaba presente en 50 mercados y, según algunas fuentes, cerraría el año con 244 millones de euros facturados, un 20% más que en 2014. BQ se había convertido en la empresa española y europea de referencia en el ámbito de la electrónica de consumo y el desarrollo de software. Operaba en el sector de los dispositivos multimedia, la impresión 3D y la robótica educativa.

Más tecnólogos que financieros

BQ llegó a disponer de 12 oficinas o delegaciones: 6 en Madrid y una en Navarra -donde montó su propia fábrica después de trasladar la de China- Ciudad Real, Canarias, París, Frankfurt y Asia. “Conocemos el sector tecnológico porque somos ingenieros, no financieros y entendemos hacia donde avanza y evoluciona el mercado”, decía entonces Rodrigo del Prado.

Juzgar a toro pasado es fácil, pero tal vez fuese ese concentrarse mucho en la tecnología y despistar algo más la parte financiera, lo que terminó, en noviembre de 2018, con la adquisición del 51% de las acciones de BQ por parte del grupo vietnamita Vingroup, una multinacional de la que se dijo que aspiraba a crear su particular Silicon Valley en Hanoi. Meses después, los 1,1 millones de móviles que se habían vendido en 2017 con el nombre de la marca BQ, pasaron a llamarse VSmart.

Los últimos datos relativos a la facturación de BQ hechos públicos, corresponden al año 2017, ejercicio que la compañía habría cerrado con una facturación de 190 millones de euros “y beneficios en todas sus divisiones con un beneficio operativo de 8,5 millones de euros”. Después ya, casi todo lo que se cuente de BQ, parecen más elucubraciones que otra cosa, porque sus apariciones en los medios se redujeron casi a la nada. Así ha sido hasta ahora, cuando vuelven a copar titulares con informaciones sobre su desintegración definitiva, con impagos de salarios y garantías de productos desatendidos incluidos. En estos momentos, parece no quedar viva ni la web, que deriva a un código postal

La historia de una startup llamada BQ

Aún cuando BQ iba ya por los 1.200 empleados, seguían reivindicando la filosofía y gestión típica de las startups en aras de la flexibilidad y la agilidad en los procesos. Para conocer los orígenes de BQ hay que trasladarse a la Escuela Técnica Superior en Ingeniería de Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid en el año 2005. Allí coincidieron Alberto Méndez, Rodrigo del Prado, David Béjar, Ravín Dhalani, Adán Muñoz e Iván Sanchez, los seis estudiantes que se unieron inicialmente para participar en un programa de fomento al emprendimiento, entonces llamado ‘junior-empresas’. 

Este sería el germen de una BQ que vería la luz en 2006 y que durante unos años fue de hito en hito. “Empezamos con las memorias USB, hicimos libros electrónicos, luego saltamos a las tablets, ordenadores personales y smartphones. Cada uno de esos saltos representaba pasar a mercados cada vez más grandes en volúmenes. Ahí se dispara todo. Pero no es un tema de cinco años”, declaraba Alberto Méndez hace unos años a la Revista Emprendedores. Otra frase extraemos de esa entrevista: “Una empresa es un ser vivo y o crece o se muere”. Olvidó que los dioses siempre se han regido por su propio calendario.