Cuando se le pregunta a cualquier empresario español si tiene proyectos para China, pocos dicen que no. Así ocurría ya hace unos 20 años –sobre todo en las grandes empresas– cuando el país empezaba a ponerse de moda y las primeras grandes multinacionales iniciaban su desembarco, y aún más ahora que es ya la segunda economía del mundo, con una clase media de casi 300 millones de habitantes (similar a la de la UE) que compra 20 millones de coches al año, envía 60 millones de turistas al extranjero y necesitará adquirir uno de cada cuatro aviones que se construyan en los próximos 20 años. Una clase media, según Antonio Germán, presidente de Technobrain Consulting, “altamente consumista y que aprecia los productos extranjeros de calidad”.
Pese a lo cual, y por extraño que parezca, pocos han sido los empresarios que se han atrevido con China. Al contrario de los franceses, alemanes o estadounidenses, que inundan las calles de Shanghái, Shenzhen o Guangzhou, apenas se ven marcas, oficinas y ejecutivos españoles por ahí. Es como si hubiera una especie de síndrome que los alejara de un mercado que viene doblándose cada siete años. Algo que puede deberse, según Pedro Conesa, director de la oficina de Interchina en España, a que ”aun cuando se ha modernizado muchísimo, sigue siendo un país muy difícil para los extranjeros, lo que acaba redundando, en el caso de los españoles, en que si disponen de oportunidades de negocio en otros sitios, evitan China”.
Caldo de cultivo
De cualquier manera, era inevitable que muchos profesionales españoles vieran en la tarea de facilitar la entrada y recorrido por el laberinto chino una magnífica oportunidad de negocio. El sector, que se inició en los años 90 con la creación de Interchina, no ha dejado de crecer en los últimos años. Ahora mismo, decenas de consultoras españolas, creadas específicamente para ayudar a nuestros empresarios a analizar el mercado, buscar posibles socios, mediar con las administraciones, fichar ejecutivos o contratar a proveedores, funcionan en el país, sobre todo desde Shanghái. Y todas ellas cuenta con personal chino, que en el caso de Interchina representa el 95% de su plantilla, “lo que nos permite ofrecer un know how y un acceso inigualable en el país”, asegura Conesa. Dicho esto, para el director de la oficina de Interchina en España, tener ahora mismo una plantilla china se está convirtiendo en una misión imposible: “Cada vez es más difícil encontrar profesionales. La demanda es enorme y la rotación de profesionales buenos es altísima”, afirma Conesa.
En este reportaje resumimos las historias de cuatro profesionales que en su día decidieron crear su consultora chino-española y de lo que pueden ofrecer a los aventureros dispuestos a tentar su suerte en un mercado que ya ha dejado de ser emergente y que incluso, como en el caso de Tecnobrain, empiezan a dar servicios en sentido inverso, es decir, a grupos chinos que quieren instalarse aquí. Son nuestra conexión en Shanghái.