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27 Mar, 2023

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La increíble historia del cura emprendedor

Todo empezó en la Taberna del Alabardero, en 1974, de la mano del sacerdote Luis de Lezama. Hoy, Grupo Lezama gestiona 14 restaurantes en propiedad, tres escuelas de hostelería, hoteles, servicio de catering, un colegio y un vivero de empresas. Factura entre 25 y 27 millones de euros al año.

“Nosotros tenemos un árbol común que es la Fundación Iruaritz, que es donde estás”, explica Luis de Lezama. Comparte pues la sede de la fundación con las instalaciones del Colegio Santa María la Blanca, un centro concertado con cerca de 2.000 alumnos, pionero en determinadas prácticas pedagógicas, que se ubica en el nuevo barrio madrileño de Montecarmelo, donde también ejerce de párroco. La fundación toma su nombre de un caserío ubicado en la localidad de Lezama, en el municipio de Amurrio, donde nació Luis de Lezama, quien traduce Iruaritz al castellano como los tres robles, el mismo número de las constantes en su lucha contra el analfabetismo, la marginación y la pobreza, por este orden.

“Desde aquí trabajo con una secretaría más de carácter personal”. Se refiere a Fernando e Iñaki, dos jóvenes estudiantes de la Escuela de Hostelería al servicio provisional de Luis de Lezama para familiarizarlos con el mundo empresarial. La misma oportunidad tuvo él cuando ostentó el puesto de secretario del cardenal Tarancón, viniendo de una familia de clase media, “arruinada con la guerra y en el bando de los vencidos”. Miles de alumnos han pasado y siguen haciéndolo por sus escuelas, algunos de los cuales ostentan hoy importantes cargos directivos. “De un proyecto consolidado sale otro nuevo, de un equipo formado, un nuevo equipo en formación”, son dos principios básicos de la Fundación.

Formación y capital humano

Fue en la Taberna del Alabardero, en Madrid, donde empezó a gestarse lo que hoy es Grupo Lezama. “Yo nazco empresarialmente en el año 74, cuando convierto una pequeña tabernita en un centro de formación de hostelería para los chavales de un albergue. Desde entonces, y a lo largo de todo este tiempo, la formación y creación de capital humano ha sido mi inquietud principal. Para ello tuve que fortificar la marca”, dice. Atrás quedaban sus años de párroco de Chinchón, localidad de la que hoy es hijo adoptivo y donde se ganó el sobrenombre del cura de los maletillas por su apoyo a jóvenes aprendices de torero.

Fortalecer la marca le obligó a aparcar durante un tiempo las labores pastorales. Estudió Bachiller en el Colegio de los Jesuitas de Bilbao. La carrera eclesiástica la hizo en Madrid, donde obtuvo el grado de Teología. Se licenció más tarde en la Facultad de Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y se diplomó en la Escuela Superior de Hostelería de Lausanne, en Suiza. Cuando se sintió plenamente formado acometió la expansión empresarial.

Fortalecer la marca

No parece muy milagrero, pero si hubiera que atribuirle algún prodigio sería el de la multiplicación de los panes y los peces. Así, al Alabardero, Luis de Lezama fue sumando el Café de Oriente, las Escuelas Superiores de Hostelería de Sevilla, Madrid, y Zaragoza, 14 restaurantes de alta gama, el colegio y un vivero de empresas: “Para que me hablen ahora de aceleradoras. No obstante, desde hace 10 años, “el pequeño patrimonio que estábamos juntando lo eliminamos. Ya no somos dueños de nada. Trabajamos para capital ajeno”, dice. “Ahora todo son locales alquilados. Locales, plan de viabilidad, buena ubicación, capital humano y marca. Y siempre con un equipo de innovación al lado”, añade.

Otro negocio que gestiona es el del Mercado de San Miguel, en Madrid, replicado ya en Miami y, próximamente, en Nueva York. También acaban de asumir la gestión del Mercado de La Merced, en Málaga, y están ejecutando un proyecto para las Galerías Santa Fe de Buenos Aires de 5.600 m2, donde crearán otra Escuela Superior de Hostelería, y otra similar en la Universidad de Puerto Rico. Para precisar el inventario pide ayuda a Joaquín Martínez, uno de esos chavales de la primera taberna y que hoy es director general de Grupo Lezama, cuya sede está en la Plaza de Oriente de Madrid.

Ni se pide ni se dan limosnas

Ninguna de las concesiones referidas es casual sino que obedecen “a la competitividad de mi gente. Se presentan a los concursos que merecen la pena y los ganan todos, gracias a un rigor de estudio, de plan de trabajo y de viabilidad que no es habitual en las empresas de restaurantes. Que quede claro que yo nunca he puesto el cazo ni como sacerdote ni como empresario”, señala. Y empieza aquí a repartir mandobles: “Resulta que ahora estamos descubriendo no sólo a empresarios honorables que ponían cazo sino también a los que no han prosperado por no ponerlo”.

Tampoco se compadece de los alumnos: “Nunca hemos pedido subvenciones. Las escuelas nuestras se basan sobre un binomio que es trabajo más formación. Todo los chicos de las escuelas de hostelería tienen que trabajar los fines de semana o en los ratos libres para pagar las clases, aquí no hay becas, y eso que el curso cuesta 5.000 euros al año”.

También recrimina a la Iglesia la actitud menesterosa. “Nunca he pedido donativos. No soy un cura que pierda el tiempo en administrar la caridad ajena. Yo lo que pido a mis conocidos es que vengan a comer. Quiero que los locales se llenen todos los días porque así podremos desarrollar nuestra próxima inversión, no para tener propiedades sino activos nuevos, productores de capital humano”, concluye.

Datos fundamentales

Facturación estimada 2015: 25 millones de euros.
Número de empleados: 550.
Número de establecimientos: 14 restaurantes, 3 escuelas de hostelería, 1 colegio y la gestión del Mercado de San Miguel.
Fecha de creación: 1974, con la apertura de la primera Taberna del Alabardero.
Países en los que trabajan: España y Estados Unidos. En México cuentan también con una escuela de hostelería online que explota un capital riesgo de Florida.
Pronto estarán presentes en Argentina, con la Galerías Santa Fe en Buenos Aires, y están desarrollando una escuela con la Universidad de Puerto Rico.

Apoyo al carácter emprendedor

Confiesa que lo que más le molesta escuchar decir a alguien es “esto es imposible” porque ello implica rendirse antes de tiempo. Él ha visto ganar partidas con muchas cartas en contra, por eso le gusta el carácter emprendedor. “El emprendimiento es una actitud de riesgo por parte de quien la asume y en España nos hemos acostumbrado a buscar trabajos seguros, a eso de que discurra otro que yo bastante hago con las horas que meto por un salario. El concepto horas/retribución ya no es válido en la actualidad, hay que ir hacia el trabajo incentivado por producción. De la otra manera, las empresas envejecen y los profesionales se hacen inoperantes en pocos años”.

Para fomentar el emprendimiento en Montecarmelo creó hace unos años el vivero de empresas Santa María La Blanca, al frente del cual se halla Macarena Gómez Pulido. El objetivo primordial es ayudar a los desempleados de la zona, bien reciclando su formación, bien animándolos al autoempleo. A esta iniciativa se han ido incorporando emprendedores voluntarios para mentorizar proyectos de empresa que surgen en el vivero y si alguna vez necesitan contratar a alguien, ahí mismo los tienen. Normal que alguna vez se le haya escapado a Luis de Lezama el comentario de que ha creado “más puestos de trabajo que el INEM”.

Un árbol es el logotipo que Luis de Lezama eligió para el vivero y no lo hizo de forma gratuita sino para simbolizar lo que para él es una empresa: “algo que empieza por ser una cosa tan pequeñita como una semilla pero que hay que cuidar y regar cada día con tu trabajo para que crezca y se haga fuerte”.