Los cinco años de historia del hotel Axel han sido fructíferos no sólo en cuanto a sus resultados económicos, sino también en lo que se refiere a anécdotas más o menos comprometedoras. Como esta. Joan Juliá, fundador del hotel, no olvida el día que entró en el hotel y vio a un cura con sotana –italiano, para más señas– apostado en la recepción. “Estaba claro que una de dos: o su agencia de viajes le había gastado una broma o él hizo la reserva sin conocer nuestro establecimiento. Le explicamos que era un hotel para la comunidad gay y que si quería podía quedarse. También le dijimos que si no quería, lo entenderíamos. Al final, muy amable, nos dio las gracias y dijo que no sería lo más adecuado, así que se marchó por donde había venido”, recuerda Juliá con humor.
La zona del Gayxample, el céntrico distrito gay barcelonés equivalente al barrio de Castro en San Francisco o al de Chueca en Madrid, ha vivido en la última década una explosión de negocios dirigidos al público homosexual. En diez años se han puesto en marcha floristerías, tiendas de moda, bares de copas, agencias de viajes o peluquerías dirigidas de forma exclusiva al segmento gay. Faltaba un hotel. En más de una ocasión Juliá, por su orientación sexual, se había sentido incómodo a la hora de alojarse en hoteles. Tuvo claro que era el momento perfecto para abrir un establecimiento en el que un turista gay no se sintiera rechazado.
Guiños ‘heterofriendly’
Aunque sea un hotel para gays, los promotores del hotel Axel han tenido especial cuidado en hacer un guiño al público no homosexual explotando con éxito el concepto heterofriendly. El objetivo es no cerrar la puerta a otro perfil de cliente y que el establecimiento no se convierta en un gueto excluyente. La fórmula está funcionando. Los fundadores de este negocio estiman que un 30% de la clientela actual del hotel es heterosexual. Según Juliá, “la publicidad del negocio es lo suficientemente clara como para que el que venga tenga claro lo que se va a encontrar”.“Aquí no hay diferencias visuales con respecto a un hotel para heteros ni nos dedicamos a poner dragqueens en la recepción. El objetivo, sencillamente, es que todo el mundo esté cómodo. Ha habido clientes de visita a Barcelona que han venido a nuestro establecimiento tras haber pernoctado la primera noche en otros en los que no han recibido buen trato pese a llevar la etiqueta de gayfriendly. Hay parejas de turistas gays que a lo mejor vienen aquí a celebrar su aniversario porque en un hotel para heterosexuales les mirarían mal”, apunta.
¿Una plantilla gay? Seguro que te has hecho estas pregunta a estas alturas del artículo: ¿Tiene que estar atendido por gays un hotel dirigido a este colectivo? “En el Axel buscamos profesionalidad más que orientación sexual. En nuestra plantilla tenemos chicos y chicas heterosexuales. Lo que sí es cierto es que si encuentras a alguien que sea buen profesional y es gay, encaja más, porque de entrada entiende mejor lo que necesita nuestro cliente”, argumenta.
Un modelo exportable
Una vez alcanzado el éxito en Barcelona, Joan Juliá comprendió que el modelo del Axel era exportable y que había llegado la hora de la expansión internacional del grupo que dirige. La cadena abrió en 2006 un segundo establecimiento de cinco estrellas en el barrio de San Telmo de Buenos Aires aplicando la misma fórmula que en la Ciudad Condal. Para la primavera de 2009 está prevista la inauguración de otro hotel de las mismas características en Berlín. Joan Juliá tiene claro que el modelo Axel no puede replicarse en cualquier ciudad.
Localizaciones LGTB. “Cuando buscamos una localización tenemos claro que debe tratarse de una ciudad con una oferta amplia y consistente para el público gay. En el caso de Barcelona, la ciudad ofrece la posibilidad de ir de compras o ver la obra de Gaudí y, además, visitar un amplio abanico de bares gays, discotecas… En definitiva, nuestro objetivo son aquellas ciudades que ofrecen grandes posibilidades de ocio al público LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales)”, explica este emprendedor.
Si hace unos años era temerario plantear la apertura de un negocio como el suyo y recorrer las entidades bancarias con el proyecto bajo el brazo en busca de financiación, las perspectivas de Joan Juliá han cambiado hoy de forma radical. Como dice él, “el capital no es tonto”. Las ofertas que recibe para invertir en Axel son, de hecho, cada vez más numerosas (cadenas hoteleras, capital riesgo…). De hecho, el proyecto de Berlín será posible gracias a los fondos aportados por un grupo español que prefiere permanecer en el anonimato, de forma que Axel asumirá tan sólo la gestión del establecimiento.
Crecer con cabeza. Tras la apertura en Berlín y un cuarto proyecto que está gestándose actualmente, posiblemente en Estados Unidos, Juliá prefiere tomarse las cosas con calma y asimilar el crecimiento de la cadena. “Axel empezó hace cinco años conmigo y un equipo reducido detrás. Ahora ya tenemos una central, pero debemos seguir un crecimiento sostenido y controlado para no morir de éxito. Queremos crecer, pero necesitamos para ello una masa crítica de recursos humanos y financieros”, desvela.