El camino ha sido largo, pero Gamba Natural, por fin, consiguió empezar a vender sus langostinos en octubre del año pasado, una iniciativa emprendedora detrás de la cual está Bjorn Aspheim, fundador de la empresa, que ha dedicado toda su vida profesional a la industria de la acuicultura. Esta experiencia le llevó a conocer Natural Shrimp, propietaria de una granja de langostinos en San Antonio (Texas, EE UU), muy lejos de la costa. Entonces, se le ‘encendió la bombilla’. ¿Por qué no hacerlo en España?
“Elegimos España porque es el mayor consumidor de marisco de Europa y el segundo del mundo, después de Japón. Y, además, Madrid es el lugar que más consume de toda España y el segundo mercado de marisco más grande del mundo, siempre después de Tokio”, argumenta Aspheim.
En 2007, se trasladó de Estados Unidos a nuestro país y puso en marcha el proyecto. La empresa está ubicada en Medina del Campo (Valladolid), donde tiene un terreno de 60.000 metros cuadrados, en el que se ubica una nave de 7.000 metros cuadrados que alberga las 24 piscinas en las que produce sus langostinos.
[pullquote align=’center’]Mejorar la tecnología existente[/pullquote]En sus comienzos, la compañía recurrió a la tecnología de Natural Shrimp, que también participa en el capital de la empresa. No obstante, Aspheim controla la mayoría del accionariado, en el que tienen presencia inversores industriales y financieros nacionales e internacionales.
Tras el empujón de la compañía estadounidense, Gamba Natural desarrolló su propia tecnología. “Nos pusimos a investigar y hemos mejorado la tecnología con la que empezamos. Por ejemplo, somos el único centro de cría de langostinos del mundo que tiene el proceso reproductivo completo y estamos investigando para alargar de forma natural la vida del langostino. Además, criamos con un método completamente ecológico. Utilizamos agua del grifo, que depuramos y enriquecemos con sal del Mar Rojo, además de controlar otros parámetros como PH, oxígeno, temperatura, luz, etc. Pero no se añade ningún antibiótico, porque las piscinas están absolutamente preservadas de cualquier tipo de contaminación exterior”.
La granja de Gamba Natural es una nave donde las piscinas están completamente a salvo de exposiciones externas, mientras que los langostinos de los criaderos marinos frecuentemente son tratados con antibióticos para prevenir enfermedades. Y también están expuestos a las inclemencias del tiempo o a la polución.
Sin olvidar que esas granjas suelen situarse en manglares, donde el animal tiene su hábitat natural, con el impacto que esta actividad tiene en el medio natural. Además, dichos criaderos generalmente están en Iberoamérica, África y Asia, por lo que los langostinos llegan a nuestro mercado congelados, con el consiguiente añadido de conservantes y sulfitos.
Fresco, natural y todo el año
La compañía vallisoletana asegura que su langostino es el único en el mundo criado en cautividad que se ofrece sin antibióticos, conservantes ni aditivos. Además, lo vende fresco, como el langostino salvaje que llega a las lonjas, con el que pretende competir.
“Si queremos competir con algún langostino, tiene que ser con el salvaje fresco. Somos los únicos capaces de ofrecer producto fresco todos los días del año, porque el langostino salvaje es muy escaso. De hecho, el 90% del consumo del que hay en España es de producto congelado”, puntualiza el fundador. Éstas son las claves de su negocio.
A demanda. Gamba Natural pesca a demanda: sólo atrapa los animales cuando recibe un encargo, por lo que su sistema es muy poco agresivo. Ofrece dos tallas de langostinos: normal y jumbo. El primero es de unos 20 gramos (40-60 piezas por kilo) y se vende a un precio de 38,50 euros/kilo. Los jumbo son de 30 gramos (20-40 piezas por kilo) y el kilo cuesta 54 euros.
La empresa ofrece cajas de uno, dos o cinco kilos y se puede pedir a partir de un kilo. Si se necesitan 100 kilos, la empresa los sirve. Los gastos de envío varían dependiendo del volumen y el destino. Aunque para sólo un kilo son elevados –unos 9-10 euros–, si se hace un pedido de gran volumen, apenas suponen unos céntimos por kilo.
Canal gourmet. Se trata de un producto gourmet y ese es su principal canal de venta. “Nuestra distribución se dirige esencialmente al canal horeca –hoteles, restaurantes y cáterin–, pescaderías gourmet y particulares”, indica Aspheim.
Incluso algunos restaurantes de reconocido prestigio incluyen en su carta recetas con estos langostinos castellanos, como Gastro –de Sergi Arola– o el restaurante del Hotel Villamagna. Además, sus productos se incluyen en algunos clubes gourmet de venta online. Y se pueden hacer pedidos directamente en la web de la empresa.
Rápido y fiable. Una de las claves cuando se vende un producto fresco como este es la agilidad en el transporte y la entrega en perfectas condiciones. La compañía trabaja con operadores de transporte en frío que sirven los langostinos en menos de 24 horas, garantizado una conservación óptima.
Expectativas de crecimiento
Aunque el proyecto dio sus primeros pasos en 2007, no pudo empezar a vender hasta finales del pasado año. En este camino, ha invertido seis millones de euros en investigación, compra de terrenos, construcción de la nave y montaje y equipamiento de las piscinas de producción. Pero no quiere detenerse aquí. Estos son algunos de los senderos por lo que podría discurrir su futuro.
Nueva nave
Queremos seguir creciendo. Ya tenemos una nave de 7.000 metros cuadrados, pero disponemos de 60.000 metros cuadrados de terreno. Cuando podamos, construiremos una segunda nave. Y si fuera necesario, una tercera, una cuarta, una quinta…”, señala Aspheim. Si el mercado demanda más producción, poner en marcha una nueva nave no sería demasiado costoso, puesto que la compañía ya cuenta con la tecnología y la maquinaria precisa.
Ampliar canales
Toda la facturación de Gamba Natural es por venta directa. No obstante, la compañía no descarta recurrir a otras formas de comercialización, como la venta a través de distribuidores. Eso sí, respetando escrupulosamente el producto. “No tenemos ningún problema por vender a través de algún distribuidor, siempre y cuando podamos controlar la calidad del proceso. Es un producto fresco, que tiene un periodo de consumo, por lo que es necesario garantizar que el consumidor final lo vaya a comer en óptimas condiciones. Si el distribuidor tiene una cadena controlada y corta, no hay ningún problema”, remarca.