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08 Jun, 2023

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Esta incubadora septuplica la media nacional de emprendedores impulsados

La media de proyectos emprendedores impulsados al año en la incubadora de Bridge for Billions es de 228, frente a los 30 que acogen como media el resto de las 215 incubadoras/aceleradoras registradas en nuestro país.

Pablo Santaeufemia, fundador de la incubadora Bridge for Billions

Hace unos días dábamos a conocer en esta web los resultados del Social Innovation Monitor (SIM), realizado por un equipo de investigación internacional con sede en el Politécnico de Torino junto a la Asociación Española de Startups, correspondientes al primer informe del impacto de las aceleradoras e incubadoras en España. Según este, España cuenta en este momento con un total de 215 incubadoras/aceleradoras, entre públicas y privadas, que reciben como media 121,1 solicitudes de ingreso al año, de las cuales suelen atenderse, también como media, 30 proyectos.

Muy lejos de esta media nacional, se hallan las cifras que barajan en Bridge for Billions, el programa de incubación online creado por Pablo Santaeufemia y Jessica Kou que empezó a funcionar en 2016. Por él han pasado ya 1.658 emprendedores de todo el mundo en total, lo que equivale a una media de 228,5 proyectos al año. El 90% de las solicitudes que reciben son aceptadas, mientras que el 10% que queda fuera se debe a que son proyectos a los que el programa no aporta valor, dado que solo se orientan a proyectos en fase muy  inicial

Pero no es solo una cuestión cuantitativa. Desconocemos el cómputo total de las startups incubadas o aceleradas que logran sobrevivir, pero el barómetro de emprendimiento de 2019 del Ministerio de Economía y Empresa, les atribuía una vida de poco más de dos años, aunque el último mapa del emprendimiento de South Summit alargara su longevidad hasta los 2,5 años. En el caso de Bridge for Billions, el 70% de los proyectos incubados siguen vivos dos años después de su lanzamiento. Otro dato relevante y muy diferenciador es el que atañe al emprendimiento femenino. Frente al 18% de mujeres que se animan a liderar un proyecto emprendedor según el mapa del emprendimiento 2020, en Bridge for Billions el porcentaje asciende a un 42% habiendo llegado, en algún momento, a rozar la paridad.

270 proyectos en plena pandemia

Una parte importante de los proyectos sumados a la cuenta de esta organización durante los últimos meses surgen de la pandemia. Fue entonces cuando Bridge for Billions lanzó la iniciativa Together for Innovation, con la que ofrecían de forma gratuita su estructura online y su metodología probada a otros programas de emprendimiento puestos en marcha por otras organizaciones pero que podrían verse paralizados por el confinamiento y la no digitalización. Se sumaron en total 20 programas de 13 países que, en conjunto, supusieron 270 proyectos de startups nuevos y 370 emprendedores. A ritmo proporcional, hubieron de aumentar el número de mentores, todos ellos voluntarios. A la iniciativa se sumaron instituciones como la Universidad Loyola, la Universidad de Vigo o  Geneva Business School, entre muchas otras.

“Aquello fue una locura. Tuvimos que asumir la avalancha de emprendedores en tres semanas. Creo que que no he trabajado más en la vida. Menos mal que tenía una terraza en casa para salir de vez en cuando a tomar el aire”, recuerda Santaeufemia aquellos días. No obstante, el esfuerzo ha merecido la pena porque a ellos, como organización, aunque sientan pudor al decirlo, les ha permitido crecer entre un 30 y un 40% y les ha posibilitado la apertura de nuevas oficinas en México, Guatemala y Perú. Se suman éstas a las sedes en Madrid y Nueva York, que es donde se gestó el proyecto cuando Pablo Santaeufemia estudiaba allí con una beca en la Universidad Carnegie Mellon.

Las claves de la incubadora

Bridge for Billions es un reflejo de la visión peculiar que sus fundadores tienen del emprendimiento, del que Pablo Santaeufemia es firme defensor como vehículo que empodera a las sociedades y su desarrollo económico. Sin embargo, no es tan complaciente con el ecosistema gestado, en el que observa tres debilidades claras: Oportunidades limitadas (programas caros, capacidad limitada donde solo aceptan al 1-5% de solicitantes, presupuestos limitados o concentración en las grandes urbes); Falta de diversidad (requieren conocimientos de negocio, mínima representación de minorías, se centran en proyectos tecnológicos, muy pocas mujeres…) y Falta de eficiencia ( cuesta mucho ofrecer mentoría de 1-1, sin metodología de negocio probada ni pedagogías de aprendizaje activo…).

En combatir dichas carencias, se asientan las bases de la filosofía de la organización y su lucha por conseguir un ecosistema “más meritocrático, más inclusivo y más eficaz”, las cartas con las que quieren cambiar la baraja. En cuanto a las claves, estas son algunas:

Los programas. Se dirigen solo proyectos en fase semilla ayudándoles a construir un plan de negocios desde cero. Su programa estrella es The Leap con una metodología propia que aporta a los emprendedores 8 herramientas básicas que se imparten en otros tantos módulos. También sirve como laboratorio de innovación para construir programas con organizaciones públicas y privadas de todo el mundo dado que la organización tiene acuerdos con numerosas instituciones de la talla de Accenture, Coca-cola, Banco Santander o Iberdrola, entre otros muchos. Al ser una plataforma online, pueden aplican al programa emprendedores de todo el mundo por un precio de 450 euros al mes que se puede fraccionar en tres pagos. Ello da acceso a una mentoría personalizada que imparten otros emprendedores de forma voluntaria durante los 3 meses que dura el programa.

Identificar problemas en vez de empezar por buscar soluciones o ideas. Santaeufemia se muestra bastante crítico con aquellos emprendedores que se empeñan en buscar primero una solución y ver luego posibles aplicaciones. “Si empiezas por fabricar un tornillo y buscas luego dónde puede encajar es más difícil acertar que si ese mismo tornillo lo fabricas exclusivamente para ajustar una pieza determinada”, explica. Una opinión similar tiene de aquellos que “parecen esperar a que les caiga del cielo una idea ingeniosa como la manzana del árbol, en lugar de identificar los problemas que le rodean y buscar una solución para arreglarlos”.

Adaptarse a la realidad local. En ese empeño por empoderar sociedades, entienden que, dependiendo del contexto, el emprendimiento apuntará en una u otra dirección porque ni las necesidades ni los problemas son los mismos.

Elegir aquello que más rabia te dé. Aquellos que optan por emprender para solucionar un ‘dolor’, sea social, medioambiental o del tipo que sea, van a encontrar motivación suficiente para no desistir ante la aparición del primer bache. De aquí que ellos se decanten por este tipo de proyectos.

Tecnología para las personas. Aunque la crisis del coronavirus haya acelerado la transformación digital, considera Santaeufemia que estamos en un cambio de ciclo que viene de antes. “Ahora ya o evolucionamos o evolucionamos”, es su frase. El uso de la tecnología es clave en esta transición, especialmente en esos sectores a los que la crisis les ha pillado con el paso cambiado”. Lo que no puede ser es que la tecnología se convierta en el fin en lugar de ser una herramienta para optimizar procesos, aumentar la productividad o mejorar el mundo. Ejemplos: la telemedicina o la formación online que posibilitan la democratización de ambos derechos.

Visión largoplacista. Vale que la del coronavirus es una crisis que pocos previeron con antelación suficiente, pero ni es la primera crisis del siglo ni será la última. Tampoco cree Santaeufemia que lo que está sucediendo ahora con el tejido empresarial obedezca solo a la Covid, sino a un mal sistémico que ya estaba ahí y en el que intervienen varios factores. El primero de ellos sería la ausencia de una cultura emprendedora que debería expandirse a todos los ámbitos en inculcarse a lo largo de todo el proceso educativo, desde las edades más tempranas. Ello nos entrenaría a todos en valores como la iniciativa, la innovación, la resiliencia, la empatía, la gestión del riesgo, la del fracaso… “Pensar que el emprendimiento, como la creatividad, es cosa de unos cuantos elegidos es falso”, mantiene. Lo otro que habría que cambiar es la visión oportunista de los negocios. La variable ‘crisis’ debería estar presente en todos los planes de negocio al objeto de que la llegada de una no tambalee todo el tejido ni tumbe a tantas empresas como está sucediendo ahora.