En cuatro años de vida recién cumplidos, la startup andaluza Mox no solo ha conseguido liderar el sector de la mensajería en nuestro país, sino también convertirse en un Grupo con distintas líneas de negocio cercano a facturar ya los 12 millones de euros.
La matriz del grupo es Mox, especializada en el reparto exprés con una visión muy particular de la última milla. Lo que llamó la atención en el momento de su lanzamiento es que, al contrario de lo que nos tienen acostumbrados los grandes del delivery, Mox apostó desde el principio por la contratación de los riders. Ello no quiere decir que Gregorio López Martos, CEO y fundador de la empresa, no entienda el modelo de negocio de los otros actores. “Es solo que pensé que teniendo a los riders en nómina, se iba a mejorar la calidad del servicio al cliente porque su grado de implicación con la empresa sería mayor”. Así sigue funcionando, con una media de 1.000 repartidores asalariados que varían conforme a los picos de demanda y las necesidades de la empresa.
Decir también que los rider de Mox no visten uniforme propio porque la forma de operar es de marca blanca ofreciendo refuerzos a otras compañías de delivery, en cuyo caso sí lucen los símbolos corporativos del contratante. Les caracteriza también que suelen moverse en moto o furgoneta eléctrica y, solo en caso de restricciones de movilidad en un casco urbano histórico, recurren a la bici para desplazarse. También de la flota de vehículos se encarga la empresa. Además de comida a domicilio, Mox hace repartos de centros comerciales y grandes superficies.
Con esta visión de negocio, la empresa que nació el 16 de octubre de 2016, ha ido incrementando su facturación de forma casi exponencial. Los 15.000 euros con los que cerraron el cuatrimestre del año de su fundación, se convirtieron el año pasado en 8.200.000 euros, cifra que esperan convertir en 12M al cierre de 2021. Clave para la multiplicación, fue la aparición en el camino de Just-Eat de la que recibió una doble oferta: o bien comprar la empresa o bien firmar un contrato de 10M de euros al año. A Gregorio López le dio por pensar aquello de ‘qué pena deshacerse de la empresa’ y ‘qué lástima la gente que trabaja conmigo’ y al final se decantó por opción del contrato. Hizo bien porque a día de hoy Mox trabaja en más de 50 ciudades españolas, está presente en Portugal e Italia y se ha convertido en un grupo empresarial.
El camino hacia la empresa ‘tech’
Conforme Mox se fue haciendo grande, empezaron sus directivos a plantearse la diversificación del negocio. Aprovechando su experiencia en la contratación, montaron luego Drivers Jobs, una especie de ETT para la contratación de riders. Dentro del delivery de comida a domicilio, crearon en 2019 The Premium Service con el concepto de cocina ciega desde la que elaboran poké, sushi, wok, cocina mediterránea, ibérica o healthy tanto para otras marcas como para marcas propias. También ofrecen la posibilidad de alquilar sus cocinas a otros emprendedores o restaurantes El cuarto proyecto que se añade al grupo es Cubikate, un espacio coworking en Granada.
Pero tampoco la multitud de proyectos satisfacen las ansias emprendedoras de este grupo que ahora se halla en proceso de conversión en empresa tecnológica. “Lo que queremos es cerrar el círculo y pasar de dar un servicio de logística de 180º a 360º”, explica López Martos. El objetivo final es generar su propia demanda a la vez que ayudan a los comercios de proximidad en el tránsito a la digitalización. Ellos se encargarían de introducir en los negocios la tecnología necesaria para convertirse o añadir la opción del ecommerce y Mox les solucionaría el problema de la logística y el reparto con su servicio.
Para acometer este proyecto y avanzar en el proceso de internacionalización, se encuentran negociando una ronda de inversión de 8M de euros, los cuales se sumarían a los 3.5M que ya han levantado hasta ahora, incluido los 40.000€ de Enisa que les libraron de una muerte prematura.
El autónomo con una moto que lo hacía todo
Hemos empezado contando la historia de Mox por el final porque es lo que luce, pero lo cierto es que los comienzos de lo que hoy es el Grupo Mox está repleto de errores. El mismo Gregorio López suele recordar en sus intervenciones públicas el día que olvidó cobrar los 4,90 euros del primer encargo que recibió después de 4 meses en seco, un servicio que tampoco encajaba precisamente con el delivery que quería montar, porque le llamaron de una protectora de animales para trasladar al veterinario a un perrito que había sido atropellado. O el día que hizo su primera due diligence para conseguir inversión y cayó en la cuenta de que no tenía registrada la marca, nacida como Mission Box y renombrada posteriormente como Mox porque la competencia anduvo algo más lista y había registrado su marca con logo y colores corporativos incluidos.
Licenciado en Dirección y Administración de Empresas y técnico superior en Hostelería y Turismo, el jienense López Martos arranca su carrera profesional en un restaurante de Madrid. Más adelante se integra como director de Operaciones de Egasa XXI, cargo que ocupa durante 9 años. Decide entonces regresar a Andalucía y elige Granada para fundar un negocio de delivery. Como la baja fue voluntaria, el único dinero del que disponía para montar la empresa eran los 20.000 euros que recibió del Inem en un pago único. Los pasos siguientes fueron: darse de alta en el régimen de autónomos, comprarse una moto, instalar en ella un cajón para los repartos y habilitar cuatro direcciones de correos diferentes con distintos nombres para simular varios departamentos corporativos. Lo cierto es que él era el único que atendía a los correos y hacía los repartos.
El 12 de noviembre de 2016 marca otra fecha clave en el calendario de Mox. Es el día que López Martos se da cuenta de que los 20.000 se han acabado. Llama a la gestoría y dice: “oye, dame de baja como autónomo porque nos hemos quedado sin dinero y tenemos que cerrar”. La providencia quiso que esto no sucediera y un día después, el 13 de noviembre, recibe una notificación de Enisa anunciando la concesión del préstamo participativo de 40.000€ que había solicitado. A partir de aquí, empieza el ascenso pero con tanto traspié, normal que Gregorio López siga advirtiendo a los emprendedores de que “en esto se sufre mucho”.