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28 May, 2023

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¿De verdad es tan dañino el contrato de apoyo a los emprendedores?

Anunciaba su posible eliminación la secretaria de Estado de Empleo, Yolanda Valdeolivas, alegando que el contrato de apoyo a los emprendedores había derivado en precariedad laboral. Esto es lo que opinan los emprendedores.

¿De verdad es tan dañino el contrato de apoyo a los emprendedores?

Esta figura contractual, “tal y cómo está diseñada”, no responde al objeto que perseguía e “introduce precariedad”. Eran las palabras con las que Valdeolivas anunciaba en rueda de prensa la posible derogación del contrato de apoyo a los emprendedores que entró en vigor con la reforma laboral de 2012.

Recordar que el contrato perseguía fomentar la contratación estable por parte de los emprendedores y las pymes, equivalentes al 95% del tejido empresarial en nuestro país. Conforme a él, las empresas con menos de 50 trabajadores podrían percibir una serie de bonificaciones y deducciones fiscales por un periodo de tres años por la contratación indefinida de desempleados con edades de entre 16 y 30 años, mayores de 45 años y mujeres, los colectivos más castigados por la crisis. Autorizaba también un periodo de prueba de un año que, en caso de no ser superado, permite al despido del trabajador sin indemnización alguna.

Sin embargo, según la secretaria de Estado, “esta modalidad ni ha dado los frutos deseados ni ha conseguido frenar la temporalidad”, pese a las favorables condiciones de contratación e incentivos económicos.

Qué dice el CES

Los datos recogidos por el Consejo Económico y Social (CES) no parecen tan desfavorables. Así, en la memoria sobre la situación socioeconómica y laboral de España de 2017 , se recoge textualmente la siguiente valoración sobre esta modalidad contractual: “En 2017 se celebraron 246.827 contratos de apoyo a emprendedores, lo que supuso un 39 % más que el año anterior, siguiendo la tendencia de continuo aumento en el número de contratos de este tipo realizados desde su puesta en marcha. El recurso creciente a este contrato se refleja también en relación al total de contratos indefinidos iniciales a tiempo completo realizados, dado que los contratos de apoyo a emprendedores formalizados supusieron en 2017 un 35,7 % de estos, frente al 28 % de 2016 y al 20 % que venían representando de media en los años previos”.

Por grupos de edad, se especifica que “este contrato se realiza mayoritariamente con jóvenes (37%) y trabajadores entre 30 y 44 años (36 %), que concentran casi tres cuartas partes del total de contratos realizados, siendo el 26,8% de los contratos realizados con trabajadores mayores de 45 años”.

Llama también la atención un párrafo en el que se desvincula el interés de los empresarios por las bonificaciones y deducciones fiscales en este tipo de contratos. “De los contratos realizados, tan solo un 3 % estuvieron vinculados a las deducciones fiscales previstas en determinados casos para este tipo de contratos. Así, como se viene señalando en ediciones anteriores de esta Memoria, parece que el recurso al contrato para emprendedores no se asocia en su mayoría a las ventajas fiscales que incluye (al margen del eventual incentivo de las bonificaciones previstas para parados de larga duración menores de 30 y mayores de 45 años) y sí a otras características de este tipo de contrato como la compatibilización del salario con parte de la prestación por desempleo reconocida y pendiente de percibir, o la extensión del periodo de prueba a un año”.

Qué dicen los emprendedores

Luís Tramón, profesor en UDIMA y al frente de la empresa de base tecnológica Aratech Lifestyle technology , es uno de los que dice haber recurrido en más de una ocasión al contrato de apoyo a los emprendedores. En su opinión, la introducción de este contrato fue un acierto “en un momento de crisis donde todos mirábamos mucho los costes fijos y el momento de incorporar personal a nuestras estructuras. Supuso un aliciente para acelerar las contrataciones de los colectivos más afectados. Muchos de los que se quedaron en paro mayores de 45 años no se habrían recuperado para el mercado laboral de no ser por medidas como estas”. En este sentido, reconoce haberse llevado más de una grata sorpresa al contratar a empleados seniors.

Resalta también Tramón la conveniencia del contrato para probar y captar talento, pero también para retenerlo dada la obligatoriedad de mantener la relación laboral por un mínimo de 3 años para beneficiarse de los incentivos.

En cuanto a si este tipo de medidas alientan más o menos la precariedad laboral, entiende Tramón que el uso de la tecnología ha dado lugar a la aparición nuevos modelos de negocio, como las plataformas colaborativas, que habría de regular con leyes específicas. “El problema es que la legislación siempre va por detrás, pero no se puede ir en contra de la tendencia natural del mercado conforme a la demanda, habría que buscar modelos híbridos que favoreciesen la convivencia, pero no eliminar iniciativas que sí funcionan”.

Por su parte, la reflexión que hace Miguel Ángel Romero, socio fundador de HRCS es la siguiente: “hay que pensar que un contrato indefinido no nos lo da la empresa, nos lo damos nosotros. Si un empleado se pone las pilas, aporta valor y está alineado a los valores de la empresa no va a tener problemas para conseguirlo”.

Defiende también Miguel Ángel Romero la posibilidad de probar a los empleados antes de establecer una relación indefinida, tal y como permite el contrato de apoyo a los emprendedores, y una mayor flexibilidad en los despidos. “Hay que partir de la base de que a los emprendedores les gusta mucho más contratar que echar a nadie, pero quedarse con alguien que no funciona resulta muy gravoso”.

Por último, desliga también el aumento de abusos de iniciativas como la del contrato aduciendo que “ningún emprendedor va contratar a alguien que no encaje en un puesto de trabajo por mucho incentivo que exista. De hecho, la mayoría ni siquiera conocían la existencia del contrato de apoyo a los emprendedores porque se ha publicitado muy poco”.

¿Y las startups?

Y si para una pyme es complicado garantizar un contrato a 3 años, en el caso de las startups parece casi un imposible. “¿Cómo vamos a pensar en contratos indefinidos de 3 años si la mayoría de las startups desaparecen a los 2 años de nacer?” es el razonamiento que ofrece Alejandro González, CEO de Taalentfy , una plataforma de empleo que ellos prefieren llamar “de talento” porque no criban los perfiles de los candidatos ni por edad ni por formación ni por género.

Lamenta Alejandro González el alejamiento de iniciativas como el contrato de apoyo a los emprendedores de la realidad que se vive en una startup “donde vas pivotando constantemente y con perfiles que hoy pueden ser útiles para la organización, pero pueden no serlo dentro de 6 meses. Todo ello en un entorno de incertidumbre y a un ritmo brutal”. En este caso lo que los emprendedores agradecen es la máxima flexibilidad posible para poder contratar y despedir de forma ágil “no solo pensando en lo que vaya a ser más barato, que también porque las startups suelen tener pocos recursos, sino en busca de la supervivencia de la empresa”. Alude también al cambio de rumbo en el mercado laboral en el que “un contrato para toda la vida empieza a ser ya algo impensable. Seguir hablando de contratos indefinidos casi me parece un engaño. Lo que hay que decir es que, en breve, la empleabilidad va a depender de la capacidad de producción de cada profesional y del valor que aporte”.

En su caso concreto, dice contar con 7 empleados fijos en plantilla a los que suma luego más de 20 colaboradores autónomos que trabajan por proyectos. Aún así, reconoce haber hecho alguna contratación que encajaba para aprovechar las bonificaciones, pero cuyo cumplimiento ve difícil. “Esto es la selección natural y cuando hablamos de startups hay que pensar en empresas que pueden cambiar 20 veces en 3 años. Yo propondría, más que medidas de ahorro, otras que incentiven la creación de nuevas empresas y la movilidad del mercado laboral”.