De Viaje inició su periplo empresarial hace 19 años en Madrid. A sus cinco socios les unía la misma pasión por los viajes y el interés común por montar una librería especializada. “Pero ¿sólo una librería? ¿Y por qué no una librería y una agencia de viaje?”, pensaron. Triunfó lo segundo. “Veíamos que las librerías tenían dificultades, teníamos que enriquecer nuestro negocio, para que tuviera más penetración y fuera más atractivo. Por eso nos pareció que poner una agencia de viajes y la librería juntas sería económicamente positivo”, señala Miguel Briongos, socio y gerente de De Viaje. El tiempo ha confirmado que la estrategia del multiespacio funciona. Tan es así que después de siete años en la calle General Díaz Porlier, “se vieron obligados” a ampliar el negocio. “Necesitábamos más espacio y una buena localización”. Y de los 300 metros cuadrados, pasaron a los 600 actuales; de General Díaz Porlier, a la comercial calle Serrano, su actual ubicación. “Aprovechamos ese ciclo para incluir los complementos de viaje y el salón de actos”, añade Miguel. No obstante, este emprendedor afirma que se mueven en sectores de negocios “problemáticos”. El índice de lectura en España no crece y en los viajes los márgenes son cada vez más bajos. Sin embargo –y ése es el auténtico valor de un negocio híbrido–,
“en nuestro caso la unión de ambas, desde el punto de vista comercial y de servicio, nos ha fortalecido. Hay un continuidad entre una y otra. Por que al final casi todos nuestros clientes de la agencia de viajes lo son también de la librería. Es el secreto de nuestra fórmula”, confiesa. De Viaje factura unos 16 millones de euros: 15 millones sólo a través de la agencia y un millón entre la librería y la tienda de complementos. Miguel reconoce la eficacia que tiene las charlas y conferencias del salón de actos: “Hemos conseguimos que escritores y viajeros contribuyan con sus experiencias a la creación de esta comunidad. Con ello creamos un entorno de atención”.