La satisfacción de Padura está justificada ya que esta simbiosis le ha permitido consolidar la oferta del videoclub, siempre expuesta a la competencia de Internet y del top manta. Otros han desaparecido.
“El 70% de la facturación procede del café y take away; el 30% restante, del videoclub”, señala. Carlos reconoce que esos porcentajes han variado en estos cinco años según los “caprichos del mercado”, y sin embargo, ser un multiespacio “nos ha permitido mantener la facturación global, sin apenas variaciones significativas, en todos estos años”.
La superficie del local, diáfano y de diseño funcional, se distribuye entre la zona del videoclub (123 m2) y el espacio de café-take away (184). Las áreas están diferenciadas. A la derecha de la entrada principal se encuentra la estantería del videoclub, con una oferta de películas de autor y 5.390 referencias. A la izquierda, y hasta el fondo del local (que antes fue una tienda de muebles), grandes ventanales iluminan la zona de mesas y butacas donde degustar un café o comer una ensalada, pasta, sushi o yogur bio (el aforo del local es de 70 personas).
Y en el centro, en un mostrador frigorífico, la oferta gastronómica,“fresca y variada, que elaboramos nosotros mismos”, señala Carlos. Completa la distribución una pequeña barra. Y todo ello en un ambiente tranquilo en la bulliciosa Chueca.
“La elección de este multiespacio ha funcionado. Muchos clientes alquilan una película y acaban tomándose algo en el área de café o se llevan comida para casa”, señala. Y, además, “la gestión es muy fácil”, reconoce. “Aquí no hay camareros ya que el concepto de self service elimina la necesidad de empleados”.