El problema en este tipo de préstamos es que no hablamos solamente de dinero sino también de sentimientos. “Entre familiares, lo normal es que no se haga ningún tipo de reclamación y el prestador afronte la pérdida sin más”, en palabras de Concepción Varela quien reconoce, no obstante, “que hay casos en los que las cosas no terminan nada bien”.
“Considerar al inversor familiar como un inversor no familiar”. Ésta es una de las claves que apunta Carlos Julio Moya, psicólogo y empresario, para evitar que los conflictos empresariales trasciendan al ámbito familiar.
Según éste experto uno de los principales errores radica en no separar claramente el rol de socio del familiar. “Se equivoca quien piensa que por el mero hecho de estar en familia no hace falta conducirse con el mismo rigor que con un desconocido. Es una primera actitud inadecuada que puede conducir a otra serie de errores”. Lo cierto es que, tanto si el negocio va bien como si sale mal, los conflictos familiares siempre pueden surgir. Lo que Carlos Moya considera que hay que hacer siempre es hablarlo.
¿Préstamo o aval?
El procedimiento habitual es recibir el dinero o que los familiares avalen con sus bienes ante la entidad financiera a la que nos dirigimos para solicitar el préstamo. ¿Cuál de estas fórmulas es más recomendable? Jesús Villar, de Yncide, lo tiene claro: “Mejor que te anticipen en dinero si pueden hacerlo que avalarte ante un crédito bancario”.
Sin embargo, Javier Quintana se sitúa en el lado contrario. “Entiendo que es mejor avalar la gestión con tu patrimonio familiar que el desembolso efectivo del dinero, aunque suponga un coste mayor. Avalar significa hacerte cargo de las deudas del prestatario hasta que alcanza tu patrimonio, no más”. Patricia López relativiza la cuestión. “La ventaja que tiene el aval es que si el empresario va pagando las deudas contraídas, el familiar se queda como está, no adelanta nada.
El problema surge cuando no paga. En este supuesto, el avalista, además de tener que responder con sus bienes, tendrá que ir abonando los gastos ocasionados por la demora y una serie de tramitaciones”. Para la profesora de Derecho Civil en la Uned, “en cualquier caso, habría que analizar el talante de cada uno porque, en ocasiones, el hecho de estar avalado por tu padre puede ser el mejor estímulo para trabajar mientras que, en otros, puede impulsar la dejadez”.
Enrique Panduro, fundador de Mc Informáticos
“Para evitar malentendidos, informé al resto de la familia”
Mc Informáticos, con sede en Badajoz, es una empresa mayorista de componentes informáticos especializada en Terminales Punto de Venta (TPV) y accesorios. Cuando Enrique Panduro decidió montar la empresa tenía 29 años y, aunque tenía un importante bagaje profesional, no reunía el capital necesario para arrancar. Su familia contribuyó con el 40% del capital total inicial. Su experiencia es la siguiente: “Después de crear la sociedad, acondicionar el local y acumular la mercadería necesaria, surge lo que no tienes previsto en el plan de empresa.
El material se acaba antes de tiempo y los fabricantes no se arriesgan a anticiparte por el riesgo que implica una nueva empresa. Fue en este momento cuando tuve que recurrir a la familia. Aproveché una comida para exponerles mi situación. Mis padres accedieron y me prestaron ayuda. Ambas partes dimos el procedimiento por válido y no llegamos a firmar ningún documento. Sí me preocupé fue de informar al resto de los familiares más cercanos para evitar malentendidos”. Enrique Panduro entiende el respaldo familiar como “un pilar fundamental para poder dirigir una empresa”. No es partidario de la fórmula del aval: “Lo único que garantiza es el pago a los acreedores y muchos de los fabricantes no lo aceptan por desconfianza hacia las empresas de nueva creación”.