Nuestro país está viviendo un proceso de envejecimiento constante que se prolongará a lo largo de los años, hasta el punto que, según la proyección del organismo estatal, en 2066 habrá más de 14 millones de personas mayores, el 34,6% del total de la población.
“Las personas de la tercera edad ocupan un porcentaje cada vez mayor en la demografía. En los últimos años la sociedad ha experimentado una reducción de la natalidad, la mortalidad y un aumento de la esperanza de vida. Estas cifras suponen una oportunidad de negocio sólida”, sostiene Francisco Broto, fundador y CEO de Tinnwork, empresa creadora de la app para mayores REDDiary.
El mundo de hoy en día no se entendería sin la tecnología y las interacciones de las personas con ellas. Pero si bien un alto porcentaje de la población son nativos digitales y otro número importante han convivido con estas herramientas gran parte de sus vidas, existe otro colectivo, el de la tercera edad, cuya relación no es tan natural.
Y eso que son cada vez más los mayores que están “conectados”. Según un reciente estudio de Obra Social La Caixa, el 70% dispone de smartphone y accede a Internet desde el móvil. Casi la mitad de los encuestados (45%) posee tablet. Además, un 7% reconoce tener una videoconsola y jugar con ella, y un 4% aseguran poseer cámaras deportivas con el fin de grabar películas y realizar fotografías. En concreto, la media de dispositivos de nuestros pensionistas es de tres unidades por persona. Y no se olvidan de las redes sociales. Un 46% asegura utilizarlas con regularidad. En cuanto a Whatsapp es empleado por siete de cada diez jubilados y dos de cada diez usa Skype para comunicarse con familiares y amigos. “Cada vez hay más personas que usan la tecnología. Si la tecnología es fácil, todos podemos utilizarla, independientemente de la edad. Si te lo explican bien y practicas cómo, no hay brecha digital”, sostiene Stephan Biel, asesor y formador de innovación en Biel Consulting.
Silver economy
Y eso que, a pesar de su gran número y peso económico, aún resulta un nicho poco conocido. Es cierto que las personas muy ancianas van perdiendo capacidades y reducen sus compras, pero a los 65 años la mayoría se encuentran con un estado de salud bastante bueno, lo que unido a que están libres de cargas económicas, los convierte en unos usuarios la mar de atractivos. “A nadie se le escapa que debido a las tendencias socio-demográficas la ‘silver economy’ representa un mercado de tamaño muy considerable”, reconoce Oriol de Pablo, cofundador y CEO de Joyners, una multiplataforma de asistencia domiciliaria.
Ese ‘silver market’ o ‘mercado de plata’, por referencia al pelo canoso de los mayores, verá su máxima eclosión en los próximos años ya que, como advierte Rafa Ferre, CEO de Neki, compañía encargada de introducir dispositivos GPS en accesorios de moda, la generación del baby-boom llegará a la edad de jubilación en torno a 2024, lo que a su parecer “conllevará nuevos retos, pero también muchas oportunidades de negocio”. “Todas las empresas que consigan hacer marca y posicionarse a día de hoy, tendrá una ventaja considerable cuando llegue ‘la oleada’ de la tercera edad a España”, estima.
Además, no hay que dejar de lado otro problema importante que se nos avecina: “Cada vez hay más personas mayores, y o reinventamos los servicios destinado a su protección, o no va a haber presupuesto para cubrir el sistema actual”, advierte Fidel de la Hoya, director de la empresa de asistencia domiciliaria Sensovida. Efectivamente, el Estado cada vez dispone de un presupuesto más justo para dar cabida a todas las necesidades de la tercera edad, cuyo número de miembros no para de crecer. De ahí que la tecnología también se postule como una herramienta de apoyo para cubrir esas demandas, al igual que los planes de pensiones privados facilitan el ahorro a los ancianos ante los problemas de viabilidad del sistema de pensiones público.
Algo que ya saben muchos emprendedores de este ramo, pero que también tienen en cuenta las personas mayores, que cada vez piden más productos y servicios tecnológicos. No obstante, son sabedores de que se han convertido casi en una necesidad para acceder a ciertos artículos o servicios que se ofrecen desde las empresas y las instituciones públicas, pero también en una oportunidad para aprender nuevas habilidades y relacionarse con su entorno social.
Como usuarios activos de estas tecnologías, las utilizan para hacer tareas de todo tipo, como el resto de la población (ocio, formación, gestión administrativa, etc.). Pero incluso como meros perceptores de servicios apoyados en las TIC, como la teleasistencia domiciliaria, estas les permiten prolongar su vida en su ambiente natural con mayor protección.
Retos para los emprendedores
No hay que olvidar que para los mayores las tecnologías llevan implicadas una serie de características que ellos valoran especialmente, como son la autonomía, para no depender de nadie; la seguridad, ante los temores que provocan las pérdidas de capacidades; la información, que les permite estar conectados con la realidad; y la comunicación, para evitar quedarse solos.
Unos aspectos que los emprendedores deben saber sacarle provecho, toda vez que también se encuentran con un gran escollo: la mentalidad más cerrada de los mayores. Es un target en el que es difícil introducir productos y servicios nuevos, ya que las personas mayores suelen ser más reacias a las novedades, pues si algo les funciona y les gusta prefieren no cambiar. Una postura que choca con la propia idiosincrasia de la tecnología, en continuo desarrollo, lo que les obligaría a estos veteranos a estar adaptándose cada poco tiempo.
Por ello, los productos y servicios dirigidos a los mayores deben ser fácilmente accesibles, que no les cueste usarlos, y que tengan una aplicación útil para su día a día. Los “launcher” de los teléfonos móviles, que hacen más grandes los caracteres o facilitan la búsqueda de funcionalidades son un claro ejemplo. “Existe una gran brecha digital entre las personas jóvenes, quienes utilizan los avances tecnológicos como una parte rutinaria de su vida, y personas mayores, que en muchas ocasiones tienen dificultad para su acceso. Algunos avances tecnológicos suponen nuevas dificultades para las personas mayores”, defiende Broto, de Tinnwork.
Además, los aparatos y aplicaciones deben tener diseños sencillos y directos. Mientras en otros grupos de edad la estética es importante en el proceso de compra de tecnología, en el caso de las personas mayores prima el minimalismo y la concisión, en los que se dé relevancia a la información crítica y se relegue el resto. “La clave está en el empoderamiento, y el diseño centrado en las personas (tener visión holística)”, asevera Stephan Bien, de Biel Consulting.
¿Por qué apostar (y por qué no) por los mayores?
En cualquier caso, el segmento de la tercera edad tiene grandes ventajas que tiene que tener en cuenta cualquier emprendedores que apueste por este target:
Resurgir económico. La recuperación económica ha sido un potenciador de los negocios, pero en los que tienen que ver con la tercera edad ha sido un auténtico revulsivo. Ya no solo se dispone de más renta para gastar, sino que en algunos servicios se ha recuperado la demanda, como en los relativos a la asistencia a los mayores: “La bajada del paro hace que más usuarios deban apoyarse en cuidadores profesionales en lugar de en familiares desempleados”, afirma De Pablo, de Joyners.
Mayor capacidad de compra. A los 65 años la mayoría de las personas ya tiene pagado su piso y su coche y sus hijos ya se han independizado. Además, disponen de unos ingresos fijos que, en la mayoría de los casos, no van a perder (el temor al paro no pende sobre ellos). Ello facilita la compra de artículos de todo tipo, incluidos los tecnológicos. “La generación del Baby Boom representa casi la mitad del gasto de consumo de bienes empaquetados y controlará el 70% de la renta disponible en 2020”, confirma Stephan Biel, de Biel Consulting.
Gran peso del ocio. Una parte importante de sus ingresos lo pueden dedicar al ocio, ya que no tienen grandes gastos que acometer ni importantes previsiones de ahorro (muchos ya no se plantean cambiar de casa o guardar para la universidad de los hijos). Además, la mayoría ya no trabajan, por lo que disponen de todo el tiempo del mundo para dedicárselo a ellos mismos (incluso para aprender sobre tecnología).
Pero no todo son ventajas. Como en cualquier otro sector, el emprendedor debe tener en cuenta algunos hándicaps propios del público al que se dirige:
Menores capacidades. A medida que cumplimos años nuestras capacidades se van debilitando: nos movemos menos, oimos y vemos peor, perdemos coordinación… Por eso, aunque muchos artículos se pueden adaptar, llega un momento en que dejan de ser útiles para esas personas, que ya no lo pueden (o no quieren) usar. “Al cabo de 1 ó 2 años los portadores de nuestros dispositivos se suelen dar de baja porque han pasado a ser dependientes o les han enviado a una residencia”, dice Ferrer, de Neki.
Rechazo a lo complicado. “Las personas mayores que no están familiarizadas con las nuevas tecnologías, les resultan complicadas y se sienten inseguros con ellas. Esto provoca un rechazo al uso de nuevos aparatos”, reconoce Broto, de Tinnwork. Se trata de uno de los grandes obstáculos con los que se enfrentan los emprendedores de este sector, que les obliga a tener que simplificar cuanto les sea posible sus artículos.
Dependencia de los hijos. En ocasiones los mayores van perdiendo facultades a un gran ritmo, lo que obliga a sus hijos a tomar decisiones por ellos y que sean estos últimos los compradores, aunque los usuarios finales sean sus padres. Y no siempre los hijos están dispuestos a hacer ese desembolso: “Cuando se compra para niños se ve como ‘una inversión’ y cuando se compra para las personas mayores, se ve como ‘un gasto’ y tienen que hablar entre los hermanos para ver quién lo paga”, afirma Ferrer, de Neki.