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31 May, 2023

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¿Alguna vez te han robado una idea un socio, un jefe o un compañero de trabajo?

Antes de poner en marcha una idea, el emprendedor se enfrenta a cientos de dudas. Contar tu proyecto no es malo si sabes cómo y a quién hacerlo. Pero toma precauciones: puede haber un pirata que quiera arrebatártela.

¿Alguna vez te han robado una idea un socio, un jefe o un compañero de trabajo?

Es frecuente que el emprendedor que tiene una idea de negocio dude si contarla o no a otras personas. Lo cierto es que, según los expertos, contarlo tiene ventajas.

La primera de ellas es que es bueno testar nuestro proyecto con terceras personas para que nos den su punto de vista ya que suelen ofrecer una visión más objetiva y analítica. Además, verbalizar el proyecto contribuye a hacer más patentes sus debilidades y fortalezas. Y, por último, también podemos aprender de los errores ajenos.

Los expertos dicen que la práctica de robar ideas ajenas es más un mito que una realidad. Tanto los bussiness angels como las sociedades de capital riesgo buscan más equipos gestores que ideas. Además, hay que tener en cuenta que un negocio es tanto o más la gente que lo forma que la propia idea.

¿Alguna vez te han robado una idea un socio, un jefe o un compañero de trabajo?

Dirígete a inversores profesionales

El primer consejo es que acudas a inversores profesionales: business angels asociados en networks (redes), sociedades de capital riesgo, bancos, entidades de crédito o similares. “Los primeros interesados en mantener una postura ética son ellos mismos porque se juegan su prestigio y su continuidad como empresa,” indica Juan Roure, profesor de Iniciativa Emprendedora en el IESE.

Cuando se trate de inversores no profesionales, extrema las precauciones: no te dirijas a empresas del sector porque pueden tener mayor capacidad que tú para poner la idea en marcha y busca garantías de que son de confianza. Tendrás que dejarte guiar por tu propia intuición, pero, en cualquier caso, ten en cuenta el siguiente consejo.

¿Alguna vez te han robado una idea un socio, un jefe o un compañero de trabajo?

Guárdate la información principal

Muestra sólo la punta del iceberg. En la primera reunión con el inversor o el cliente potencial le cuentas sólo la idea general. Se trata de realizar un sumario ejecutivo, el famoso ‘Convencer en cinco minutos’. Qué quieres hacer, qué necesidades cubres y con qué equipo cuentas. Y sólo informarás sobre cómo lo vas a hacer cuando hayas tenido varias reuniones y el inversor esté realmente interesado. No obstante, intenta guardarte la información principal, aquella que te puede diferenciar de tus competidores. Haz hincapié en la valía de tu equipo, en vuestra experiencia y formación. Si es un inversor avezado, sabrá reconocer el valor añadido de los gestores y, si es un cliente, sólo necesita saber lo esencial.

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¡Sé el primero!

Es importante tener en cuenta los plazos. “Cuanto más lejana esté la fase de desarrollo de la idea de su ejecución, más fácil será que te copien”, sentencia Roure. Eugenia Bieto, directora general de ESADE va más allá: “He visto triunfar una idea frente a otra por la velocidad en ponerla en marcha. Acelera el tiempo que va desde que se te ocurre la idea hasta su puesta en funcionamiento y evitarás imitadores”. Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de los negocios, lo que cuenta es ser el primero en llegar.

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No olvides registrar tus innovaciones

Cuando se trata de un proyecto tecnológico es imprescindible patentarlo o registrarlo. El valor de la compañía puede residir en ese desarrollo. En la oficina de patentes y marcas puedes encontrar todas las tasas. Aquí conviene tener en cuenta algunos pasos.

Si eres una empresa que investiga, haz un estudio de patentabilidad del sector, así ves si realmente puedes proteger los resultados. En segundo lugar, haz un estudio para extender la patente, cuánto mercado puedes abarcar y si te interesa económicamente extenderla a otros países. Lo normal es hacerlo para España, Europa, Japón, EE.UU. y China. Y, por último, debes decidir si comercializarás tú mismo la patente o si la vas a licenciar.

Cuando se trata de empresas que no investigan, pero que tienen una idea para comercializar y les falta el potencial investigador, se trabaja de dos formas: Se licencia una patente a un tercero, adquiriendo los derechos de usarla a cambio de los royalties, o te aproximas a alguien que haga investigación (universidades o centros públicos).

Existe un organismo, que se llama OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación), encargado de negociar un convenio o contrato para realizar una serie de actividades, donde se recogen unas cláusulas de confidencialidad y exclusividad y se fija la propiedad de los resultados obtenidos.

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Soluciones para impedir la copia

Coletilla en el e-mail y en documentos. Al final de cada correo o en los documentos que intercambies con inversores y proveedores, puedes añadir un texto en el que se especifique que la propiedad intelectual de todo lo que aparece en el correo es del emisor del mensaje. Con este simple texto, el posible pirata puede evitar la tentación de robarte la idea.

Burofax instando a retirar la copia. El burofax es un documento fehaciente de contenido y de texto que tiene valor de carta notarial. Una página con acuse de recibo y con certificado de texto cuesta unos 20 euros. En él debes hacer constar que sabes que se ha producido un plagio y que, si no se retira la copia en un plazo determinado, procederás con las medidas legales oportunas.

Sellos de agua. Es un sistema que permite evitar las falsificaciones. Se trata de una marca que aparece en el papel, normalmente visible a trasluz, en la que se puede poner la leyenda que se desee. Si lo que quieres es proteger tu propiedad, inclúyelo así en la marca. Existen sellos de agua digitales para proteger las imágenes de falsificaciones.

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Contratos de confidencialidad

Las consideraciones. Es todo aquello a lo que hace relación el contrato de confidencialidad. Es decir, la información, negocio, proyecto o desarrollo tecnológico, entre otros aspectos.

Las cláusulas. Son todas las especificaciones que queramos incluir dentro del contrato. Normalmente suelen referirse a los siguientes elementos:

Las partes: son las personas, físicas o jurídicas. En el caso de que sea una persona jurídica, deberá aparecer en el contrato el representante legal de la misma. En las cláusulas también se suele hacer referencia al posible conocimiento de otras personas involucradas y la obligación de respetar la confidencialidad por parte de terceros.
Definiciones: en las cláusulas suele ampliarse el concepto de consideraciones, desarrollando al máximo los contenidos que queremos que queden sujetos a confidencialidad.
Excepciones: todo contrato de confidencialidad incluye un apartado de excepciones que alude a aquellos casos en los que es posible romper la confidencialidad y que, normalmente, se refieren al mutuo acuerdo o a las condiciones en las que se puede rescindir el contrato.
Sanciones: debe incluirse las normas legales o la jurisdicción a la que se someten ambas partes en caso de conflicto.
Plazo: el contrato de confidencialidad hace referencia a un plazo concreto de tiempo, a partir del cual ambas partes quedan exonerados del cumplimiento de la confidencialidad.

El problema es que, por un lado, “en un juicio resulta muy difícil demostrar su incumplimiento” y, por otro, que muchos inversores no quieren firmarlos ya que les ata e impide suscribir otros proyectos que les llegue después.

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