Si has sentido alguna vez el impulso irrefrenable de crear algo de la nada, sueñas con construir tu propio proyecto y además, no desistes fácilmente cuando te empeñas en algo, es posible que tengas un talento innato para el emprendimiento.
Pero, ¿existe realmente la cualidad natural de emprendedor o emprendedora? Lo que sí es cierto, es que hay rasgos de la personalidad y facultades que hacen que algunas personas sientan ese deseo por la iniciativa y la determinación por lograrlo, junto con habilidades que les van a ayudar a conseguir el éxito futuro en su empeño.
Entusiasmo, creatividad, constancia, don de gentes, capacidad para tomar decisiones… Son muchas las aptitudes que ayudan a iniciar y desarrollar con éxito tu propio proyecto. La buena noticia es que no tienes que tenerlas todas. Es más, muchas de ellas se pueden aprender, desarrollar y perfeccionar con la experiencia.
Las dos ‘pes’ del éxito
Si hay dos rasgos que definen a la persona emprendedora de vocación son la pasión y la perseverancia. La ilusión por lograr una meta o alcanzar un sueño es el motor más poderoso para impulsar a la acción. Pero, también, es lo que hace mantenerte con firmeza y ser constante cuando llegan las –casi inevitables– dificultades, las muchas horas y esfuerzo que hay que dedicar al proyecto, los fracasos y errores…
Claro que hay personas que emprenden por necesidad más que por ilusión. En ese caso, la falta de pasión se puede suplir por la dedicación y la constancia. Al fin y al cabo, el ímpetu por la supervivencia puede ser también una intensa motivación para enfocarte en tu objetivo.
Algunas opiniones expertas señalan que, a la hora de emprender es incluso más importante la resilencia que el talento. El mismo Juan Roig, presidente de Mercadona, asegura que “para emprender, lo importante no es tener una buena idea, sino saber cómo ejecutarla correctamente”.
Y ahí es dónde entran el resto de habilidades para tener éxito.
En busca de retos
Sean innatas o aprendidas, estas son algunas de las aptitudes que te ayudarán a llegar a tu objetivo con mayor fortuna:
– Iniciativa
Sin ella es imposible emprender nada. Bien sea porque lo llevas en tu ADN –y necesitas crear algo propio, aunque aún no sepas qué– o porque buscas cumplir un sueño, las ganas de ser independiente y gestar tu propio negocio serán el punto detonante para lanzarte a por ello.
– Afán de superación
Hay personas que siempre buscan nuevos retos, tienen una gran curiosidad y están constantemente aprendiendo. Esto les lleva a encontrar nuevas líneas de negocio, nuevos mercados, a aceptar las críticas y detectar sus propios límites (siempre que no pequen de un exceso de confianza).
– Intuición y visión de futuro
En un mercado tan cambiante como el actual, la capacidad para anticiparse al futuro es un valor casi imprescindible para emprender con éxito. Tarde o temprano, tendrás que enfrentarse a resolver problemas o tomar decisiones clave en momentos de máxima incertidumbre.
– Capacidad para crear oportunidades
“Un emprendedor ve oportunidades donde otros solo ven problemas”, subraya el autor estadounidense Michael E. Gerber. El carácter observador y la curiosidad innata permite detectar ocasiones de negocio innovadoras y creativas. Claro que tener buen olfato tiene que ir acompañado de un buen análisis de la viabilidad o del interés que puede tener el producto entre el público potencial.
– Autoconfianza
Conocerse a uno o una misma y saber dónde están tus límites son las bases para sentir seguridad y claridad en lo que quieres y cómo lo vas a conseguir. Por eso, las personas que poseen esta cualidad son más resistentes a las dificultades y superan mejor sus miedos.
– Asumir riesgos
Sin la capacidad de arriesgarse sería casi imposible dar el primer paso a la hora de emprender un negocio ya que, por muy bueno que sea el proyecto, el éxito siempre es incierto. Por eso, la capacidad de aceptar el riesgo es una cualidad que posee toda persona que se lanza a emprender.
– Resistencia al fracaso
El mejor empresario o empresaria se hace de muchos malos negocios y eso lo saben la mayoría de los que han llegado al éxito. Por eso, asumir los fracasos y los errores como parte del camino y aprender de ellos en lugar de hundirse es una máxima que te ayudará a conseguir tus objetivos.
Si cuentas con algunos de estos rasgos, es probable que tengas madera de emprendedor o emprendedora. Desarrollar ese potencial y complementarlo con otras habilidades que puedes aprender por el camino, como la capacidad de negociación, técnicas de comunicación u organización, darán solidez, seguridad y fluidez a tu iniciativa.
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