Al indagar en el origen de los nombres de las franquicias –elementos capitales en cualquier marca-, uno amplía los conocimientos geográficos adquiridos en su etapa colegial y enriquecidos después en la Universidad y, sobre todo, en la vida.
Si la cadena murciana de heladerías Llaollao nos llevaba a la Patagonia argentina para recordar cómo surgió tan sonoro nombre, ahora, y de la mano de la inmobiliaria Adaix, viajamos a Francia, a un recóndito pueblecito de la Borgoña llamado Daix. Un lugar que, según consultamos en el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos de Francia, contaba en el 2012 con una población de 1.477 habitantes.
Ahí se encuentra el germen de la marca, una historia con connotaciones familiares y sentimentales, como rememora su fundador, Alain Brand (en la foto). “El origen está en el bisabuelo de mi padre. Él nació en Daix y trabajó como constructor día y noche para levantar a la familia. En este sentido, queríamos que nuestro nombre reflejase el esfuerzo de mi antepasado y la llegada de nuevos pensamientos”. De la unión de esas dos generaciones, surgió Adaix, resultado de la fórmula Alain + Daix.
¿Pero cómo fue el proceso para elegirlo?, ¿fue muy meditado?, ¿tardaron semanas en dar con él?… “Lo discutimos en familia y fue fácil llegar a un acuerdo. Es más, en una tarde teníamos el nombre”.
Y al margen de reconocer la valía y profesionalidad del antepasado de Brand, en la elección del nombre también pesó el hecho de que era “corto y fácil de recordar”.