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01 Abr, 2023

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De desempleado a emprendedor… ¿acierto o error?

Perfil de este asociado: mayores de 45 años, en situación de desempleo tras años de trabajo estable y temerosos de que el mercado laboral no vuelva a acogerles.

El informe publicado en 2015 por la Asociación Española de Franquiciadores (AEF) -en breve publicarán el estudio de este año- anticipaba como conclusión principal que “el sistema de la franquicia vuelve a la senda del crecimiento en nuestro país”. La afirmación venía avalada por datos como que, al cierre de 2014, se habían registrado un total de 1.199 franquicias, 112 redes más que el año anterior, de las cuales 988 eran de origen nacional y las 211 restantes extranjeras. La facturación sumada por todas ellas durante el ejercicio de referencia fue de 25.879,5 millones de euros, el 0,5% más que el año precedente.

Comparando el comportamiento de la franquicia entre los años marcados por la crisis económica (2008-2014), “el sistema sale claramente reforzado”, recogía el informe, puesto que en dicho periodo se experimentó un incremento del 37% en cuanto a redes y de un 9,5% en lo que respecta a nuevos establecimientos, 5.564 más en 2014 que en 2008.

No existen datos oficiales que indiquen cuántos de estos nuevos franquiciados optaron por esta vía como solución al desempleo, pero sí que son muchas las enseñas que asocian parte de su crecimiento a esta situación, utilizándola, incluso, como reclamo. El perfil medio corresponde a una persona o parejas mayores de 45 años que se ven en el paro tras una larga trayectoria profesional estable. Ante la incertidumbre del futuro del mercado laboral, optan por el emprendimiento destinando a ello parte o todos sus ahorros.

La oportunidad que ven en la franquicia es que se trata de un modelo de negocio de éxito probado, que va a poner a tu disposición un equipo profesional y una infraestructura potente que servirá para tutelar cada paso en tu debut empresarial. Muchas veces la jugada sale bien pero hay también casos de verdadero infortunio en el emprendedor novel.

Dos ejemplos

Jorge Segundo Dartayet, de 47 años, y su mujer se quedaron en paro hace un tiempo. Procedentes ambos del sector de la hostelería, Jorge había trabajado 3 años como charcutero para Taberna el Papelón, en cuya cadena terminó franquiciándose. Es su primera experiencia como emprendedor, andadura que inició hace aproximadamente 5 meses. “La evolución ha sido positiva. Si es cierto que los 2 primeros meses nos sirvió de aprendizaje y para situarnos en el lado del “empresario”, centrándonos mucho en el control de los gastos del negocio, a partir de ahí hemos conseguido mejorar incluso las ventas respecto a históricos y las expectativas están siendo cubiertas hasta la fecha. Hay que tener en cuenta que era un negocio ya consolidado, con 3 años de funcionamiento, con lo que nuestra apuesta era mejorarlo con nuestro esfuerzo”, declara Jorge Segundo. Este reconoce también haber consultado el contrato previamente en una asesoría.

Muy diferente ha sido la experiencia de Luisa Olarte, a punto de cumplir 50 años. Tras el cierre del grupo editorial donde había trabajado durante más de 20 años, decidió invertir todos sus recursos económicos para unirse a una importante red de supermercados. “Me dieron el sí inmediatamente y me procuraron financiación con una de sus entidades bancarias colaboradoras. A los pocos meses de apertura empecé a sentirme como una empleada que les llevaba la tienda, ni como propietaria ni como gestora, porque ni siquiera decidía el suministro. Los pagos se fueron haciendo cada vez más elevados, independientemente de la facturación, y yo veía que mi grado de endeudamiento cada día era mayor. Según ellos, la culpa era siempre mía y de mi inexperiencia, pero estaban advertidos. Esperé un año y pasado este plazo decidí abandonar la cadena. Se habían comido todos mis ahorros de 20 años, mi plan de pensiones, la capitalización del paro y todavía me reclama la cadena una deuda de algo más de 57.000 euros”.

¿De quién es la culpa?

“El porcentaje de fracaso o éxito no depende de la vía de obtención de recursos financieros”, precisa Yolanda Martín, abogada de Consulta Session. “Los fracasos obedecen a factores de distinta índole como emplazamiento, coyuntura económica del país … si bien las principales razones de fracaso de una franquicia apunta a las dos partes, al franquiciador y al franquiciado”.

“Al franquiciador porque, lamentablemente, en la actualidad la fórmula de la franquicia es un concepto bastante prostituido. Existen múltiples enseñas que se publicitan como franquiciadores sin serlo”. En cuanto a los errores que apuntan directamente al franquiciado, según Yolanda Martín, “devienen en gran medida de sus habilidades como empresario independiente y de su implicación en el negocio. Por increíble que parezca, existe un porcentaje elevado de empresarios franquiciados que tiene la falsa creencia de que con el simple hecho de adherirse a una franquicia, el negocio va a funcionar, cuando la realidad es bien distinta: la franquicia te otorga las herramientas necesarias para que el negocio sea un éxito, si bien la utilización y aplicación de las mismas dependen del asociado como empresario independiente”.

Claves para no equivocarte

En caso de no pactar una solución a las desavenencias, será el juez quien dirima la responsabilidad de las partes. Sin embargo, para evitar situaciones de conflicto, conviene al franquiciado adoptar ciertas precauciones antes de firmar el contrato definitivo. Éstas son algunas de las que recomiendan los expertos:

-Antes de animarte a emprender hay dos consideraciones que la Asociación Española de Franquiciadores (AEF) considera fundamentales: elegir bien la actividad y analizar tu capacidad financiera. El sistema de franquicias se desglosa en 41 sectores -según la patronal- entre los que puedes elegir conforme a tus gustos, experiencia profesional, momento que atraviesa el sector en el mercado, competencia…son variables en cuyo análisis debe detenerse el aspirante a franquiciado sin anteponer siempre la rentabilidad.

Por otro lado, entre los 41 sectores y dentro de las enseñas que integran el sistema de franquicia, hay rangos de inversión para todos los bolsillos favoreciendo opciones asequibles de autoempleo. En estos casos, Xavier Vallhonrat, presidente de la AEF, recomienda iniciarse en una franquicia de bajo coste y no dejarse llevar sólo por la popularidad del nombre de la enseña. Asimismo, aconseja disponer, al menos, de un 60% en recursos propios de la inversión inicial necesaria. Ahora bien, “tener el dinero tampoco es suficiente para que una franquicia vaya bien”, advierte Vallhonrat. “Lo primero que debe plantearse el franquiciado es que va a trabajar mucho, aunque pague por ello, y si es capaz de seguir las pautas que le dictan”. Igualmente sospechoso es, en su opinión, cuando el franquiciador se preocupa sólo por la disposición de capital del franquiciado, ignorando su perfil y bagaje profesional.

Estudiar y comparar las enseñas, antes de decantarse por una u otra, informarse de la actividad comercial de la zona de emplazamiento y pedir opinión a otros franquiciados, integran también el manual de las buenas prácticas. Y “a la menor duda, falta de afinidad o desconfianza, lo mejor es dejarlo inmediatamente, aunque las negociaciones estén avanzadas”, dice Vallhonrat.

-A nivel jurídico. Antes de suscribir la 50 páginas que suelen componer un contrato de franquicias, la primera recomendación de Sara Llorca, especialista en Derecho Mercantil de Casado Mena Abogados, es practicar la “abogacía preventiva”, esto es, consultar con un profesional las cláusulas del contrato antes de firmarlo. “Merece la pena invertir 200 euros o lo que sea en la revisión, teniendo en cuenta que se trata de un contrato mercantil donde ambas partes son consideradas en condiciones de igualdad”. Aconseja también Sara Llorca “mucha cautela en el punto de permanencia”, proponiendo la introducción de cláusulas que permitan la revisión del contrato, anticipándote a situaciones como incumplimiento de las previsiones de facturación y “no acarrear pagos fijos te vaya como te vaya”.

Conviene, igualmente, extender la precaución a las condiciones de financiación dado que, en el supuesto de requerirla, el compromiso es doble: con la franquiciadora y con el banco.