Siempre me gustó la palabra emprendedor, porque trasmite la idea de acción, ilusión por comenzar algo nuevo y perseguir una misión, una idea. Pero ser emprendedor está inexorablemente vinculado a la palabra crisis. Un emprendedor de éxito es aquel capaz de enfrentarse y gestionar los ingredientes propios de toda crisis: miedo, angustia e incertidumbre. Y ahí es donde reside la clave de su éxito. Por eso pienso que en el momento en el que nos encontramos el emprendedor va a liderar la remontada.
Todavía siento una sensación extraña cuando escucho o leo la palabra coronavirus, me cuesta mencionarla. Me genera una mezcla de dolor, respeto e incredulidad. Dolor por el drama humano que está causando entre nuestros compatriotas. Respeto por el extraordinario trabajo de nuestros sanitarios y personas que están en primera línea. Incredulidad porque todavía me parece imposible que algo con ese nombre haya obligado a estar en confinamiento forzado a prácticamente la totalidad de los ciudadanos de este planeta. Si hay algo que nos está enseñando este coronavirus, es que todos estamos conectados y somos más vulnerables de lo que pensamos.
Esta no es la primera crisis que vivo a nivel empresarial. El pinchazo de las puntocom en 2001, la crisis financiera de 2008 y la de deuda de 2012, me han enseñado varias lecciones que me gustaría compartir.
La primera es que las recesiones llegan tarde o temprano, la gran mayoría de las veces sin avisar y sin que se las espere, pero siempre llegan. Por lo tanto, en la época de ‘vacas gordas’ debemos estar preparados para ese cambio de ciclo, que inevitablemente llegará. La segunda es que muchas de las grandes oportunidades empresariales surgen a la salida de la propia crisis. Son difíciles de ver antes y durante la misma, pero aparecen. Los más fuertes estarán mejor preparados para aprovecharlas, pero también los más ágiles, ingeniosos e innovadores. Por eso, muchas startups saldrán de la nada y ocuparán huecos de mercado que ahora ni imaginamos. La tercera lección que he aprendido es que estas oportunidades requieren que apostemos y salgamos de la zona de confort donde todos nos solemos acomodar durante los años de bonanza.
Y son los aprendizajes descritos los que estamos aplicando en este momento en Brooklyn Fitboxing. Partíamos de cuatro años explosivos de crecimiento, multiplicando por dos el tamaño de la compañía cada año y convirtiéndonos en la primera cadena de franquicias de fitness por número de centros en España. Pero todo esto no significa nada si no somos capaces de salir reforzados de esta situación, con todos en el barco: clientes, empleados, franquiciados y central. Y para ello, el éxito de la compañía va a depender principalmente de nuestra capacidad de remontar y aprovechar las oportunidades que ya están surgiendo y surgirán. Para ello, hemos tomado una estrategia basada en tres pilares: equipo unido, conexión con los clientes y fortalecimiento de nuestros sistemas internos.
Con el fin de proteger la salud de nuestros clientes y empleados, el 13 de marzo de 2020 decidimos cerrar todos los centros de la Comunidad de Madrid y País Vasco anticipándonos a los decretos de las autoridades sanitarias. Durante ese fin de semana se cerraron todos los demás. Desde entonces nos hemos enfocado en reforzar la unidad de nuestro equipo humano y conexión entre la central y la red de franquicias. En unos momentos muy difíciles para todos, gracias al apoyo de nuestros empleados y los más de 140 franquiciados repartidos en 10 países, hemos actuado como una marca en unidad de respuesta y acción. Esta es la clave para aprovechar esas futuras oportunidades, un equipo unido que nos permita actuar con la agilidad y rapidez necesarias.
En segundo lugar, una vez inmersos en la situación de confinamiento impuesta, hemos aumentado las actividades destinadas a empatizar y conectar con nuestros clientes. Tres días después del cierre de los centros, lanzamos un sistema de clases online para que nuestros clientes pudieran entrenar desde casa de manera gratuita. Esto nos ha permitido acompañarlos y estar todavía más cerca de ellos en estos momentos difíciles.
Cuatro semanas después del inicio del confinamiento, además, creamos Brooklyn Fitboxing Home, un proyecto solidario en cooperación con Médicos sin Fronteras y Save the Children, donde se ofrecen contenidos de entrenamiento Brooklyn Fitboxing de alta calidad a cambio de la donación de todas las cuotas del servicio. Una vez que los centros abran de nuevo, este servicio estará incluido dentro de la cuota para todos nuestros clientes, reforzando sustancialmente nuestra propuesta de valor postcrisis.
Pero una vez gestionado el primer choque, haciendo equipo y buscando la manera de seguir dando servicio, debemos empezar a trabajar en la salida de esta crisis y en fortalecer los sistemas principales de la compañía. Esto es clave para aprovechar esas oportunidades que van a surgir en los meses venideros. Para ello, estamos preparando una campaña de marketing especial de vuelta a la actividad física segura, desarrollando políticas de higiene reforzada de los centros, flexibilizando nuestro software de gestión de clientes para poder ofrecer el servicio en un entorno de restricciones y mejorando nuestra tecnología de gamificación para que a la vuelta los clientes encuentren mejoras en nuestra experiencia de cliente.
Estamos convencidos de que entre todos venceremos al coronavirus. Y esta pesadilla pasará. Y nos gustaría poder sentirnos emprendedores de éxito por haber aportado nuestro granito de arena a salir de esta crisis, con unidad, fortaleza y conexión entre todos los empleados, franquiciados y clientes. Ojalá podamos mirar atrás y decir con orgullo que nadie se quedó atrás.