Detecta los datos clave
Lo primero, analiza bien qué es lo que quieres comunicar y a quién se lo vas a contar. Debes adaptar tu mensaje a los receptores, es la única forma de que entiendan tus datos.
Escoge bien los gráficos
Es una tarea compleja, por la enorme variedad de formatos que existen. Pero si lo simplificas a tus objetivos, te resultará algo más sencillo. Por ejemplo, piensa si los datos sirven para realizar comparaciones y mostrar similitudes o diferencias entre diferentes elementos. Si lo que quieres es mostrar una relación o interdependencia entre distintas variables. O mostrar la frecuencia con la que se producen determinados datos… También te ayudará tener claro para qué sirven los gráficos más conocidos:
Gráfico de líneas. Ayuda a revelar tendencias o cambios a lo largo del tiempo.
Gráfico de barras, para comparar diferentes categorías.
Gráfico circular. Los tipo quesitos o pastel ayudan a mostrar partes de un todo. Visualmente resultan muy fáciles de leer siempre y cuando no se utilicen demasiadas categorías o se representen valores muy similares.
Gráfico con iconos o imágenes. Muchos gráficos utilizan imágenes para ilustrar datos y son óptimos cuando se tienen que comparar pocas categorías con diferencias bien marcadas.
Contextualiza los datos
Los datos sólo son valiosos si sabes contextualizarlos y añadirles valor. “Para mejorar la comprensión de los mismos, utiliza cuidadosamente colores y asegúrate de que los títulos, dimensiones, líneas de cuadrícula y etiquetas de tus datos ayuden a interpretar”.
Y otra recomendación: “Elige siempre la manera más simple de transmitir tu información; esta es la regla de oro. La capacidad de interpretar, exponer, visualizar y comunicar datos es extremadamente importante para el éxito profesional”.