Si hay una empresa que conoce bien el funcionamiento de las fábricas chinas por dentro, esa es Asia Inspection, consultora que desde hace seis años realiza auditorías e inspecciones de los productos in situ. “Nos encargamos de hacer la supervisión de la cadena de producción”, explica Alex Makow. Para la empresa importadora que contrata sus servicios, “somos sus ojos en la fábrica, desplazándonos a cualquier punto de Asia en menos de 48 horas”. En esta entrevista Alex Makow nos desvela las malas prácticas de algunas empresas chinas y el nuevo entorno laboral.
Pregunta: ¿Cómo han evolucionado los estándares de calidad de los productos asiáticos?
Respuesta: China ha cambiado. Cada vez reserva más autoinspecciones en sus propias instalaciones para asegurar la calidad de sus productos. Los hijos de los empresarios chinos prefieren más la calidad, las marcas, el lujo; y eso está provocando una visión más “occidental” de los asiáticos. Esperemos que esta tendencia se traslade a otros zonas emergentes en Asia como India o Bangladesh, la segunda opción de muchos nuestros clientes en la actualidad. Por fin han entendido que si quieren vender en Europa, requieren una mejora de sus controles de calidad, y sobre todo demostrárselo al comprador europeo que desconfía cada vez más. De ahí que las fábricas mismas contraten lo que denominamos su ‘director de calidad por un día’, mucho más rentable que tenerlo en plantilla, según su opinión.
P: En la actualidad, ¿qué tipo de irregularidades más comunes detectan ustedes en las inspecciones a productos chinos, principal importador español?
R: A través de las auditorías realizadas in situ por nuestros inspectores locales se encuentran los defectos que el fabricante intenta ocultar, las subcontrataciones de las producciones que les dan poco margen, los cambios de diseño no realizados así como el incumplimiento de plazos constante con múltiples excusas.
P: En ese sentido, ¿qué normas se incumplen?
R: La más frecuente es la falsificación de documentos, test de laboratorio y certificados de calidad como los de la CE. El truco es tan fácil como que la fábrica presente o envíe al importador un documento que en la teoría es legal, pero que en la práctica es una falsificación del mismo. Es muy importante realizar una confirmación del tipo de material que se ha empleado en la muestra aprobada y luego recoger otra durante el proceso de producción. Así nos aseguramos que el test no ha sido falsificado o que sólo cumple la normativa de la muestra inicial, pero no el resto de la mercancía que está en el contenedor.
P: ¿Cómo se explica la paradoja de que los importadores europeos quieran productos cada vez más baratos con la exigencia de estándares de calidad europeos?
R: Es perfectamente viable. El hecho de fabricar en Asia no conlleva que todos los productos sean defectuosos o peligrosos, simplemente se trata de controlar lo que se importa de allí.
P: Ustedes también realizan auditorías sociales, ¿qué está cambiando en el entorno laboral chino?
R: En los últimos años hemos percibido un interés del Gobierno chino en reducir la jornada laboral. Algo que también ha ocurrido con el pago de las horas extras. Factores que han provocado la reducción en la plantilla de los trabajadores. Han entendido que manifestarse tiene premio así como un aumento de salario. Los chinos se han cansado de ‘trabajar como chinos’ y quieren ver en sus bolsillos parte del margen que gana su director de fábrica.
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Las auditorías realizadas in situ por sus inspectores locales (conocidos como los hombres de rojo) sirven para supervisar la producción de manera rápida y ágil sin que el importador tenga que desplazarse hasta allí. Su área de actuación es Asia. Ofrecen tres tipos de control de calidad: inspección de producto (288 dólares para toda China y 388 en el resto), auditoría social y de fábrica (660 dólares para China y 850, fuera) y test de laboratorio (precio según tipo de análisis demandado por el importador). El virus de la calidad. “Por fin se está empezando a propagar el “virus” de la calidad entre los fabricantes asiáticos. Hace dos o tres años fabricaban sin pararse a pensar en las consecuencias Tienen que entender que la calidad no es una opción sino una obligación competitiva. Sin calidad, pueden vender a corto plazo, pero no fidelizarán a su cliente al que le preocupa mucho más cobrar lo que ha vendido y no tener stock o producto defectuoso en sus estanterías acumulando polvo a la espera de un comprador incauto”. Atenta vigilancia. “El hecho de realizar un control permite que la fábrica esté atenta a entregarte lo que se busca y no intentar ahorrar en costes mediante una merma de la calidad. El importador está preocupado por el cambio de materias primas, las subcontrataciones a terceros, sin ser avisados, plazos de entrega que se incumplen, retrasos…”. |