El negocio funciona bien, pero en 2012, Blanca Garelly y Borja Garay decidieron cambiar la ubicación de la tienda principal.
“El primer local estaba en la mejor zona de la calle Goya –explica Blanca–. “Pero era muy pequeño (80 m2), una entreplanta casi sin escaparate y además sin rótulo, porque declararon el inmueble edificio protegido y nos obligaron a quitarlo. Pero lo peor era el coste: pagaba 3.000 euros al mes de alquiler y el dueño no quiso negociar una rebaja. Me habría ido antes, pero tenía una penalización de tres meses”. En su caso, abandonar una zona prime ha resultado positivo:
Menos costes. “Alquilamos un local de 120 m2 en la calle San Bernardo. Valoramos que estaba en una zona muy comercial, necesitaba poca reforma y el alquiler era un 40% más barato. De hecho, descartamos uno en Serrano que no requería obra, pero tenía una renta más alta. Mejor afrontar un gasto puntual fuerte, si los fijos son más reducidos”, aclara.
Menos competencia. La primera tienda tenía como vecinos a Prénatal, Chicco y El Corte Inglés: “Atraían a mucho público objetivo, pero nos obligaba a estar muy activos haciendo contraofertas a sus promociones. Ahora, apenas tenemos competidores”.
[pullquote align=’center’]“El hecho de disponer de más espacio nos ha permitido introducir marcas nuevas que antes sólo vendíamos online”[/pullquote]Nuevas líneas. “Tener más espacio nos ha permitido ampliar las líneas de negocio. Hemos introducido productos nuevos: personalizados y a medida”.
