Así lo indica el directivo Antonio Lence Moreno. Este directivo, que pertenece a la quinta generación de familiares al mando de una pequeña empresa madrileña de hostelería, recuerda que tuvo que pasar ese trance y, en estos casos, aconseja echar mano de la familiaridad y el cariño para que luego no queden resentimientos.
“En un momento dado, la empresa estaba atravesando problemas económicos y decidimos hacer una reestructuración. Se decidió que había que prescindir de una prima mía que en ese momento trabajaba con nosotros. El hecho de que fuera mi prima, que me conoce de toda la vida, porque nos hemos criado juntos, facilitó las cosas. Ella era tan consciente como yo de los problemas de la empresa y sabía que lo que le estaba contando era cierto, porque confía en mí y en mi honestidad. Tal vez, si eres un jefe no familiar, en estas situaciones puedes pensar que te la está jugando, pero en este caso, fue todo lo contrario. El cariño que nos une fue fundamental para que no quedasen resentimientos”, explica Lence.
Gestionar familiares problemáticos.
No olvides que al igual que ocurre con cualquier otro empleado, el infractor tiene derecho a que lo adviertan con antelación de cuál es el comportamiento que no piensan tolerar sus superiores y ofrecerle la oportunidad de corregirlo. También puedes contemplar la posibilidad de reubicarle en otro puesto para el que está mejor dotado. “En ocasiones, vale la pena emprender una reorganización de los puestos de trabajo y destinar a los familiares más problemáticos a áreas que los aparten del centro de acción”, aconseja Lence.
Tú debes dar la noticia.
Cuando el despido es inevitable, la responsabilidad debe recaer en el director general –opina León Danco, autor del libro Liderazgo en la empresa familiar– pues los directivos externos no han asumido el puesto para despachar a los miembros de la familia”. El experto recomienda organizarlo para que la noticia no sea dolorosa para los parientes inmediatos, ni para el resto de la familia. “La decisión no debe tomarse con precipitación y la familia debe recibir una explicación sobre los motivos”.
No obstante, Danco reconoce que despedir a alguien de la familia nunca resulta fácil y quien lo hace no puede esperar que tras dar semejante paso vaya a gozar del cariño de los demás parientes. Tarde o temprano tendrá que oír algún reproche. “Sin embargo, las personas honradas adoptan decisiones honradas. No conozco a ningún empresario que años después de haber echado a un familiar, haya creído que la resolución era injustificada, aunque sí hubiera sabido el coste emocional que implicaba”.