Es muy importante que en la organización cada miembro sepa cómo hacer estas críticas constructivas, pero también cómo aceptarlas. De esta forma se consigue la mejora continua del individuo y del grupo. Además, hay que tener en cuenta que cuando una crítica no se canaliza por la vía apropiada, lo que genera es un empeoramiento del clima laboral. Sea cual sea tu cargo en la organización, éstos son algunos consejos básicos para tomarte con deportividad las críticas que te hagan en el entorno laboral:
Aprende a interpretar los mensajes
Como en muchas ocasiones difícilmente podremos controlar como nos van a decir las cosas la gente de nuestro entorno, lo que sí podemos aprender es a interpretar los mensajes que recibimos de la gente. Aprendamos a enfocarlos de forma positiva. Si no lo hacemos así el mal humor, el enfado, el mal rato, el bajo rendimiento durante las siguientes horas… serán para nosotros, no para el que nos ha criticado.
Conócete un poco mejor
No olvidemos que para mejorar es importante conocer nuestros puntos débiles, que a veces nosotros no vemos. Escuchar qué piensa la gente de nosotros es bueno pero, para ello, debemos mostrar predisposición a sus comentarios. Si cuando nos hacen una sugerencia lo primero que hacemos es ponernos a la defensiva, difícilmente nos harán otra sugerencia. Esto suele ocurrir con cierta frecuencia entre empleado y cargo intermedio:
– “Yo creo que sería mejor no utilizar el esquema anterior porque le faltaban bastantes puntos por incluir”.
– ”Será mejor que te guardes tus sugerencias para otro momento. Se trata de algo muy importante, y el esquema anterior que se hizo con las pautas que desarrollé, es idóneo.”
Sé autocrítico
Lo que implica estar dispuesto a aceptar con madurez todo tipo de críticas y comentarios respecto a tu persona y modo de trabajar, pensando siempre en la crítica como una oportunidad de mejora personal.
Ten criterio propio
Sólo sabrá aceptar las críticas quien tenga una madurez de criterio que no le haga depender de lo que digan de él. Nadie puede basar su profesionalidad sólo en los comentarios de terceros.
Ten conciencia de grupo
Quizás uno de los primeros elementos a considerar es la idea de que perteneces a un equipo y que tus intereses son los del equipo. Tus aportaciones, tus críticas, suponen una mejora para el equipo y, por tanto, para ti. De cualquier forma, esto supone la aceptación explícita de que podemos ser criticados. Si eres jefe, potencia los grupos de trabajo cohesionados. Esta estrategia permite altas dosis de crítica. En ese entorno se entiende el conflicto de forma positiva, como algo que nos permite avanzar en el desarrollo. Un ejemplo sería el que en un equipo de esta naturaleza se produjera una fuerte discusión sobre un determinado tema y, seguidamente, se fueran a tomar unas copas para celebrar un acontecimiento. La relación y la colaboración son tan sólidas que no se verán afectadas por tener un mayor nivel de discusión o de crítica.
Crítica destructiva
La crítica destructiva provoca enfado en quien la recibe, ya que se entiende como una amenaza a la autoestima. No olvidemos que a la gente nos la ganamos fundamentalmente por aspectos emocionales y la crítica destructiva nos machaca emocionalmente. Y añade: Mucha gente utiliza la crítica destructiva para controlar y hacer que las personas hagan exactamente lo que ellos quieren, con lo que consiguen un equipo de ejecutores con una muy baja motivación y muy poca creatividad. Para evitar que esto suceda hay que huir de determinadas prácticas y propiciar otras:
– Sí a manifestar sincero interés. Si estamos de acuerdo con ella, conviene elogiar la idea o propuesta de nuestro interlocutor. Así estamos predisponiendo positivamente para cuando hablemos nosotros.
– No a las afirmaciones descalificadoras. Cuando no coincidamos con los planteamientos de nuestro interlocutor, debemos recurrir a frases como: “Respeto tu opinión y tu particular manera de enfocar el problema, pero, ¿no podrías considerar la posibilidad de contemplar esta otra posibilidad?”.
– Sí al desacuerdo. Éste puede ser enriquecedor y permitir encontrar nuevas soluciones a los problemas.
– No al monopolio. Hay que evitar caer en la tentación de monopolizar la conversación.
– Sí a la inteligencia emocional. Procura detectar si tu interlocutor está molesto o se siente fuera de lugar e intenta incorporarlo de nuevo a la dinámica de la conversación. Por ejemplo, en caso de que mantenga una actitud reservada: “Me encantaría saber qué piensas sobre esto”.
– No a los ambientes cargados. Si se dicen frases altisonantes o elevadas de tono, es preferible posponer la conversación para otro momento.
– No a realizar interpretaciones y suposiciones superfluas. Debes aprender a informarte en profundidad, acostumbrándote a hablar de los hechos simplemente sin hacer tu composición de lugar personal.
SEGURO QUE TE INTERESA…
10 libros imprescindibles en la biblioteca de un emprendedor