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31 May, 2023

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¿Cómo te tienes que plantear tus objetivos para ser más eficiente?

Si se fracasa en los objetivos, no es tanto porque no se fijen, sino porque se plantean con una aplastante falta de concreción.

¿Cómo te tienes que plantear tus objetivos para ser más eficiente?

A la hora de marcarte objetivos debes tener la cabeza fría. Los objetivos ambiciosos, es cierto, pueden dar lugar a innovaciones, pero únicamente cuando la forma de definirlos es la correcta; si son demasiado audaces puede hacer entrar en una sensación de pánico y hacerte pensar que es inalcanzable. De la misma manera, marcarse objetivos demasiado sencillos, rápidos de cumplir, también son un error: es una fórmula para ponerte de buen humor, pero no para hacerte más productivo.

¿Qué hay que hacer entonces?

1. Los objetivos tienen que ser concretos

“El error más cometido es la falta de concreción. Si se fracasa en los objetivos, no es tanto porque no se fijen, sino porque se hace con una enorme falta de concreción. Son muchos los que han cometido el error de marcarse como objetivo «hacer más deporte». Pero «hacer deporte» no es un objetivo. «Quiero hacer 5 días de deporte a la semana, cada día después del trabajo voy a correr media hora en la cinta y haré cien flexiones y una hora de pesas», sí es un objetivo”, apunta Anxo Pérez, fundador de 8belts, y autor del bestseller Los 88 peldaños del éxito (Alienta).

“Es necesario ser escrupulosamente específico en la descripción del objetivo, pero no lo es menos serlo en la definición de los hitos y en la fijación de las plazos. Necesitas saber con el mayor grado de detalle qué quieres conseguir, cómo quieres conseguirlo, haciendo qué cosas y antes de qué fecha. La diferencia entre fijar objetivos inconcretos y no fijarlos, es prácticamente inexistente”, continúa Pérez en su libro.

2. Descompón tus objetivos de tal forma que los hagas sencillos

“Cuando tengas decidido el objetivo divídelo en dos: el óptimo y el de tolerancia cero. El óptimo es el idóneo, pero al mismo tiempo es retador, difícil. El de tolerancia cero es subóptimo, pero es sencillo, fácilmente alcanzable. Mientras estés entre uno y otro, tu avance no peligrará. Pasarte de máximos te generará altibajos y no alcanzar los mínimos hará que entres en el terreno más pantanoso de todos, que es la desidia. De ahí al fracaso hay un paso”, plantea.

“He aquí el funcionamiento del objetivo tolerancia cero. Imagínate el día en que te encuentres más desmotivado, cansado y desmoralizado; el día que más peligre el cumplimiento del objetivo. Ahora determina el objetivo mínimo que incluso en un día así estarías dispuesto a cumplir. Ése es tu objetivo de tolerancia-cero. Aquel que sea tan fácil de cumplir que, pase lo que pase, no exista ninguna excusa que justifique su incumplimiento. Una vez fijado, cúmplelo siempre. No te permitas ninguna excepción. Si tu objetivo era entrenar 30 minutos al día, un ejemplo de tolerancia-cero sería entrenar solo cinco y hacer 10 flexiones o 20 abdominales, esto es, algo tan sencillo que lo puedas cumplir incluso el día en que estés más desganado. El objetivo de tolerancia-cero apenas te hace avanzar en tu objetivo global. Su función no es que avances, sino que no rompas el contacto con tu meta”, propone.

“Tu objetivo debe ser digerible. Debe ser algo fácil de cumplir. Que no te empache. Mejor empezar bajo, cumplir y subir, que empezar alto, no cumplir y bajar. Lo primero fomenta la motivación y lo segundo la destruye. Ya sé que ahora mismo el nivel cinco te parece demasiado sencillo y prefieres empezar por el diez, pero no me interesa tu velocidad de arranque, sino tu velocidad de crucero. Demuéstrate primero que mantienes la regularidad en el cinco y, solo entonces, avanza al siguiente nivel”, señala este emprendedor.

3. Habrá objetivos que no cumplirás… y no pasa nada

Charles Duhigg, periodista experto en hábitos y productividad, autor El poder de los hábitos (Urano) y Más agudo, más rápido y mejor (Conecta), insiste en sus libros en que “debemos tener algunas metas en las que estamos fallando. Si cumplimos con todos los objetivos que establecemos, no estamos siendo particularmente ambiciosos, no estamos tratando de mejorar. Esto significa que no nos esforzamos a la hora de plantear nuestros objetivos”. “En numerosos estudios académicos se ha evaluado el impacto de los objetivos ambiciosos y demostrado de manera sistemática que obligar a la gente a comprometerse con metas ambiciosas y aparentemente inalcanzables puede dar lugar a enormes avances en materia de innovación y productividad”, escribe Duhigg en Más agudo, más rápido y mejor. “Esa audacia, por si sola, puede parecer aterradora. Por ese motivo debe ir acompañada de objetivos alcanzables”, matiza.

4. No pierdas nunca de vista que tus prioridades se tienen que alinear con tus objetivos

Duhigg también plantea que cada vez que mires tu lista de tareas pendientes, te obligues a preguntarte: ¿Lo que estoy haciendo ahora está alineado con mis principales prioridades? “Si acabas de pasar los últimos 45 minutos contestando correos electrónicos y la parte superior de mi lista de tareas dice otra cosa probablemente debo cerrar mi ordenador y hacerlo. Las listas de tareas son más eficaces cuando nos recuerdan nuestros objetivos más importantes, cuando nos hacen pensar en nuestras prioridades, en lugar de tratar de hacer lo siguiente en la lista”.