Repensar qué hacemos en nuestro trabajo y cómo lo hacemos se ha convertido en una exigencia del mercado para cualquier profesional. Abogados, asesores financieros, expertos en marketing y publicidad, periodistas, profesores, profesionales de eventos… sea cual sea tu especialización, seguro que sientes que has necesitado ponerte más al día en los últimos cinco años que en toda tu carrera profesional. Y es una sensación más que fundamentada. Como también lo es que hoy esa reinvención no se puede quedar, como sucedía hace algo más de una década, en saltar al mundo digital o montarse un despacho propio.
El mercado es mucho más complejo, exigente y competitivo que nunca. Y para encontrar auténticas oportunidades –pensando en el medio y largo plazo– hay que repensar muy bien quiénes somos como profesionales y hacia dónde queremos ir. Un viaje en el que nos pueden ayudar herramientas de innovación como el design thinking o el modelo Canvas aplicado a tu propio perfil profesional, además de la participación en entornos basados en la colaboración y el intercambio de conocimientos. También, claro está, seguir de cerca las tendencias del mercado, sean o no de tu segmento profesional.
Todo empieza por desaprender…
Sí, queremos proponerte un viaje difícil pero estimulante. Convertirte en una persona open mind en tu trabajo. Un innovador, si es que no lo eres todavía. Pero no entendiendo la innovación como algo que se aplica una vez en la vida, sino como algo que se queda ya para siempre en el ADN. “Ser un innovador no tiene nada que ver con aprender o estudiar un curso de innovación, sino que tiene más que ver con desaprender. El innovador es el niño de cinco años que está preguntando el por qué de las cosas siempre. Luego de adulto deja de hacerse preguntas porque ya le dieron las respuestas y va perdiendo ese espíritu innovador, se termina yendo a la zona de confort y ya no quiere salir de ahí”, explica José M. Almansa, CEO y fundador de Welever y Cofundador de LOOM-Impact-Hub.
Luego, el primer objetivo es aprender a estar cómodos fuera de nuestra zona de confort. Félix Lozano, CEO de TeamLabs, lo justifica así: “El nivel de obsolescencia de los conocimientos cada día es mayor y especializarte en algo que no sabes si dentro de cinco años va a seguir siendo un contenido interesante es menos importante que la capacidad de aprender nuevos conocimientos. Los que sean. Tener la capacidad de reinventarte profesionalmente a lo largo de la vida es la esencia de lo que nosotros hacemos. Que seas capaz de comprender que aprender es algo que va a suceder a lo largo de la vida y que necesitas tener la capacidad y las habilidades para poder hacer esos cambios constantemente sin tener tanto miedo a la incertidumbre, la dificultad de adaptarte a nuevos entornos, la capacidad creativa, la capacidad de pensamiento crítico para poder seleccionar, la capacidad para trabajar en equipo con otros… con competencias o habilidades transversales que son las que debe tener un profesional del siglo XXI”.
…y aprender a colaborar
En un mundo tan cambiante, resulta bastante difícil que seas capaz de ver tu solito las oportunidades que tienes a tu alcance. Y las amenazas que te acechan. En la economía del conocimiento los mejores profesionales tienen claro que los mejores resultados se obtienen con colaboración y más colaboración. “Al final, reinventarte tiene mucho que ver con aprender a colaborar porque cuando vienes de una carrera profesional en la que tienes mucho foco en algo que has estado haciendo normalmente eres muy bueno y sabes mucho de algo, pero lo normal es que te falten muchísimosskills. Muchísimas cosas. Hay que intentar salir de la zona de confort y plantearse por qué las cosas son así y cómo podrían hacerse de otra manera. En segundo lugar, busca otras personas que tengan lo que te falta a ti. Gente con la que puedas compartir conocimiento y procesos de creatividad e innovación”, recomienda José M. Almansa. Y añade: “Si alguien sale de una carrera profesional de una gran corporación durante muchísimos años, que se junte con gente más joven que tenga una mentalidad más de startup. Así se enriquecerán los dos. Si tienes un problema y te juntas con un arquitecto, con un tecnólogo que viene de la gran empresa y con alguien de emprendimiento social vas a tener una solución muy enriquecida. Creo que las dos grandes cualidades que tiene que buscar una persona cuando se está reinventando son esas. Activar su espíritu emprendedor y después colaborar. Uno puede reinventarse a solas pero está más limitado que si se rodea de gente que tiene características diferentes a las suyas”.
Pregúntate quién quieres ser
Otra idea fundamental es que no te acojas a lo primero que se te ocurra. Lo que más se parezca a lo que has hecho siempre, sino que aproveches para buscar tu verdadero camino. “Hay algo retórico en esto de pensar qué es lo que quieres hacer que es preguntarte qué es lo que quieres. Parece una tontería pero es una pregunta que nos acompaña durante toda la vida y es fundamental hacértela en un proceso de cambio. Qué quiero de verdad. Sin poner las excusas de la edad o las cargas familiares. Nosotros somos los primeros boicoteadores de nosotros mismos. Hay que aprender a escucharse, escuchar tu pensamiento… Partir de esa pregunta y aclarar bien tu pensamiento. Cuando llegues al punto de decir, esto me gusta, busca entornos, foros, meetups, hackatones, etc. donde vas a encontrar personas con intereses similares”, recomienda Félix Lozano.
Un camino que te va a obligar a hacer un viaje interior. Tal y como explica Aurea Rivela, directora de UtopicAgency, “formarte en emprendimiento, finanzas, tecnología, etc. lo puedes hacer de mil maneras, pero al final el conocerte a ti mismo es la llave que te hace cambiar, ver las cosas de otro modo y poder desarrollarte como persona y como profesional. Es un proceso que tiene que ir con tus valores, tus principios. Y en descubrir cómo vender un producto en el mercado, cómo conectar y cómo rodearte de gente que te ayude a poner en marcha tu proyecto”. Y advierte: “Normalmente, la mayoría empieza a formarse más en los técnico, en lo que se llaman las hard skills y deja un poco de lado las soft sills, que desde hace unos años se está viendo que cada vez cobran más importancia. Para nosotros, en esta nueva forma de trabajar que se exige hoy, habilidades como saber identificar y activar tus talentos, construir una red de colaboradores, la capacidad para desarrollar el pensamiento crítico a través de una metodología de critical thinking que te ayude a resolver los retos, el pensamiento creativo para romper con tus patrones de pensamiento… es lo que te permite emprender y hacer cosas diferentes”.
Así te puede ayudar el ‘design thinking’
“El design thinking nos puede ayudar de dos formas. Una, dar un giro a nuestra carrera profesional. Dos, ver nuevas oportunidades dentro de nuestra propia especialidad”, explica Nati Rodríguez, fundadora de Visualizamos.
¿Cómo funciona?
Es un proceso que tiene varias fases: desde la exploración inicial del problema o situación, pasando por la definición de retos, la generación de ideas, el cómo solucionar el reto propuesto, el prototipado de la solución que hayamos alcanzado y finalmente la validación de la idea u objetivo.
Exploración. “Es la fase inicial y debe ser una de las más potentes de todo el proceso. Esta fase la dividiría en dos: una sería la exploración de todo lo que es exterior a ti y tu profesión. Esta primera exploración va a depender un poco el punto de partida de cada uno. Puede haber quien ya tenga asunciones: asumo que puede haber una oportunidad en este campo o creo que puedo estar preparado para este campo. O puede ser que se quiera dar un giro y no se sepa hacia donde ir”, explica Nati Rodríguez, que ilustra con su propio ejemplo lo que quiere decir. “Yo era abogado y en un momento de mi carrera me planteo ser ilustradora de niños infantiles, porque dibujaba. Lo que hice en ese momento fue una exploración en toda regla. Entré en un mundo del que no tenía ni idea y empecé a ver quiénes eran los actores que había en el mercado, qué herramientas digitales se estaban utilizando, quiénes eran losstakeholders, quién contrataba, cuáles eran las líneas de trabajo que podía tener… Y luego, por supuesto, estudiar a la competencia. Ahora mismo qué tendencias hay, quiénes son los artistas que están en el top, qué pasa internacionalmente… haces una prospección de todo eso y ya te haces una idea de cómo está el mercado”.
Y advierte: “Esa parte de exploración es fundamental porque al final necesitas saber ubicarte en un sitio. Y es un proceso que hay que tomarse con calma. No querer pasar enseguida a generar ideas, sino dedicar un tiempo súper pausado en profundizar qué es lo que hay. En una línea exterior a ti y luego en una línea interior. Igual que se analizan en las empresas cuál es el mercado y dónde estamos nosotros”.
Reto. “Es muy importante definir un reto. Y no es fácil, porque supone rechazar otras opciones. Cuando yo empecé a estudiar todo lo que había en el campo de la ilustración me encontré con que había mucho más de lo que yo pensaba. Había ilustración editorial, periodística, podías ilustrar objetos… Además, podía trabajar en España, trabajar fuera… La exploración te ayuda a definir cuáles son tus fortalezas y cómo vas a ser más diferenciador, dónde vas a ser más singular. De tal manera que en esta fase de reto ya te enfocas sobre algo sobre lo que puedas accionar, que eso es muy importante en visual thinking, porque si no, no dejas de divergir y no converges nunca. En la exploración diverges, después ves todo lo que hay, tomas una serie de decisiones, y comienzas a converger en la fase del reto”, comenta la fundadora de Visualizamos.
Ideación. “Después, ya te puedes plantear: ¿y sobre esto que yo quiero alcanzar, qué tengo que hacer? Y ahí te vuelves a permitir otra vez una cierta divergencia porque empiezas a generar ideas de: ¿abro un estudio y me dedico a buscarme un agente en EEUU y me muevo en ese mercado? ¿Empiezo a mandar currículos? ¿Qué ocurre si me hago miembro de una asociación? Empiezas a generar una batería de ideas y luego vas seleccionando determinados criterios y sobre cuáles son las ideas que conectan más contigo. Luego vas seleccionándolas, vas viendo donde están… La ideación es muy interesante porque enseguida empieza a haber agrupaciones naturales. Cosas que conectan con otras y que construyen una diferente. Pones un poco el motor a la creatividad. A las posibilidades de montar cosas que aparentemente no iban a tener nada que ver. Y a partir de ahí eres capaz ya de generar algo concreto. Unas soluciones concretas”.
Prototipado de la solución. O el plan de acción para alcanzar el objetivo. “Por ejemplo, he decidido que voy a buscarme un agente en EEUU para conseguir trabajo allí. Vale, pues eso lo voy a prototipar: ¿Tengo que buscar agentes en EEUU? ¿Cómo sé si son fiables? Voy a buscar contactos de gente que trabaje con esos agentes. Será necesario que me vaya a Nueva York para ver exactamente cómo funciona aquello. Tengo que buscarme un abogado de propiedad intelectual que me aconseje sobre cómo se hace esto y qué tengo que tener en cuenta a la hora de hacer contratos. Y a partir de ahí ya tienes un plan de acción y lo pones en marcha”, explica Nati Rodríguez.
“El prototipo no tiene por qué ser con inversión. Se puede abrir una página de Facebook y empezar a experimentar como esto que a mí me gusta, que es lo que quiero hacer, atrae a otras personas. Y empezar a testar si tiene interés para otros. Si quieres montar un restaurante de comida japonesa, puedes preguntar a la gente de tu entorno si le interesa y testar la idea”, advierte Félix Lozano.
Validar con el destinatario de la solución. La última fase de todo el proceso y la prueba del algodón, ya que será cuando veas si tu propuesta tiene realmente sentido o no. Que tu producto o servicio encaja en el mercado.
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