En un principio fueron muchos los desarrolladores que optaron por trasladar su residencia a otros lugares donde el salario percibido resultaba incomparable con el que estaba dispuesto a pagar el mercado nacional. Luego ya, conforme el ecosistema español fue madurando, empezó a correrse la voz de que nuestro talento tecnológico era muy bueno y, además, barato. Así que las empresas, cada vez más demandantes de estos perfiles, se esforzaron por aproximar las retribuciones salariales. Se sumó a ello el desembarco en nuestro país de algunas multinacionales tecnológicas dispuestas a tirar de ‘chequera’ para hacerse con los mejores profesionales. Es entonces cuando este colectivo se hace fuerte y empieza a tomar las riendas en las relaciones laborales con sus propias condiciones.
En esta línea surgen soluciones como la de Manfred https://www.getmanfred.com/ una solución impulsada por David Bonilla para poner en contacto a las empresas con el talento informático y tecnológico nacional con el foco puesto en el profesional, no en la oferta de la empresa.
Ahora parece que el mercado laboral tecnológico tiende a equilibrarse, pero todavía son muchas las startups que carecen de recursos suficientes para contar in house con la pata tecnológica del equipo. La decisión que adoptan la mayoría de ellos es aplazar esa opción hasta validar el proyecto en el mercado y empezar contratando el desarrollo fuera de nuestras fronteras.
Los países asiáticos y algunos latinoamericanos, como Venezuela, suelen ser los mercados a los que se dirigen los emprendedores jóvenes españoles para encargar el desarrollo. La diferencia entre contratar a un desarrollador de fuera y otro nacional hay que “multiplicarla por 3 o 4”.
Sin embargo, el coste a veces es superior al previsto inicialmente. “Primero porque lo normal es que con el primer equipo te equivoques y te haga perder mucho tiempo y dinero”, declara uno de los emprendedores consultados que prefiere no revelar el nombre.
Los distintos usos horarios suele ser otro problema a la hora de coordinar un equipo deslocalizado sin obviar la barrera idiomática ni la cultural. La clave para que esta relación funcione radica “en firmar de antemano un contrato marco en el que se establezcan de manera muy detallada todos los puntos relativos a tiempos de entrega, pagos, seguimiento del proyecto, metodologías a seguir…sería una especie de documento marco que, a modo de ’biblia’ dejase muy claro el papel de cada parte”, dice el emprendedor.
La dificultad es que no siempre se tienen nociones de programación por lo que resulta difícil acotar a priori las condiciones laborales. La forma de solucionar esta trabaja sería contar con un asesor experto en tecnología que nos ayudase a redactar el documento contractual.
La empatía y la confianza en el equipo en el que delegas es también pilar fundamental para que la relación discurra sin fricciones y el proyecto llegue a buen puerto. Aún así, una vez finalizado el desarrollo y con el producto o servicio ya rodando en el mercado, el sueño de cualquier emprendedor sigue siendo disponer del equipo tecnológico en casa.