Experiencia de Usuario: arquitectura de la web.
En inglés, User Experience (UX). “Este concepto se define como el nivel de satisfacción de una persona interactuando con un sitio web”, explica Ricardo Tayar, para quien ese concepto “viene determinado por la estética de la web, usabilidad, calidad de los contenidos, incluso por el trato que recibe el usuario. Si compras en una tienda online, recibes lo que pides en menos de 24 horas y sin ningún problema, la experiencia de usuario es buena. No es un concepto puramente propio de la web”.
Como también reconoce Álvaro Ortiz, experto en usabilidad y fundador de Mumumío, una tienda online de alimentación, “engloba una serie de disciplinas. Lo que yo entiendo por experiencia de usuario son todas las interacciones que un usuario va a tener con mi producto o servicio. Eso va desde una pantalla de ordenador a una de móvil, al teléfono, a cómo te comunicas con tus usuarios a través de correo electrónico, al servicio de atención al cliente…”. En la parte que tiene que ver con web, la experiencia de usuario está determinada por factores como el diseño, la organización de la información en la web (la llamada “arquitectura de la información”), la interacción…
Cloud computing: computación en la nube.
Para entendernos, son todos los servicios o aplicaciones que puedes usar en tu ordenador simplemente con una conexión a Internet y sin necesidad de tenerlos instalados en tu disco. Por eso se habla de que están en la nube. ¿La gran ventaja? Ahorro de espacio y ubicuidad: desde cualquier parte del mundo, con un ordenador y una conexión puedes acceder a ellos. Un ejemplo famoso es Dropbox: un disco duro en la Red donde puedes guardar archivos y tener acceso desde cualquier dispositivo con conexión a Internet.
SaaS: Software as a Service.
Se traduce como “software como servicio” y está muy relacionado con el cloud computing, porque es en la famosa nube donde se alojan los programas informáticos en cuestión. “Son soluciones que pagas mientras haces uso del servicio, generalmente de forma mensual”, indica Tayar. Si hace unos años lo normal era comprar directamente un determinado programa, como por ejemplo el paquete de Microsoft Office o programas de diseño como Photoshop, ahora es cada vez más habitual contratar soluciones alojadas en Internet, que no tienes que instalar en tu ordenador y por las que pagas mientras las necesitas. Generalmente, los proveedores de estos servicios ofrecen asistencia técnica, mantenimiento, entre otros servicios.
API: Programación de aplicaciones.
Funciones que ofrece una web sin dar su código. “La API define unas funciones (iniciar sesión, ver a tus amigos y escribir comentarios, por ejemplo) y sirve para usarse internamente o para permitir que la usen otros. Como no vas a dar tu código, porque es tu valor, ofreces esas funciones definidas. El mejor ejemplo es Twitter: tienen unas funciones que dejan usar a gente ajena para que desarrollen lo que quieran con ellas”, explica Javier de la Llave. Así, existe Twitter oficial y, por otro lado, programas desarrollados por otras empresas que, si son mejores, pueden incluso hasta tener más éxito que la oficial. Lo interesante aquí son las sinergias que pueden surgir: si desarrollas una API, abriéndola y generando negocio a base de acuerdos con otras webs.