“A veces mitificamos, contar con un equipo. Pero un equipo no es la panacea. Es un instrumento para un fin. Y dependiendo del propósito u objetivo será necesario tener un equipo. O no”, asegura Idoia Postigo, en su libro Gestión profesional y emocional de equipos (Esic Editorial).
En su opinión, será necesario constituir un equipo, “solo cuando se precise la complementariedad de conocimientos y habilidades, una interacción estrecha y cercana y exista un único propósito y una única visión que se construya sobre las visiones individuales y que de cohesión a las personas”.
Postigo enumera las 5 disfunciones más habituales y de mayor repercusión en los equipos:
1. La falta de confianza. “Implica conocernos mutuamente de verdad, profundamente, con nuestras fortalezas y debilidades individuales y, a partir de ahí, respetarnos en nuestras diferencias. La confianza es necesaria para poder mostrarse vulnerable. Si no existe, las personas se presentan infalibles frente a sus compañeros y, además, hay un desconocimiento sobre las intenciones de los demás que nos hace obrar con cautela, o incluso con temor”.
2. El conflicto. “Es inherente al ser humano y cuando en un equipo no hay conflicto, se vive una seudorrealidad, una armonía artificial, tratando de ocultar y evitar algo que es propio de las relaciones personales. Cuando el conflicto sirve para dar solución a situaciones que provocan malestar en el equipo con el único propósito de producir la mejor solución posible, es saludable”.
3. La falta de compromiso. “Esto se traduce en ambigüedad, en dudas sobre si las personas del equipo cumplirán o no las tareas que les corresponden. El equipo debe desarrollar sistemas que establezcan la forma de comprometerse de las personas. Definir en qué decisiones será necesario conseguir consenso y unanimidad y diferenciarlas de otras en las que quizá sea suficiente una mayoría u otra forma de decisión”.
4. Evitar la responsabilidad. “Las consecuencias de esta disfunción tienen que ver con la instauración de la cultura de la mediocridad y del ‘chapuceo’ en el rendimiento”.
5. Y la falta de atención a los resultados. “Los dos principales obstáculos para no centrarse en resultados son equipos que pueden conformarse con el estatus colectivo (es decir, con ser parte del grupo) o centrarse en potenciar la posición propia o la carrera a expensas del equipo”.