“El coaching sirve para desarrollar el potencial”, afirma Sergio Cardona en su libro Coaching para todos. Claves para el desarrollo personal y profesional (Esic Editorial). Este experto en formación y selección de personal en diferentes compañías pretende acercar el coaching a todo aquel que quiera sumergirse en esta práctica para aplicarla en el día a día de su organización como acompañar en la toma de decisiones, formar o entrenar, investigar, participar en propuestas, desbloquear situaciones, gestionar proyectos o analizar problemas, por ejemplo.
Cardona ofrece una lista de errores que se suelen cometer en la práctica del coaching. Más allá de los ‘básicos’ como la falta de confidencialidad o la orientación al dinero en lugar de al coachee (el ‘receptor’ de la práctica), los errores capitales son:
1. No evitar la tentación de manipular al coachee
“Su posición es muy vulnerable. Nos cuenta detalles de su vida profesional que es posible que seamos los primeros en oírlos (incluso, escucharlos). Eso hace que tengamos información privilegiada sobre nuestro interlocutor, que conozcamos la manera en la que razona. Muchas veces, el coachee llega a conclusiones sobre acciones que no son eficaces, pero quiere ponerlas en marcha”.
2. Profundizar más de lo debido
“Quizás es inevitable que el coaching recuerde a técnicas de terapia o de psicoanálisis. Al fin y al cabo, se trata de dos personas charlando (y además coach significa también diván). Pero no creo que la vocación del coaching sea la de profundizar en las causas, más bien se trata de que el coachee encuentre sus propias soluciones. Desde luego que en un entorno de empresa y organización es incorrecto ir más allá de un entorno profesional. Si el coach quiere ir más allá está pasando algo raro”.
3. Desprecio por el coachee
“Las personas son muy variadas; en algunos casos extremadamente variadas. Mi profesor de estadística nos recordaba de vez en cuando que ‘todos nos creemos mejor que la media y estadísticamente no puede ser’. Plantearse una relación en términos comparativos no es buena idea. Tus compañeros de trabajo pueden ser muy variados [y distintos a ti], pero tienes que recordar (con humildad) que tú no estás ahí para dejar nuevo y perfecto (como tú) a tu coachee. Estás para acompañarle a elevar su potencial, lo demás sobra. En el fondo puede existir una reacción disimulada de desprecio. Deberás estar atento a reconocer tus reacciones ante tu coachee Las reacciones son inevitables, pero tendrás que hacer algo con ellas para tomar distancia y que no te molesten”.
4. No atreverse a parar un proceso de coaching que va mal
“Hay veces en que los procesos de coaching no van bien y hay que saber cuándo parar y decir eso de ‘hasta aquí hemos llegado’. Puede ser que entre vosotros no haya química ni para tomar un café. Quizás el otro no está preparado para trabajar en esta línea. Da igual la causa. Lo importante es no insistir y dejarlo estar. Empeñarse en seguir adelante es mal negocio. Y debe ser el coach el que dé el primer paso”.