Si eres agente comercial, estos son los pequeños detalles que debes evitar para no causar una mala impresión en tus clientes:
Demasiado efusivo y amistoso. Interpretación del comprador: “No respeta mi estado de ánimo ni mis inquietudes. ¿De dónde ha salido este individuo tan impresentable?”
Demasiado elegante: pulseras, relojes vistosos, anillos… Interpretación del comprador: “¿A qué se dedica este tipo? Parece una joyería ambulante. Por cierto, ¿qué es lo que trata de venderme?”
No mira a la cara de su interlocutor. Interpretación del comprador: “Todo lo que me está contando es mentira”.
Se sienta con falta de compostura. Interpretación del comprador: “Es un vago. Se le nota. Estoy seguro que no atenderá mis pedidos con rapidez”
Balbuceos, nerviosismo. Interpretación del comprador: “Este hombre no sabe lo que se trae entre manos; seguramente desconoce las cualidades de su propio producto… ¿o será que su producto es realmente un desastre que no funciona en absoluto?”
Llega tarde a la entrevista y balbucea excusas. Interpretación del comprador: “Se nota que representa a una empresa demasiado ambiciosa. Se ve que quieren atender a más clientes de los que realmente pueden. ¡Si éste es el estilo de la empresa en que trabaja de este sujeto, estoy aviado cuando necesite un suministro urgente! ¿Se lo entregarán a mis competidores?
Las Diez Reglas de Oro para causar mala impresión
1. Ser impuntual desde la primera visita que realizas a tus clientes.
2. Llamarlos por su nombre de pila como si fueran amigos íntimos.
3. Presionar la mano con demasiada fuerza para dar a entender que eres un duro negociador y que no te dejas avasallar por nadie.
4. No prestar la mínima atención a tu interlocutor, ya que te pagan por vender y no por escuchar.
5. Gesticular excesivamente y con aspavientos que no vienen a cuento.
6. Enfadarse cuando el cliente ponga alguna objeción a tu producto, ya que tú lo conoces mejor que nadie.
7. Ir vestido con ropa poco conjuntada o pasada de moda. Descuidar el peinado o ir sin afeitar.
8. Decir sí ante la primera propuesta del interlocutor, quien pensará que tu empresa apenas tiene clientes.
9. Cuando se produzca alguna reclamación, pensar que es el cliente quien está equivocado.
10. Permanecer largo tiempo en el despacho del cliente hasta que no le quede más remedio que aceptar tu oferta.