El problema no es sólo de dinero. La mayor parte de estas empresas carece de profesionales experimentados en finanzas, organización, exportación y otras funciones, algo que se ha puesto de manifiesto con las empresas en crisis que están en el MAB. Ha sido difícil trasplantar a España el modelo de EE UU, en el que el capital riesgo desembarca con dinero y con ejecutivos. “Esto en España no se hace,” apunta Carlos Jiménez, fundador de Secuware, una empresa de seguridad online, “porque ni los inversores tienen un conocimiento tan profundo de la tecnología como los de EE UU ni tampoco existe ya un colectivo de ejecutivos experimentados en empresas tecnológicas”.
Escasa consideración social y política de la tecnología
Algunos de los expertos consultados opinan que la preocupación por la tecnología es como un mantra superficial, que se repite, pero en el que no se cree. “Vivimos en un país que siempre ha apostado por otras cosas y ha sido muy débil en el tema tecnológico, en el que los políticos ni entienden ni tienen interés por estos asuntos, de modo que al final estos apoyos son más teóricos que reales”.
Carlos Jiménez opina que España ha producido escasas empresas tecnológicas innovadoras. “Nunca he visto aquí una idea totalmente rompedora. En general aplicamos ideas que ya se están experimentando en EE UU, a veces con un ligero cambio de matiz”.
Pero, aun cuando reconocen que estos argumentos son realistas, y explican la debilidad del sector tecnológico en España, la mayoría de los entrevistados para este reportaje se apuntan a una perspectiva más optimista. Lo primero que hacen es quitarle hierro a la crisis de las tres empresas del MAB ahora en concurso y suspendidas de cotización, y subrayan el hecho de que el que tres empresas tecnológicas puedan desaparecer no tiene nada de sorprendente. Para Javier Ulecia, socio director de Bullnet Capital y vicepresidente de ACRI, “lo más seguro en el mundo de la tecnología, aquí y en todo el mundo, es que desaparezcan continuamente empresas”. Fontes asegura incluso que “la prueba de que hay innovación, es la mortalidad. Cuando te estás moviendo en la frontera de la innovación, las cosas fallan mucho más”.
Además, según explica Sainz de los Terreros, uno de los principales expertos españoles en el MAB, “los inversores cuentan ya con eso. El mercado, en este tipo de empresas, sí está dispuesto a aceptar un determinado porcentaje de fracasos”. Lo importante, se dice, no es tanto el nivel de destrucción, que siempre la habrá, sino el ritmo de aparición de nuevas compañías y la fortaleza de estas. Y en esto, algunos expertos españoles insisten en que no hay problema.
El ritmo de creación de nuevas startups tecnológicas es elevado. “En España –asegura Ulecia– tenemos decenas de empresas tecnológicas nacidas de la nada y posicionadas a nivel mundial”. Y en segmentos de vanguardia, prosigue el ejecutivo, “como los sistemas electrónicos para la medicina, los autopilotos para drones, los videojuegos de última generación o las herramientas de software más complejas”. Desde el capital riesgo más involucrado con la tecnología, la crisis de las tres empresas no ha afectado a sus planes de inversión para nuestro país. Fonts dice que invertir en tecnología aquí resulta rentable y cuenta el caso de su empresa. “Hemos vendido varias en las que invertimos a algunas de las mayores compañías del mundo”.
El año pasado Inveready vendió Indisis (sistemas de diálogo inteligente a Intel por unos 25 millones de euros, y Password Bank (seguridad en la Red para empresas) a Symantec, también por varias decenas de millones. “Venderle una empresa de seguridad a Symantec es todo un logro”, asegura Fonts. La capacidad de una empresa para ser vendida a un alto precio es uno de los baremos de éxito tecnológico más aceptados. Los países más exitosos son los que consiguen vender más compañías, en general a los gigantes de EE UU.
Una cosecha que aún tiene que mostrar lo que vale
Ocho de las 23 empresas que componen el MAB son TICs, un grupo variopinto en el que hay operadoras por satélite (como Eurona Telecom), de móvil (Masmóvil Ibercom), animación (Zinkia), hardware de consumo (NPG) o de reconocimiento facial (Facephi Biometría). No extraña el hecho de que tres de esas ocho hayan entrado en concurso de acreedores, estén suspendidas de cotización y hayan creado alarma sobre este mercado bursátil de pequeñas empresas de alto crecimiento.
Los expertos reconocen que, aunque el MAB siempre va a tener una tasa de problemas superior al Ibex, una destrucción de tres sobre ocho, parece alta.