¿Conoces esa función de Google que predice las consultas de búsqueda en tiempo real? Pues bien, resulta que fue idea de ingenieros israelíes de Google Israel: se les ocurrió hace diez años. ¿Sabes esa cosilla que hace que funcione tu PC: el chip de memoria reprogramable de Intel? Se le ocurrió a Dov Frohman, cofundador de Intel. Sí, también israelí.
¿Sabes quién te investiga y decide si eres un delincuente en activo o potencial en Paypal o un inofensivo y solvente friki que sólo quiere comprar un muñequito de Los vigilantes de la Playa en eBay? Pues un equipo de ingenieros israelíes de Fraud Sciences, una empresita por la que Paypal pagó 169 millones de dólares hace cuatro años, y que trabajan desde Tel Aviv.
¿Sabes quién inventó el Interferón, que se ha utilizado en el tratamiento del cáncer, primero, y de la hepatitis C, después? Israel.
La primera empresa extranjera que compró Warren Buffet –lo hizo en 2006– era israelí (Iscar, fabricante de piezas de alta tecnología para el sector aeronáutico) y pagó por ella 4.500 millones de dólares. Cisco ha adquirido nueve empresas israelíes en la última década. Israel es el tercer país –detrás de Estados Unidos y China– con más compañías en el Nasdaq. Ah, y tiene el mercado de valores más seguro a largo plazo: el Tel Aviv TA–25 Index, que ha tenido mejor comportamiento en los últimos 10 años que el Hang Seng Index de Hong Kong, que se supone que era el índice con mejores resultados. Dices tú de marca-país…
Innovación por necesidad
En el fondo, la verdadera diferencia del modelo de innovación israelí no se encuentra en esos cuatro párrafos iniciales de datos abrumadores. La diferencia está en que el 52% de la inversión en alta tecnología israelí proviene de empresas de origen extranjero y en que las exportaciones de tecnología de Israel superan los 9.000 millones de euros anuales desde 2011. España exporta 1.800 millones de euros en alta tecnología, según datos de la ONU, sólo que en el sector eólico, y que en lugar de pymes, lo hicieron multinacionales.
¿Por qué nosotros que invertimos 6.400 millones de euros en programas de I+D+i no conseguimos los mismos resultados? ¿Por qué esa inversión no se traduce en una proporción similar de empresas de base tecnológica innovadoras? ¿Cómo puede ser que el Foro Económico Mundial sitúe a Israel en el puesto 7 y a España en el 46 en capacidad de innovación?
Es cierto que en España, este año, la inversión pública en I+D+i se ha reducido un 25%, pero se ha quedado en 6.397 millones de euros. En Israel se invierten 400 millones de euros. ¿Cómo puede ser que allí de la investigación científica salgan 3.000 startups y aquí 160 spinoffs anuales? ¿Qué podemos aprender del modelo de innovación israelí?
Los expertos nos han hablado de innovación arriesgada, de pymes con una visión internacional desde el primer día –ya que su mercado local es prácticamente inexistente, aunque como cualquier pyme de vecino, primero venden localmente–, de un apoyo institucional que ofrece dinero, pero también ventajas fiscales (ver despiece) y de un mayor acceso a la inversión privada –por encima de los 1.000 millones de dólares al año– en las fases iniciales de una startup, que es donde resulta más difícil conseguir dinero. Bueno, nos han hablado de eso, y de que llevan 20 años trabajando en ese modelo y que es ahora cuando se ven los frutos.
Vamos, que de milagro, nada.
Internacionales desde el día–menos–uno
En Israel, cuando un emprendedor piensa en un nuevo producto o servicio lo hace en clave internacional, no en el mercado local israelí, que es muy pequeño. Esa es una gran diferencia con España. Son pymes multinacionales desde el momento que nacen. Esto se produce desde el día menos uno. No se piensa en esto cuando ya se tiene un producto en un mercado nacional. Esto se piensa desde el momento en el que se diseña el producto. Y esto les da una ventaja competitiva. En alta tecnología, cuando se diseñan productos o servicios, ya se tiene puesto el foco en los mercados estadounidense, europeo y asiático. Además, tienen una red de contactos que les permiten acceder con mayor facilidad a ellos.
“Los emprendedores israelíes saben aprovechar muy bien sus redes. Muchos jóvenes emprendedores de todo el mundo quieren hacer rondas con business angels. En España, y en la mayoría de países europeos, se quiere llegar a quien sea. Los emprendedores israelíes son mucho más estratégicos: tienen muy claro quiénes quieren que les abran las puertas o inviertan en sus proyectos en la salida o en el crecimiento del negocio. Como anécdota, conocí a unos emprendedores que decían que querían que Eric Schmidt fuera su primer business angel. Buscan sus redes de contactos cómo llegar a esta persona. Para nosotros es una locura, pero esa es la visión que tienen”, apunta la experta en programa de creación de empresas Liz Fleming.
“Todo esto crea algo único en el emprendedor israelí. La mayor diferencia que veo con los emprendedores españoles es esa ambición desde el primer día. Desde el día uno ya están pensando en mercado globales. Todo el mundo, claro, lanza en Israel y lo prueba allí, pero piensan en mercados globales, y sobre todo en Estados Unidos. En España, hay emprendedores buenos, que están montando soluciones globales, pero pensando en España: lo montamos en España y vemos a ver qué pasa… Es una forma de pensar, una actitud, pero es absolutamente clave”, resume Fleming.
Fuera de la zona de confort
Esta actitud también les lleva a salir de la zona de confort en la que innovan las grandes multinacionales. Las start-ups israelíes innovan en áreas más disruptivas, en áreas en las que no entran muchas empresas grandes que no se pueden permitir investigar sin resultados a corto plazo. A los grandes les resulta más fácil que otros arriesgen por ellos, y si descubren algo, les compran. También hay quien opina que las grandes empresas también investigan en esos campos. Lo que sucede es que las pequeñas tienen la posibilidad de ser más disruptivas. Tienen la obligación de ser competitivos. La gran empresa va a hacer algo dentro del mismo sector menos disruptivo, porque siguen una estrategia que les viene marcada.
Los gastos de desarrollo de una empresa israelí son mucho más ajustados. En fármacos, por ejemplo, que es lo que mejor conozco, los proyectos que me llegan para que les levantemos dinero siempre son la mitad de lo que te pide una empresa española: son proyectos más austeros.
Los modelos de innovación americano y europeo son muy caros. El israelí es más barato, más austero. Los fundadores no cobran, tienen propiedad sobre lo que crean. Esto atrae a los inversores. Con menos inversión, llegan más lejos. Ojo, el modelo tiene cosas que no han funcionado y que se han ido cambiando –al principio todo era financiación pública y hoy es privada; antes eran estructuras más caras y hoy más baratas.
Con el exit plan bajo el brazo
Y todo esto, además, con un exit plan (plan de salida) debajo del brazo. Porque, además de austeras, las start-ups israelíes nacen pensando en venderse cuando alcancen un tamaño interesante. En Israel se valora que después de innovar, montar la empresa y tener un razonable volumen de clientes, vendas. Los inversores israelíes lo entienden. En España no. Una buena financiación de la innovación no funciona sin un esquema de salida claro. En Israel quizá está demasiado evolucionado.
Xenia es una incubadora israelí que cotiza en la Bolsa de Tel Aviv. Sí, has leído bien: que-cotiza-en-Bolsa. Hace cuatro años vendió por 26 millones de dólares una de sus participadas, Arcos, en la que invirtió 600.000 dólares hace siete años y de la que tenía un 35,18%. Este exit supone que ha multiplicado por 15 su inversión. Ah, y además, le devolvieron a la Oficina del Chief Scientist [la oficina que coordina la financiación de la innovación en Israel, una especie de ENISA+Cdti+ICO] los 1,7 millones de dólares que había invertido en 2005. Esto por poner un ejemplo…
Hoy se habla de tener menos exit, de crear empresas más grandes y más puestos de trabajo. Y sí hay empresas israelíes que están creciendo y que no se están vendiendo a multinacionales. Como Check Point o Bezeq o Celicom o ECI Telecom.
Fracaso constructivo
Este ecosistema que fomenta la creación de empresas también se explica por el carácter israelí. “He hecho mucha selección de personal tanto en España como en Israel. Abrí la oficina de Accenture en Israel. En España siempre nos llevábamos a los primeros de la clase de Teleco. En Israel no lo conseguíamos. Íbamos allí con ofertas muy buenas de dinero, con una carrera en una multinacional, con una carrera tecnológica… Me sentaba con ellos y les preguntaba: ¿Por qué no os interesa la oferta? Y me decían: Lo que queremos es montar una startup, no queremos trabajar para una multinacional. Es un chip muy diferente al español: aquí el 80% de los españoles quiere ser funcionario”, afirma un responsable de la Cámara Israel-España.
La forma de ver el fracaso empresarial también tiene que ver con otra forma de entender el emprendimiento. Een Israel, si recibes dinero del Estado –a través de la oficina del Chief Scientist– y la compañía fracasa, no te endeudas para toda la vida: es un dinero a fondo perdido. Eso sí, si ganas dinero, tienes que devolverlo. Esto también ayuda a las empresas. Si recibes 700.000 dólares y lo tienes que devolver, ya es bastante que pongas tu trabajo y tu know-how… Estamos hablando de ciencias experimentales y no todo sale siempre bien.
Un modelo semilla
Incubadoras que cotizan en Bolsa; aceleradoras privadas y públicas que financian no sólo salidas, sino también crecimientos de startups; cofinanciación estatal del 85% en proyectos; confianza de inversores locales y extranjeros en la fase semilla de los proyectos, donde el nivel de riesgo de que el proceso innovador propuesto no acabe teniendo éxito es muy elevado (en esta fase las empresas innovadoras no se encuentran en condiciones de ofrecer el tipo de garantías que exigen las entidades financieras –no generan los flujos de caja netos positivos necesarios para servir a la deuda)…
Todo esto viene de la mano del programa Yozma que se puso en marcha hace 25 años. Se crearon 24 incubadoras y el Gobierno impulsó la cofinanciación en startups junto a empresas de capital riesgo extranjeras y creó lo que se puede resumir como un fondo de fondos. Eso explica un parte. Al ser un país más pequeño, todo está más centralizado: las inversiones para la innovación se canalizan a través de la oficina del Chief Scientist Officer, una especie de CSIC+CDTi+Enisa.
Servicio militar
“En Israel, en las entrevistas de trabajo siempre te preguntan en qué unidad estuviste en el ejército”, asegura Gil Kerbs, ex alumno de una unidad de inteligencia, en el libro ‘Startup natio’n, de Saul Singer y Dan Senor.
“Hay ofertas de trabajo en las que se especifica Sólo para ex alumnos de la 8200”. No se puede entender el ecosistema emprendedor israelí sin hablar del servicio militar obligatorio –tres años para los hombres y dos para las mujeres–.
La formación no es sólo militar, sino también tecnológica. Allí una empresa –como Check Point– surge en una hoguera en una noche de guardia.