Que el mercado laboral tradicional, en el que un trabajador permanece en una empresa durante 40 años, ya no existe no se le escapa a nadie. En este contexto, los nativos digitales optan por el job hopping como fórmula para progresar en sus carreras, cambiando de compañía cada uno o dos años.
La traducción literal del job hopping sería algo así como “salto de trabajo”. Esta tendencia responde, según los expertos, a dos motivos fundamentales. Por un lado, la ausencia de posibilidades de promoción interna en las compañías; y, por otro, la necesidad de nuevos estímulos en la vida laboral de los trabajadores más jóvenes, criados y educados bajo un paradigma diferente al de las generaciones anteriores.
El job hopping también responde a las nuevas necesidades del mercado laboral, que en ocasiones deja miles de puestos sin cubrir en todo el mundo debido a la falta de profesionales formados en determinadas áreas. Prueba de ello es que, según la Comisión Europea, durante el próximo año España necesitará 200.000 puestos orientados a la digitalización.
Según un informe sobre el job hopping mencionado por El País, el 75% de los trabajadores de entre 18 y 34 años consideran las nuevas experiencias y las mejoras salariales como aspectos fundamentales para progresar en términos laborales. “Han modificado su escala de valores, ahora influida por la inmediatez en la recompensa y la falta de perspectiva de carrera a largo plazo”, explica en el artículo un experto en recursos humanos.
Además, el mismo experto explica cómo “estamos ante el talento más difícil de retener porque tiene mucha prisa y ansía acometer nuevas responsabilidades. No buscan empresas que concilien, prometan buen ambiente o una formación entendida como un privilegio. Funcionan con políticas de trabajo inteligente, libertad para opinar y grupos polivalentes para aprender de forma diversa”.
El job hopping, una forma de supervivencia
Aunque el este aspecto emocional de buscar nuevos retos y responsabilidades es un aspecto importante para los trabajadores que practican el job hopping, no es la única clave de esta nueva fórmula de promoción profesional. También responde a un instinto de supervivencia, ante la falta de oportunidades de desarrollo dentro de las propias compañías o unos salarios que no permiten formar una vida propia.
En este sentido, la crisis del coronavirus ha hecho caer la tasa de emancipación de los trabajadores menores de 30 años a su nivel más bajo desde 2001. Además, la media de edad para salir del hogar familiar se situó en 2020 en los 29,5 años, muy por debajo de países como Suecia, donde la media está por debajo incluso de los 18.
Por otro lado, casi el 30% de los jóvenes se vio afectado por un ERTE durante el primer semestre del año, y el paro juvenil supera el 40% en España. Todo ello, sumado a los elevados precios del alquiler. Según el Consejo de Juventud de España, para que los trabajadores menores de 30 pudieran dedicar, como máximo, el 30% de sus salarios a la vivienda, deberían doblar su remuneración.
En este contexto, cabe preguntarse si el fenómeno del job hopping responde al cambio de mentalidad de los trabajadores jóvenes, o si solo es el resultado de la precariedad e inseguridad laboral de los mismos. En esto, hay posturas en ambos sentidos…