En un sector como el farmacéutico, el desarrollo de patentes o la creación de una marca propia es difícil y caro, especialmente si son medicamentos para consumo humano. “En este caso, el coste supera en 10 veces nuestra facturación. Y también tiene un riesgo muy elevado. No es nuestro negocio”, apunta Jean Nordström, consejero delegado de Grupo Labiana, compuesto por Labiana Life Science y Labiana Pharmaceuticals. Por eso, esta firma farmacéutica ha encontrado su hueco en el outsourcing trabajando para grandes grupos con los que suscribe contratos de fabricación y servicios, “aunque también realizamos otros trabajos”, anota Nordström, entre los que destaca el desarrollo de productos –formulación, galénica o control de calidad– o la validación de procesos y productos. El consejero delegado hace hincapié en la importancia del registro de medicamentos. “Elaboramos dossieres con toda la documentación (validaciones y ensayos) para que nuestros clientes puedan registrarlos”, indica.
Clientes de peso. “Nuestros socios más importantes son Boehringer Ingelheim, Valeant (la anterior ICN) y Farma Lepori (grupo Angelini), pero también trabajamos para una larga lista de multinacionales como Pfizer, Bayer o Basf y empresas nacionales”, señala. Además, la compañía desarrolla genéricos para distintas marcas: vende los dossieres de registro a las empresas, quienes registran el medicamento a su nombre y les encargan posteriormente la fabricación.
Riesgos controlados. “En este negocio, nuestros clientes tienen más riesgo que nosotros porque nuestra compañía figura en el registro del producto como fabricante. Por esa razón la confianza mutua es esencial”, justifica el responsable de Grupo Labiana.