Al igual que los juglares de antaño recorrían los castillos y palacios de señores y reyes relatando batallas, hazañas amorosas y demás lances caballerescos, así Marc Vidal visita platós televisivos y escenarios de grandes eventos para relatarnos qué está pasando hoy en las lides tecnológicas, ayudando a profanos y entendidos a interpretar los efectos que la tecnología está imprimiendo en nuestras vidas.
Consciente de que interpretar la realidad en tiempo real es una tarea compleja y a menudo errónea, trata de poner luz y conocimiento sobre los acontecimientos actuales para ayudar a los emprendedores a interpretar correctamente por dónde tienen que ir. “Cuando entraron las máquinas de vapor y comenzaron a echar gente de las fábricas, lo que nosotros llamamos revolución industrial ellos lo denominaron gran crisis industrial. No comprendieron que a partir de ese momento empezaron a trabajar menos horas, nació el ocio… Nosotros estamos igual ahora. La tecnología no ha venido a echarte, sino a permitirte que trabajes de otra manera, de forma más eficiente. Ha cambiado el modo en que entendemos la realidad.”
Y precisamente sobre eso, sobre cómo debe afrontar el emprendedor la incertidumbre y los cambios que ha traído consigo este acelerón digital, es de lo que vamos a hablar fundamentalmente en esta entrevista.
EMPRENDEDORES. A menudo hablas de la necesidad de distinguir entre digitalización y transformación digital, ¿cuáles son esas diferencias?
MARC VIDAL. Cuando hablamos de digitalizar hablamos de incorporar tecnología a cualquier ámbito. En la historia de la humanidad hemos tenido muchas etapas en las que hemos incorporado tecnología, pero no transformaba nada de lo que estaba sucediendo. Para que haya transformación digital deben generarse cuatro cambios: en primer lugar, que la tecnología transforme los datos en conocimiento. Es decir, debe permitirte conocer los datos, interpretarlos para extraer información y transformar esa información en conocimiento. La segunda clave es la automatización de procesos. La tecnología debe permitirme ser más eficiente: que pueda reducir tanto el coste de lo que produzco que, aun vendiendo menos, gane más. La tercera clave tiene que ver con los modelos de negocio: muchas veces creemos que si vendo fruta, mi negocio es vender fruta. Pero, en los tiempos actuales, al incorporar tecnología a esa venta de fruta (marketplace, e-commerce, espacio virtual, automatización de la comercialización, tracking del envío) mi negocio ya no es la fruta, sino la tecnología que hace que la fruta llegue a esa persona. Y la cuarta clave tiene que ver con la actitud que debe tener la persona, la revolución íntima: hay que ser capaces de interpretar que la tecnología es una herramienta que no cambia nada de nosotros si no estamos dispuestos. Cuando apareció la calculadora, los matemáticos pensaron que ellos iban a desaparecer. Luego se reveló como una herramienta extremadamente poderosa que permitía que, cuanto más compleja era la pregunta que hacía el matemático, más compleja era la respuesta que daba esa calculadora. Pero, la esencia estaba en la pregunta. En la cuarta clave, pues, el secreto estará en saber hacer buenas preguntas a esas inteligencias artificiales. Es decir, cuanto mejores preguntas hagamos a las máquinas, mejores resultados obtendremos para nuestra empresa. La diferencia entre una empresa de éxito y otra que no lo tenga estará, no en la tecnología que compre, sino en las preguntas que le hagan a esa tecnología, es decir, en el talento humano.
EMP. Entonces, ¿deberían los emprendedores hacerse preguntas a sí mismos antes de hacérselas a la máquina?
M.V. Hay un elemento que ha estado siempre, pero que ahora tiene más valor que nunca, que es el propósito. El propósito de Amazon no era vender cosas, sino que el cliente tuviera las cosas que deseaba y, a partir de ahí, a Amazon le da igual que la impresión 3D acabe siendo la tecnología logística del futuro, porque el problema no está en el marketplace ni en lo que venden. Y el emprendedor tiene que preguntarse para qué está haciendo lo que hace y diferenciar el cómo (que es la tecnología) del porqué (que son los seres humanos a los que sirves). Tu objetivo puede ser vender fruta, pero tu propósito será alimentar a tu vecindario. Es decir, tu propósito tiene que estar muy por encima del objetivo. Y asumido eso, la tecnología puede cambiar completamente la forma en que desarrollas tu objetivo, es decir, tu modelo de negocio, para permitirte alcanzar tu propósito.
EMP.Ahora mismo, ¿estamos en fase de transformación digital?
M.V. Desde marzo del año pasado estamos en el siglo XXI. Tengo la teoría de que hemos tenido cada vez más tecnología, más ancho de banda, dispositivos más potentes, pero eso ha impactado muy poco en nuestra vida. Sin embargo, desde marzo del año pasado se nos obligó a modificar muchas cosas (teletrabajo, reuniones virtuales, frenazo de los viajes…) que han transformado completamente el modo de trabajo y la relación con la tecnología. Y es ahí donde entra el siglo XXI. Antes podías elegir si te adaptabas o lo dejabas para más adelante, porque, aunque la tecnología era nueva, no era el hilo conductor de todo. Pero ahora ya no es viable aplazar los cambios. El emprendedor que no entienda que el siglo XXI ha empezado y que debe abrazar la tecnología, tiene un problema. Las cosas que un emprendedor no haga en los próximos tres o cuatro meses no lo va a poder hacer más adelante
EMP.Y ¿qué debe hacer en ese plazo?
M.V. Tiene que incorporar la tecnología como modelo de negocio en sí mismo. Es algo más que una herramienta, es un elemento transformador. Un emprendedor no puede dar la espalda a la robotización de los procesos, no puede decir que no le importan los datos… Debería preguntarse cuánto de computerizable o automatizable es decir, cuánto de lo que él es o hace, puede desempeñarlo una tecnología o un software, asequible o no, en un plazo de dos a tres años. Y, como eso va a suceder, lo que tiene que plantearse es ¿en qué cosas me tengo que entrenar yo? Curiosamente, la respuesta a esa pregunta es: entrenando habilidades que están en nosotros mismos, como la creatividad, la empatía, el pensamiento crítico y el lateral…
EMP. Quienes no hagan lo correcto en ese plazo, ¿desaparecerán?
M.V. No. Habrá a quien le vaya bien aun no abrazando la tecnología porque siempre hay un nicho, pero está claro que quien no abrace la tecnología corre un riesgo mucho mayor, porque la historia del ser humano es la historia de sus revoluciones tecnológicas. De manera que todo aquello que no se haga partícipe de esas revoluciones tendrá más dificultades. Al poco tiempo de inventarse los coches a motor, surgió una regulación que obligaba a que delante de ese coche tenía que ir un tío con una bandera roja, el red ager, indicando a la velocidad máxima a la que podía ir ese coche. Consideraban que dejar todo en manos de la máquina y del ser humano, aumentaba el riesgo de accidentes. Los fabricantes de los primeros coches pensaban que no tenía sentido innovar: ¿para qué poner faros si había un tío que iba marcando todo? En cuanto desapareció esa normativa, la innovación se disparó hasta irrumpir al poco tiempo las cadenas de montaje. Es decir, si no entendemos correctamente o no le damos el sentido real a la tecnología, corremos el riesgo de que sea solo un anexo y los anexos no son generadores de cambio, no son transformadores.
EMP. ¿Qué herramientas puede utilizar el emprendedor para afrontar emocionalmente la transformación digital de la economía?
M.V. No hay unas herramientas concretas. No hay expertos en esto de la transformación digital. Como mucho hay especialistas. A eso se debe aspirar para gestionar el cambio en las compañías que han decidido iniciar el tránsito complejo y apasionante de modificar modelos de negocio y procesos de trabajo. Ser especialista es ocupar el tiempo en aprender. Es entrevistarse, compartir tiempo y trabajar con ingenieros en robótica, analistas en inteligencia artificial, matemáticos que resuelven los vínculos entre el movimiento y el caos, biotecnólogos que experimentan con materiales sintéticos que sustituirán órganos, filósofos que analizan la repercusión ética de cuanto representa la innovación exponencial y, también, con las grandes corporaciones que preparan sus productos de un futuro inmediato a partir de la tecnología existente. Por eso es más importante un modelo de aprendizaje por la experiencia que pensar en qué herramientas se precisan, porque van a ir cambiando. El emprendedor debe estar en modo de aprendizaje continuo, algo así como mantenerse en ‘beta constante’.
EMP. ¿Emoción y tecnología pueden llegar a entenderse?
M.V. Sí. Hay una máxima que se ha repetido a lo largo de los últimos 200 años y es que cuando hay cambios, hay dos actitudes: una, yo voy a cambiar cosas, y eso no garantiza el éxito; y la otra, la de los que no cambian y eso garantiza prácticamente el fracaso. Cuando todo cambia, el que cambia no siempre gana, pero el que no cambia siempre pierde.
EMP.El emprendedor es una figura que normalmente no tiene aversión al cambio, pero en estos momentos sí observamos cierta inquietud entre el colectivo y la pregunta más habitual es ¿cómo lo llevas?, en lugar de ¿qué tal vas? Es decir, ponen más el foco en la persona que en el proyecto…
M.V. Eso tiene mucho que ver con la incertidumbre. Está catalogada como negativa. Algo que me sorprende mucho, porque la incertidumbre no es necesariamente mala, puede ser un motor. El no tener certeza sobre ciertas cosas es lo que nos hace innovadores. El ser humano ha llegado hasta aquí porque ante sí ha tenido múltiples zonas de incertidumbre. Cuando se decide a expandirse desde África por el resto del planeta, no creo que supiera de antemano lo que había detrás de aquella montaña. La incertidumbre nos ha mantenido en la innovación constante. Lo que pasa es que la incertidumbre se tiene que gestionar y para eso necesitamos dos cosas: una, exigibilidad, aumentar nuestro rango de dolor posible, hasta dónde podemos soportar unos fallos, unos errores. Y dos, tecnología, para poder incorporar modelos que nos permitan la prueba/ error de forma económica. Es decir, has de asumir que te vas a equivocar un montón de veces antes de encontrar la posibilidad de que una salga bien, pero que tienes la capacidad predictiva, el análisis de datos, la información convertida en conocimiento o la inteligencia artificial para evitar que esas equivocaciones te supongan un crash económico.
EMP. Hace una década denunciabas que vivíamos en una sociedad que frenaba los intentos si el éxito no estaba garantizado, ¿cómo estamos ahora?
M.V. Sigue igual, pero con matices. Se valora el éxito por encima de todo. No se califica como algo positivo el haber cometido algún error o haber fracasado. Se dice, sí, pero no se lo creen la mayoría de los que lo dicen. En este país, si te la das, las trabas financieras, administrativas, sociales y, de un modo incomprensible, empresariales son tremendas. Resalto esta última porque a veces, incluso aquellos que lo pasaron mal en algún momento y se levantaron luego, no son comprensivos con los que caen cerca suyo.
EMP. ¿A nivel mental qué preparación necesita un emprendedor para afrontar esos próximos meses, en tu opinión, fundamentales?
M.V. Es interesante aprender de cada una de las cosas que no te van a salir bien. No es tanto aprender de los errores como equivocarse bien y equivocarse cada vez mejor y más rápido. Yo me fui de joven a una población mauritana que tiene la particularidad de que el desierto del Sáhara la devora cada cierto tiempo. Y cada vez que el desierto la devora, ellos la reconstruyen entera unos metros más adelante. El alcalde me contó que lo habían hecho cientos de veces y me enseñó una ciudad totalmente devorada, otra que ya no se podía habitar, otra que era donde estaban viviendo ellos en ese momento y una cuarta que ya estaban construyendo. La distancia entre ellas era de apenas 2 o 2,5 km y le planteé que por qué no aumentaban la distancia entre ellas. Su respuesta fue reveladora: ‘porque estaríamos condenando a las generaciones venideras a no poder corregir los errores que estamos cometiendo y que aún no conocemos’. La idea es: nos vamos a equivocar seguro y esta no es la solución, pero es un camino para encontrar la solución. Y esa es la clave de estos cinco o cuatro meses o del próximo año. Si consideras que lo que viene a partir de ahora, no te permite tener un proyecto seguro a la primera, inténtalo la mayor cantidad de veces posible para acumular un montón de información para aproximarte al mejor modelo posible. La suerte es que contamos con un montón de tecnología que abarata los errores.
EMP. ¿Qué decir a aquellos emprendedores que se enfrentan a un panorama poco favorable?
M.V. Con la pandemia los primeros que se pusieron en marcha para modificar cosas por el bien público fueron los emprendedores, que se lanzaron a crear epis, fabricar mascarillas… No fue ningún IBEX. Y eso, en lugar de ser percibido como un reflejo de la capacidad de superación del ecosistema emprendedor, no evita que cunda el desánimo. Yo creo que estamos en esa fase de cansancio posterior a un sprint y esto no ha acabado, ahora viene la carrera de fondo y deberíamos descansar lo justo y ponernos en marcha para afrontar los que nos viene, que es una reconstrucción total de los modelos de negocio.
EMP. ¿Cómo automotivarse?
M.V. Solo puedo hablar de cómo lo hago yo. Levantarse muy temprano dispuesto a hacer dos cosas durante el día: lo que te gusta y aprender algo. Si haces algo que no te gusta, solo puede motivarte el salario, la facturación o la compra material que eso derive. Si no aprendes nada trabajando, tu puesto se tornará aburrido, poco estimulante. Y, una vez que has conseguido un trabajo así, revalora una y otra vez lo que has logrado para automotivarte.
EMP. ¿Cómo estimular el espíritu emprendedor en un panorama tan incierto como el actual?
M.V. Dejando a un lado la frase de que ‘emprendiendo podrás vivir tu vida’. Eso es una paparruchada. Es sencillamente mentira. No todos los emprendedores pueden llegar a un punto de control sobre sus vidas. La mayoría emprenden y serán autónomos con todo lo que eso significa aquí. Ser emprendedor es duro. Tiene cosas muy buenas, pero no son las de un mundo Disney que algunos pretenden trasladar. En este país no se estimulará el emprendimiento eficiente, el que necesita este país, hasta que se le apoye realmente. Con palabras no es suficiente. Vamos sobrados de eso.
Una recuperación en forma de K, según Marc Vidal
Para Marc Vidal, ”hay gente que habla que de la crisis vamos a salir en V, en W, en L. Pero a mí me gustaría diferenciar entre rebote económico y recuperación. Creo que ahora vamos a vivir un rebote económico potente (los locos años 20) que permitirá recuperarse a quien lo aproveche, pero, en términos más macroeconómicos, la recuperación va a ser más compleja. Y creo que va a tener forma de K: estábamos en la parte de arriba del palo recto; llegó la pandemia y caímos porque estaba todo cerrado, no se podía comprar, no se podía vender. Nos abrieron y, poco a poco, hemos llegado a la parte media del palito de la K y a partir de aquí empiezan las diagonales. La que baja representa a las empresas que no son eficaces, a todas aquellas que no incorporen tecnología para conocer al cliente, automatizar procesos… Y las que se apuntan a la diagonal que sube son todas las contrarias: las que incorporan tecnología, las que saben aprovechar la transformación digital, las que comprenden qué es la robotización de proceso”.
El CEO de Allrework advierte: “Y ojo, lo que la gente no acaba de percibir es que en la parte baja de esa K pueden estar grandes empresas tecnológicas y en la parte alta, el frutero de la esquina que, aun no siendo tecnológico, entiende lo que tiene que hacer: que debe invertir e incorporar tecnología para afrontar esa salida o no saldrá. Esto no va de sector, sino de cómo afrontas, con tecnología y con cambio cultural de tu propio proyecto, la revolución íntima. Esa es la que te va a llevar a una parte u otra de la K. Luego vendrá la H y esa será otra historia”.