Las lovemarks consiguen traspasar esa frontera cuando transmiten compromiso, fiabilidad, cuando consiguen hablar a cada consumidor como si fuera único. Como insiste Pina, “si fabricas azúcar, no endulzas el café, le endulzas la vida. Es decir, nunca debes hablar del performance del producto, de su finalidad, debes ir más allá: apelar a sus emociones, a cómo se va a sentir y a cómo le vas a solucionar la vida, y ahí entras en el terreno de la intimidad”.
Blackberry se posicionó como la oficina móvil, el único teléfono que ayuda a cualquier profesional a seguir trabajando esté donde esté;
Nespresso fue la primera marca en sacar los cafés en cápsulas pero ha conseguido mantenerse como líder indiscutible a pesar de su precio, hasta el punto de que como transmiten en sus anuncios, Clooney puede ganarse el derecho a volver a la tierra a cambio de una máquina; Ikea no es una tienda de muebles, es la república independiente de tu casa.
En nuestro ejemplo del restaurante, la intimidad puede conseguirse a través de una oferta más personalizada, con sugerencias del chef relacionadas con los gustos del cliente y sus acompañantes, con una vista del cocinero a las diferentes mesas recogiendo comentarios y sugerencias…