Roberto Goizueta, ex presidente de Coca Cola, vivió en 1995 uno de los peores momentos de su carrera cuando promovió el lanzamiento de una nueva Coke más dulce, que resultó un completo fracaso. Ante la masiva reacción negativa de los consumidores, la compañía tuvo que dar marcha atrás y volver a la fórmula original.
Tampoco fue una situación muy agradable la ruptura entre Juan Abelló y Mario Conde, vicepresidente y presidente de Banesto, respectivamente, tras una fructífera relación empresarial de más de 13 años. O el posterior ingreso en prisión de Mario Conde.
Y qué decir de la experiencia sufrida por José Ignacio López de Arriortúa, Superlópez, tras la demanda que presentó General Motors contra él por presunta revelación de secretos comerciales.
Todos éstos, ya lo sabemos, son o han sido altísimos directivos y empresarios que se han enfrentado a situaciones límite. Pero también cualquier profesional, independientemente de su rango dentro de la empresa, puede tener que vivir momentos de gran complicación.
Casos reales
Muchas de estas situaciones se pueden convertir en el momento más duro de nuestra carrera profesional. De nosotros dependerá comportarnos de la forma más conveniente y salir airosos de un asunto, en ocasiones, demasiado comprometido o espinoso.
Con la ayuda de diversos profesionales y consultores, hemos detectado varios casos que podemos definir como ‘situaciones complicadas’ que se nos pueden presentar a lo largo de nuestra vida laboral. Algunas de ellas podrían calificarse, esencialmente, de profesionales, pero otras pueden afectar también muy directamente al terreno personal. Sin duda, en la resolución de todas ellas, nuestra madurez profesional y personal jugarán un papel fundamental.
Por otra parte, hemos buscado casos concretos que sirvan de ejemplo de algunas de estas situaciones. Aunque todos podemos haber pasado por alguna de ellas, no es sencillo contarlas con nombres y apellidos, ya que se trata de cuestiones, en ocasiones, muy desagradables y complicadas. Por eso, hemos garantizado la confidencialidad de sus protagonistas, ocultando o cambiando cualquier dato que pueda identificarle a él o a la empresa en la que ocurrió. Sin embargo, todas las historias y las declaraciones que se vierten en ellas son tan reales como la vida misma.
Las situaciones más espinosas
Tener que despedir a alguien
Se trata de una situación dolorosa, en la hay que analizar profundamente la necesidad de que se produzca. Si no hay más remedio, tendremos que procurar que el despido se lleve a cabo en las mejores condiciones económicas y sociales para el afectado, así como comunicárselo en la situación más adecuada y de la manera más cortés y delicada.
Directos y sinceros
Habría que tener en cuenta si se trata de un despido masivo o individual, así como el papel que juegan en la empresa los sindicatos. En cualquier caso, a la hora de comunicárselo, tendríamos que ser directos y sinceros.
Una de las funciones menos gratificantes es tener que despedir a un empleado, bien sea por mal desempeño o para reducir costes. La mejor forma es hacerlo de manera directa. Lo mejor es comunicarle directamente la noticia, de forma breve y sencilla. Deben explicarse claramente los motivos, intentando tener el mayor tacto posible, pero sin discutirlos, porque es únicamente una reunión informativa; la decisión ya está tomada previamente.
Cuanto antes, mejor
Tras la entrevista, cuanto antes abandone la compañía, mejor. Siempre dándole el tiempo necesario para que recoja sus pertenencias personales y pueda despedirse de sus compañeros. No es aconsejable que se quede los quince días, después de ser despedido, ya que se crea un mal ambiente y el despedido normalmente no tiene ganas de seguir trabajando y dando explicaciones a sus compañeros de lo sucedido.
Falsas acusaciones
Algunas personas han vivido uno de los peores momentos de su vida profesional cuando se les ha acusado de haber cometido un fraude en la empresa o de haber utilizado información confidencial. Se trata de temas muy graves, por lo que habría que tener muy claras algunas cuestiones, como las funciones y la responsabilidad que tenemos en ese trabajo.
Analizar las acusaciones
En primer lugar, deberíamos analizar detalladamente las acusaciones que nos hacen e intentar conocer de dónde han surgido, para asegurarnos una buena defensa, siempre y cuando, lógicamente, las acusaciones sean falsas. Según los casos, es recomendable acudir a los representantes sindicales de la empresa y conseguir un buen abogado laboralista.
Ante una situación de este tipo –señala– deberemos escuchar atentamente las acusaciones que nos hacen y en qué pruebas y argumentos se sustentan. A continuación, recopilaremos toda la información posible sobre ese asunto que pueda afectar a nuestra intervención en el mismo. Y, en tercer lugar, buscaremos el apoyo de compañeros y otros profesionales relacionados con el tema. Con todo ello, podremos corroborar nuestra actuación y dar fe de que hemos cumplido en todo momento con nuestra tarea, con las normas de la empresa y con la ética profesional. De este modo, intentaremos resolver el malentendido y quedar libres, no sólo de las acusaciones que se nos hacen, sino de cualquier rastro de sospecha que pudiera quedar.
De todos modos, y aunque la historia tenga un final feliz, esta experta indica que debemos plantearnos, según la importancia de las acusaciones y su resolución, si realmente la empresa confía en nosotros y si, consecuentemente, merece la pena continuar en ella o ha llegado el momento de buscar, sin prisa pero sin pausa, un nuevo proyecto profesional.
Decides dimitir o abandonar la empresa
Puede ocurrir cuando estás “quemado”, cuando te sientes fuera de lugar en la empresa, porque ya no aguantas a tu jefe o tienes una mala relación con los compañeros. Habrá que valorar muy detalladamente si merece la pena tomar la decisión de irse o si es posible hacer un esfuerzo humano y profesional para que las circunstancias en el trabajo cambien. Además, tendremos que ver los pros y los contras de una decisión que puede cambiar nuestra vida radicalmente.
Algunas preguntas
Las primeras impresiones que uno siente cuando se quiere ir de su trabajo son “confusas”, por lo que debe plantearse claramente algunas preguntas: ¿Por qué no estoy satisfecho en mi trabajo? ¿Me están tratando bien? ¿Soy yo el que no se siente cómodo?
Si las respuestas nos llevan a tomar la decisión de marcharnos, deberíamos hacerlo sin crear conflictos innecesarios, por si acaso necesitamos referencias para posteriores trabajos. Una vez que la decisión está tomada, lo mejor es afrontarlo directamente y hablar con tu jefe sinceramente de los motivos que te llevan a presentar la baja y ver si hay alguna posibilidad de cambio.
Valorar los motivos
En muchas ocasiones, sólo es necesario ser consciente de queuna actitud o circunstancia concreta puede molestar a otra persona. Entonces es posible que se pueda cambiar. Eso sí, nunca será posible que se produzca un cambio si se desconoce que éste molesta. Si los motivos que llevan a tomar esta decisión tan importante no pueden cambiarse, habrá que valorar muy bien, antes de dimitir, las posibilidades de empleo o el cambio que va a suponer su nueva vida.
Buscar un sustituto
Es posible que alguna vez te pidan que busques un sustituto para un profesional en la empresa. Es indispensable que el departamento de RR HH tenga claro que uno de los requisitos indispensables es la discreción. En RR HH, la mayoría de información que se recibe es confidencial, salarios, evaluaciones e informes del personal y, por supuesto, despidos o reducciones de plantilla, que pueden ser de personas más o menos allegadas, pero que en todos los casos deberán tratarse con la profesionalidad que requiere el puesto.
No dar información
Otra cosa es que se tenga que mentir, cosa que no se debe hacer. Es preferible no dar ningún tipo de información ni verdadera ni falsa, pero tampoco dejar creer que todo es perfecto.
Romper con el socio
En este caso, se recomienda ser en todo momento muy amable y evitar cualquier conflicto innecesario, ya que no se sabe lo que depara el futuro y puede haber oportunidades de colaborar nuevamente. Sobre todo, debemos ser muy educados y explicarle lo más objetivamente posible nuestros motivos.
Sin embargo, esto no es óbice para afrontar la situación de manera firme y con decisión. Sobre todo, hay que dejarle claro que, por tu parte, la decisión está ya tomada y es irrevocable. De esta forma, no le daremos la oportunidad de discutir. A continuación, intentaremos llegar al mejor arreglo para disolver la sociedad, sin precipitarnos demasiado, pero lo más rápidamente posible.
Una oferta de la competencia
Cuando nuestra actual empresa se ha portado bien con nosotros, resulta más complicado aceptar una oferta tentadora de la competencia para un nuevo trabajo. En especial, si nos acaba de financiar un importante programa de formación. El compromiso exige calcular las razones del cambio y compensar, si se puede, a la anterior empresa. También, tendríamos que tener en cuenta las condiciones en las que nos financió el programa, las circunstancias, etcétera.
Investigar a un compañero o al jefe
Se trata de una cuestión muy complicada, ya que es difícil investigar a alguien sin romper la discreción, sin quedar mal y sin levantar calumnias, pero manteniendo la lealtad y la eficacia en el trabajo.
Un estudio detallado
En líneas generales, se aconseja, primero, estudiar detalladamente el asunto con la máxima información de la que podamos disponer. Seguidamente, sería conveniente sondear, con discreción, el comportamiento que haya tenido esta persona con sus compañeros, si los tuviera, en relación al tema investigado. De forma paralela, también podríamos comprobar si ha sido honesto en otras situaciones y cómo se ha comportado en otros casos. Todo ello, lógicamente, sin llamar mucho la atención. Si llegamos a la conclusión de que existen pruebas suficientes para creer que ha habido una actuación incorrecta, deberemos comunicarlo así al directivo que nos haya encargado la investigación, quien deberá tomar la decisión pertinente.
La empresa incumple un compromiso
En ocasiones, un profesional pacta unas condiciones con la empresa que luego ésta no cumple. El asunto dependerá de si estas condiciones están por escrito o no, para poder exigir legalmente su cumplimiento. Aunque debemos ser conscientes de que si se entra en conflicto con la empresa por este asunto, difícilmente se producirá una continuidad en el puesto, por lo que cabe pensarse muy bien, antes de entrar en un conflicto legal, el interés o no en continuar en el trabajo.
De todas formas, una situación de incumplimiento de compromisos dice muy poco de la ética y valores que tiene, y quizás, y aún sin entrar en reclamaciones legales, sea conveniente empezar a buscar un nuevo empleo con una empresa más seria.
Un traslado a otra ciudad
Si te ofrecen un traslado con ascenso incluido, se aconseja pensar en los problemas para la familia, sobre todo si el cónyuge tiene trabajo y a los niños no les conviene el traslado. El problema es que la negativa sea interpretada como falta de compromiso con la empresa y con la carrera. Se recomienda estudiar los ámbitos que se pueden ver afectados con el traslado: la carrera profesional y la vida familiar. Así se valorarán las ventajas e inconvenientes que éstos conllevan y plantearnos hasta qué punto nos compensará hacer algunos sacrificios.
Reestructurar una plantilla
Esta situación puede dejarte quemado para el futuro, porque te verán como “el carnicero”.Probablemente, hay que negociar tu propia salida antes de empezar el trabajo, para no negociarla después.
Pactar los objetivos
Habrá que pactar previamente los objetivos de la reestructuración de plantilla y las condiciones en que ha de producirse para que, posteriormente, no surjan sorpresas ni nuevas exigencias por parte de los propietarios de la empresa. También, tendremos que dejar claro con los propietarios de la compañía si van a utilizarnos, fundamentalmente, para llevar a cabo el ajuste, o si cuentan con nosotros también para el proyecto de futuro de la entidad.