Ante la avalancha de malas noticias –entre ellas la brusca caída del crecimiento del PIB al 0,3% en el primer trimestre del año– lo fácil es sucumbir al desaliento y aplazar cualquier proyecto de creación de empresas hasta que escampe, lo que nadie sabe cuando ocurrirá. Pero, no hay que desesperar. Si bien es cierto que a buena parte de los grandes sectores de actividad que componen el grueso de nuestra economía –desde la construcción y el inmobiliario a la banca pasando por el mueble y la decoración, el textil, el regalo, los electrodomésticos, el automóvil, el cemento y los materiales de construcción o las compañías aéreas – le esperan tiempos más bien duros, quedan muchas áreas de negocio con futuro por las que apostar sin que haya que correr riesgos excesivos.
Dos caras de la misma moneda
Estos sectores son de dos tipos. Unos, los anticíclicos, porque han demostrado su resistencia a los malos tiempos en recesiones anteriores. Y otros, porque encuentran terreno abonado justo en las épocas turbulentas, esas de las que se suele decir que “ni te cases ni te embarques”.