Esas personas tenían una necesidad latente que luego resultó ser común a muchísima más gente y que no tenían forma de resolver dando lugar a la creación de un nuevo producto o servicio. “Como dijo el profesor de marketing, Theodore Levitt: La gente no quiere comprar un taladro de 6mm, sino un agujero de 6mm. Tenemos que enfocarnos en identificar el jobs to be done –las tareas a realizar– y eso nos puede abrir los ojos a nuevas ideas de productos”, apunta Domingo.
Y la disrupción, al contrario de lo que pueda parecer, no requiere de grandes inversiones, sino “de grandes dosis de imaginación y creatividad y, sobre todo, de ese jobs to be done: algo que los emprendedores no suelen hacer mucho que es ponerse en la piel de sus consumidores para comprender realmente las tareas que están intentando resolver. Así podrás diseñar esos ciclos de experiencia y esos resortes de utilidad (ver recuadros)”, señala José Antonio de Miguel, de Yoemprendo.
Para que sea disruptivo, afirma Javier García, CEO de la incubadora Alantis, “debe resolver algo que no está resuelto o mal resuelto por el mercado. Y cuando se desarrolla algo que no se está haciendo es necesario preguntarse cuánto costará desarrollarlo. Y cuando se sabe eso, hay que valorar si es posible que en unos meses llegue un competidor más grande y te haga sombra. Si ves que es fácil de fusilar, por muchas necesidades que estés resolviendo, lo mejor es que no te metas”.
Innovación abierta
Los expertos consideran que la auténtica disrupción no suele brotar entre las cuatro paredes de una empresa. “El conocimiento está fuera, compartiéndolo con otras empresas y centros de investigación. Y ese es un defecto muy nuestro. Es el peaje que estamos pagando. Nuestros indicadores de innovación son a veces tan pésimos por estas cosas. No es sólo una cuestión de dinero, sino de actitudes, de personas, de mentalidades, etc.”, subraya Javier García, cofundador de Instituto Cies y CEO de Alantis.
Ese es el quid: la innovación abierta es un estado mental. “Es una actitud frente a la vida y frente a los negocios. Esos emprendedores que tienen miedo a que les copien su idea es porque era fácil su negocio y les han hecho un favor. Lo que es disruptivo de verdad es tener en el ADN de tu negocio la colaboración con centros de investigación, con otros partners, con redes internacionales, etc. Lo disruptivo está en la forma en la que trabajamos. Esa es la verdadera innovación. Todo lo demás son florituras. Como no cambiemos la forma en la que hacemos las cosas, mal estaremos”, apunta este experto, que pone varios ejemplos: “Zappos o Apple, entre otros, son disruptivos no sólo en la tecnología, sino en el modelo que hay detrás. No puedes dar un golpe en el mercado, si no tienes una base fuerte. Cuando alguien compra un jabón en Walmart, en el momento en que ese producto pasa por caja, ya se está produciendo un movimiento en toda su cadena de suministros. Es un proceso integral, de optimización, que implica a proveedores, clientes, equipos, infraestructura…”.