Las soft skills son más importantes para resolver las necesidades de teletrabajo que las habilidades técnicas y la experiencia laboral. Las empresas necesitan personas que sean más ágiles y adaptables, capaces de hacer frente a los rápidos cambios en el mercado.
Según una encuesta realizada en más de 50 países por Cegos, firma global líder en servicios de consultoría, estas son las siete soft skills más valoradas en el mercado:
Colaboración remota
Las organizaciones están cada vez más conectadas a través de la red y cuentan con equipos adaptables, remotos y multiculturales. Además, las comunidades virtuales y redes sociales están tomando el relevo de las organizaciones verticales.
Colaborar y cooperar a distancia resulta imprescindible. Para lograrlo se requieren fuertes habilidades interpersonales, habilidades en el uso de herramientas de colaboración, conocimiento de varios idiomas y saber distinguir y entender posibles diferencias culturales.
Comunicación digital
Resulta esencial ser un usuario competente, pero no es bastante. La alfabetización digital implica tres habilidades complementarias:
Gestionar la información. Buscar, acceder, clasificar, filtrar y sintetizar la información relevante de forma crítica y sistemática.
Producir contenido que aporte un valor agregado real para otros: ir más allá de simplemente compartir.
Producir y publicar contenidos multimedia adecuados.
Agilidad y adaptabilidad
La cada vez más fragmentada naturaleza de las trayectorias profesionales lleva a desarrollar un conjunto de conocimientos y experiencias que serán ampliamente transferibles.
La agilidad y capacidad de las personas para liderar el cambio será un factor clave de éxito; tendrán que trabajar una gran tolerancia a la incertidumbre y a las nuevas ideas, adquirir conocimiento en varias disciplinas y ser capaces de asumir el cambio continuo.
Creatividad y sentido de la innovación
La creatividad es la habilidad de proponer nuevas formas de interpretar las situaciones. Implica estar abierto a nuevas ideas y experiencias (culturales, artísticas o profesionales). Una persona puede desarrollarla como usuario experto de las herramientas que fomentan esa creatividad y buscando entornos que favorezcan la creación de nuevas ideas.
Espíritu emprendedor
La libertad de empresa, tanto dentro como fuera de las organizaciones, nunca ha sido tan grande. La capacidad de un individuo para convertir ideas en acciones requiere una gran motivación (el entusiasmo es el impulsor más poderoso para la acción), asumiendo riesgos y administrando proyectos que busquen alcanzar objetivos concretos.
Organización del trabajo eficiente
La proliferación de comunicaciones improductivas, la creciente masa de información, las diversas distracciones y la cantidad de proyectos que se realizan simultáneamente obligan a las personas a aumentar su productividad en sus trabajos para lograr alcanzar sus objetivos. Hay tres aspectos que resultan críticos:
El tiempo es y seguirá siendo escaso. Resulta imprescindible conocer y aplicar las mejores prácticas en la gestión del tiempo, sabiendo escoger prioridades.
La buena gestión del entorno de trabajo, ya sea en la oficina o de forma remota, debe garantizar una accesibilidad óptima para poder afrontar cualquier problema de manera eficaz.
Automatizar. Es importante aprovechar cada oportunidad de automatizar las tareas más rutinarias.
Aprender a aprender
Es recomendable que cada persona reserve un 20% de su tiempo laboral para mejorar sus habilidades y seguir siendo empleables, tratando de cumplir con lo que el mercado laboral exige a cada momento.
Para ello, las personas deben desarrollar una cultura de autoaprendizaje y diseñar su propia estrategia dentro del ecosistema (empresa, redes, instituciones de formación y comunidades).