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03 Jun, 2023

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¿Y si has pecado de optimista al calcular tu punto de equilibrio?

La falta de liquidez también se puede deber a un exceso de optimismo al calcular el punto de equilibrio; a incurrir en gastos innecesarios...

¿Y si has pecado de optimista al calcular tu punto de equilibrio?

No has hecho esto: No has constituido un fondo de maniobra. Vamos, que no has reservado dinero para hacer frente a la financiación a corto plazo. Para calcular cuál es la cantidad correcta, reserva un tercio del rendimiento neto. Es un buen punto de partida para manejar las situaciones más complejas.

¿Qué más puedes hacer?

1. Saca rentabilidad a lo adquirido. Valora de qué te puedes deshacer o si te interesa más sacar rentabilidad a las inversiones: qué te puedes deducir, si puedes alquilarlo a otras empresas o crear nuevas líneas de negocio.

2. Evita gastos innecesarios. Asume siempre el gasto mínimo para todo lo que se puede ahorrar: compartir oficina, utilizar equipos informáticos de gama baja, etc. Todo lo que no afecte directa o indirectamente a la producción y sobre lo que tengas un dominio de la materia es susceptible de ahorro. El local, por ejemplo, lo puedes compartir con otras empresas que no tienen nada que ver con tu sector. Piensa en cuatro empresas alojadas en la sede de una de ellas que tiene una oficina muy grande y ha alquilado parte del espacio a las demás.

3. Renting para vehículos. Se puede acudir al renting para financiar la compra de una buena parte de los activos fijos de una empresa. A la hora de elegir el renting de coches, ahí van dos ideas que debes tener en cuenta: Si piensas que el vehículo te va a dar servicio durante bastante tiempo (siete u ocho años) es posible que el renting no te interese. Si te has decido a contratarlo, hazlo por el número de kilómetros anuales reales que piensas realizar. No te dejes llevar por una cuota menor, ya que las penalizaciones por superar el número de kilómetros contratados pueden ser importantes.

4. Renting informático. Normalmente, el coste a tres años de esta modalidad supone un incremento de coste entre un 20%-25% sobre el precio de compra inicial. Eso sí, este precio incluye una serie de servicios que la compra directa no te va a aportar (y que tienen un coste): sustitución, mantenimiento, seguros, entre otros. En cualquier caso, si prevés que el equipo te puede durar más de tres años, haz números con los presupuestos de estos servicios que te puede ofrecer tu proveedor.