Las startups españolas siguen luchando por una regulación específica. Tras la presentación por parte del Gobierno del Plan de Transformación Digital para pymes, el de Administraciones Públicas y el Plan Nacional de Competencias Digitales, la Ley de Startups parece haberse quedado en el tintero del Ejecutivo, a pesar de haberla anunciado hace ya dos años.
Según algunas informaciones, la ley que regulará a las startups españolas tendrá un borrador durante el primer trimestre del año. A partir de entonces, los actores implicados podrán hacer sus aportaciones, algo que podría demorar su aprobación durante varios meses más. En este sentido, Carlos Mateo, portavoz de la Asociación Española de Startups (AES) considera que los plazos deberían acortarse al máximo.
“No es un capricho, pues después de haber analizado lo que se ha hecho en otros países y teniendo en cuenta el modelo económico y social español, se necesita una norma que reconozca la singularidad de la startup como modelo de emprendimiento innovador”, explica el representante de las startups españolas en una reciente entrevista en El Español.
Para Mateo, las startups españolas necesitan una singularidad jurídica que las diferencie de las pymes convencionales. Según el portavoz de la AES, una startup, “al principio de su andadura, no es todavía una empresa, sino el germen de lo que puede acabar siendo una empresa, pues está a medio camino entre un proyecto de innovación y una empresa”.
En este sentido, reclaman una definición abierta, en la que quepan todos los actores del ecosistema, así como una regulación que articule aspectos característicos de esta fórmula, como la financiación a través de inversores o el pago con acciones.
¿Qué empresas podrían acogerse a la regulación de las startups españolas?
Según la AES, “una startup es una organización o proyecto independiente de base tecnológica que surge con la misión de validar un producto, servicio o modelo de negocio claramente innovador y que tiene un alto potencial de crecimiento”. En este sentido, no todas las compañías de nueva creación podrían entrar en el grupo de startups españolas.
Contar con la mayoría del capital en manos de los fundadores en un primer momento, dedicar un 15% de los gastos a la contratación o al I+D o haber recibido financiación por parte de algún organismo dedicado a apoyar a las startups españolas como ENISA serían los requisitos fundamentales que la Asociación Española de Startups reclamaría para considerar a un proyecto parte de su sector.
Además, la AES pide la creación de un ‘sello startup’ que “sirviese como una especie de pasaporte para evitar tener que estar todo el tiempo perdiendo el tiempo en burocracia y en externalizar trabajos a consultoras para poder presentar tu proyecto a un programa de innovación”, explica Mateo en la entrevista.
De momento, parece que las peticiones de las startups españolas tendrán que esperar. Al menos, unos meses. Sin embargo, desde el sector denuncian que, de tardar mucho más, “España como país puede quedarse fuera de las grandes ligas, a pesar del discurso sobre liderazgo en la transformación digital que emana del Gobierno”.