Cuando hablamos del sector agroalimentario podemos caer en el error de pensar en una actividad con escasa tecnología, muy manual y un uso intensivo de mano de obra. Sin embargo, si indagamos un poco podemos ver que esa imagen ha cambiado. Agricultores y ganaderos usan ya las más modernas tecnologías: tractores guiados por GPS, drones que hacen mediciones termográficas de los cultivos, sensores conectados a la nube que miden parámetros como la humedad y temperatura de los campos o los establos, etc. Todos estos avances se enfocan en la optimización de su producción, pero también se emplean otras muchas tecnologías con el fin de mejorar la trazabilidad de los productos a lo largo de toda la cadena de valor. Éstas son algunas de ellas.
Blockchain. Esta tecnología permite que cada acción quede registrada en una base de datos distribuida, creando una cadena en la que cada eslabón es único y no se puede modificar o rechazar. Así se garantiza la procedencia de una materia prima o la autenticidad de los productos, certificar el cumplimiento de las exigencias normativas, dejar constancia de las fechas de entrada y salida en la cadena de procesamiento, verificar la puntualidad en las entregas, etc.
QR. Los códigos bidimensionales o QR son un pequeño avance tecnológico que abre muchas posibilidades. Se pueden escanear con un simple smartphone, por lo que cualquier consumidor puede acceder a la información que se vuelque en la web a la que se dirige al hacer la lectura: procedencia del producto, fecha de envasado o de consumo preferente, garantías de calidad, etc. También se puede ofrecer información enriquecida, como consejos, recetas, etc.
Sensorización e IoT. Permite recabar todo tipo de datos: desplazamiento de animales criados en semilibertad, condiciones de vida en granjas, control de humedad y temperatura en el traslado de animales o de frutas y verduras, etc. Estos sensores capturan los datos y los envían a la nube a través de una conexión a internet. Aquí es donde entre en juego el Internet de las Cosas (IoT). En el sector agroalimentario, donde la conectividad a la red puede ser más difícil, triunfa la tecnología de Sigfox, operador creador de la tecnología 0G. “Es una tecnología independiente de la red convencional. Es menos costosa y permite una duración de la batería en torno a los 2 años, casi el triple que la conexión a la red 2G o 3G”, detalla Carlos Callejero, coordinador del proyecto Catt- lechain, surgido con el objetivo de llevar estas tecnologías al sector ganadero.
ERP. El software de planificación de recursos empresariales (ERP) permite “gestionar la trazabilidad de las materias primas y productos semielaborados que se incorporan al proceso productivo”, explica Jaume Ayerbe, director del mercado empresarial de Sage España. “Con la gestión básica de lotes, e incluso sublotes, podemos realizar consultas inicio- fin o fin-inicio de la trazabilidad. Podemos saber en qué productos se ha usado un lote concreto de cierta materia prima. En sentido contrario, podemos conocer todas las materias primas y sus lotes que se han utilizado para obtener una unidad de nuestro producto terminado”, especifica. Esto se puede complicar cuando hay procesos productivos encadenados, que incluso pueden ser gestionados por distintas empresas de un mismo grupo. Ayerbe pone el ejemplo de uno de sus clientes, que se dedica a la venta de huevos, pero abarcando todo el proceso productivo, desde la fabricación de piensos hasta la cría de gallinas. Esta compañía usa una herramienta ERP que permite controlar las materias primas empleadas en los piensos, el pienso utilizado para alimentar a cada lote de gallinas o la clasificación de los huevos que salen de sus instalaciones.
Etiquetas inalámbricas. Las etiquetas de radiofrecuencia (RFID) son una tecnología para gestionar grandes volúmenes de producto en almacén y transporte, pudiendo acceder de forma rápida a todos los datos que se incluyen en el tag de cada lote, como procedencia, fecha de caducidad, entrada en almacén, etc. Con la vista puesta en el usuario, la información contenida en la etiqueta puede ser leída con un móvil gracias a la tecnología Near Field Communications (NFC), de forma similar a los pagos sin contacto que realizamos con nuestros smartphones.
Ventajas para todos
Además de las exigencias legales en cuanto a la trazabilidad de determinados productos agroalimentarios, la incorporación de este tipo de tecnologías ofrece múltiples ventajas, tanto para los propios productores como para los consumidores finales:
Diferenciación. En un mercado tan saturado como el actual, con montones de marcas, la trazabilidad puede ser un elemento diferenciador de cara a un consumidor cada vez más exigente. Por ejemplo, puede ayudar al consumidor a la hora de decantarse por un producto de ‘kilómetro 0’, ecológico, más fresco, etc. Esto ayuda a justificar la diferencia de precio frente a otros productos de la competencia, esgrimiendo más argumentos que una simple declaración de intenciones o decir a secas que nuestro producto es de mayor calidad en un mensaje publicitario. “El huevo ecológico tiene un precio superior al convencional porque los costes de producción son muy superiores. Por ejemplo, el pienso ecológico cuesta el doble. La trazabilidad nos permite garantizar la calidad de nuestro producto y poder argumentar esa diferencia de precio”, explica explica David Rabelo, director comercial de Montsoliu, empresa especializada en la producción de huevos ecológicos. Igualmente, Jesús Amieiro, director técnico de Quadralia, empresa desarrolladora de la tecnología Trazamare, empleada por la marca Pulpo de Lonja, indica que las cofradías que implantan tecnologías para garantizar la trazabilidad “notan que hay un incremento en el precio de venta del producto, ya que les permite diferenciar su producto del que ofrece la competencia”.
Combatir el fraude. La tecnología es el aliado perfecto para garantizar el origen y la calidad de un producto, evitando fraudes como los que hemos visto en artículos de mayor valor añadido, como jamones ibéricos, huevos ecológicos, etc. “El beneficio más importante que obtiene el consumidor es la garantía de que no se le dé gato por liebre”, declara Rabelo. Otro ejemplo más. Amieiro reseña que “en España se consume mucho pulpo saharaui, que se vende como si fuera gallego, por lo que la tecnología permite garantizar al comprador que está consumiendo un pulpo pescado mediante métodos artesanales en la costa de Galicia”.
Frescura y caducidad. Cuando se trata de artículos perecederos, la frescura es esencial. “En muchos productos, cada lote tiene una fecha de caducidad y es de gran importancia tener una gestión FEFO (First expired, first out) del almacén”, comenta el responsable de Sage. Una herramienta ERP ayuda a gestionar el almacén para dar salida primero a los lotes con fecha de caducidad más cercana. “También controlaremos los requisitos de fecha límite de utilización (FLU) que tengamos acordados con nuestros distintos clientes”, añade.
Retirada de productos. La trazabilidad en toda la cadena de valor nos permite tener completamente controlado cada paso que da el producto. Así, si se detecta algún problema, ya sea en el producto final o en alguna de las materias primas que se han empleado en su elaboración, se pueden retirar fácilmente del mercado todos los productos del lote afectado, sin necesidad de sacar toda la producción. Esto se traduce en mayor agilidad y un menor impacto económico en caso de sufrir una crisis.
Control de calidad. Tener monitorizado todo el proceso productivo ayuda a identificar qué puede estar fallando si uno o varios clientes muestran su disconformidad con nuestro producto. Si somos capaces de dar rápidamente con el problema, será más fácil resolverlo para ofrecer la calidad esperada.
Control de alérgenos. La trazabilidad permite tener un control detallado de los alérgenos. Cualquier alérgeno vinculado a un material que forme parte del proceso productivo tendrá su reflejo en el producto final.
Trazabilidad ‘inversa’. Aunque todavía no se está aprovechando demasiado todo su potencial, la posibilidad de interacción entre el cliente y el producto podría ofrecer obtener un valioso feedback. Por ejemplo, cuando los consumidores escanean un QR a través de su smartphone, dicho código remite a una página web a la que está vinculado. Y estos datos de acceso se pueden aprovechar para conocer muchos datos: lugar desde el que se escanea, tiempo desde que el producto llega a la tienda hasta que es escaneado, frecuencia de compra, etc.
Aumento del vínculo. Que una marca ofrezca información y sea transparente es algo que los consumidores aprecian y que cada vez demandan más. Y más aún cuando se trata de un producto alimentario. Además, si el cliente toma una actitud activa en el proceso de compra -escaneando un código QR, por ejemplo- para acceder a esta información, también se le pueden ofrecer otros contenidos que refuercen la relación con la marca, como recetas, consejos de conservación, promociones y descuentos, información de novedades, etc.