El gerente de Teixidors, Juan Ruiz, explica que se trata de una sociedad “dedicada a la elaboración de tejidos artesanales con materiales nobles (lana, lino, algodón, seda…) que desde sus inicios ha formado a personas en el arte de tejer a mano, con el objetivo de lograr su integración social y laboral”.
Así, desde 1985, esta cooperativa combina la artesanía con la gestión empresarial y alma social con el objetivo de crear puestos de trabajo para personas con dificultades de aprendizaje. En este cometido, el carácter artesanal es primordial. “Hemos reproducido una infraestructura que el desarrollo tecnológico hizo desaparecer de la industria textil. Contamos con las diferentes fases del proceso basadas en una estructura vertical. Para nosotros, este tipo de organización cumple una función pedagógica, sin mermar la funcionalidad del proceso, ya que podemos visualizar cómo la aportación del trabajo personal transforma la materia prima hasta convertirse en el producto final”, puntualiza Ruiz. Teixidors incluso fabricó sus propios telares para ponerse en marcha y eventualmente asume pedidos de telares para otros tejedores artesanos y escuelas de Arte.
En cuanto a los obstáculos que ha habido que sortear, el gerente destaca los tres más importantes. “Hemos tenido que suplir la ausencia de formación en el oficio por parte de los circuitos de enseñanza normales. Además, ha habido que afrontar la falta de un canal de venta específico y un público maduro que aprecie el producto artesano como sucede en la mayoría de países europeos. Y nos hemos encontrado con la falta de confianza de las entidades financieras para apoyar el proyecto de la misma manera que se haría con cualquier otra empresa”, declara.
Para que una iniciativa de este tipo haya salido adelante, Ruiz tiene claro que los puntales han sido “la diferenciación, la percepción que se tiene de que aquel objeto tiene algo que lo hace diferente. No hay recetas, pero la clave está en un buen equipo, mucho trabajo y visión de futuro”.