Pese a las numerosas sanciones económicas dictadas recientemente por la comunidad internacional a Rusia por su ofensiva en Ucrania, lo cierto es que Europa sigue comprando el suministro de gas natural a Rusia, uno de cuyos gasoductos atraviesa Ucrania. Así lo asegura al menos la empresa Grazprom que continúa realizando los envíos en función de la demanda. Que la Comisión Europea decida hacer la ‘vista gorda’ ante determinados sectores tiene su explicación.
Los deberes que sí hizo España
Sólo hay dos formas de abastecerse del gas natural procedente de los principales productores del mundo: EE.UU, Rusia, Irán, Qatar, China y Canadá. La primera es a través de la construcción de gasoductos y, la segunda, trasladándolo en buques gaseros desde el país de origen al de destino.
El traslado en barco es un proceso que encarece notablemente el producto dada la infraestructura necesaria. Primero hay que licuar el gas en el país de origen sometiéndolo a temperaturas por debajo de los 160 grados para reducir su peso. Una vez convertido en líquido, el gas se almacena en el barco dentro de tanques que mantienen la baja temperatura. Cuando llega al mercado de destino se procede de nuevo a la regasificación para convertirlo en GNL (Gas Natural Licuado). El siguiente y último paso es la distribución en el mercado local.
En este sentido, España tenía los deberes hechos. El 30% del gas que consumimos nos entra por un gasoducto procedente de Argelia y el resto llega por transporte marítimo que desembarca en alguna de las seis plantas regasificadoras que tenemos: Mugardos (A Coruña), Bilbao, Barcelona, Sagunto (Valencia), Cartagena y Huelva.
De toda esta infraestructura es de la que carecen países vecinos de la Unión Europea como Alemania que, en lugar de diluir el riesgo buscando distintos canales y proveedores, optaron por confiar más del 60% del suministro de gas a los gasoductos rusos a un precio bastante más económico, frente al 10% de la dependencia española del gas ruso.
Por qué afecta a España la crisis energética por igual
En un conflicto de dimensión internacional como el desencadenado por la ofensiva rusa en Ucrania, el hecho de que España tenga los deberes hechos no la va a librar de la tremenda crisis energética que se avecina.
Siendo España Estado integrante del mercado de la Unión Europea lo normal es que comparta las consecuencias con el mercado común y reparta sus ‘excedentes’ con los mercados amigos. Es decir, que nos toca compartir infraestructura y gas teniendo en cuenta, además, que lo previsible en una situación tensionada en extremo como la actual, es que el resto de los productores de gas aprovechen las circunstancias para encarecer el producto y que las condiciones de los contratos se endurezcan.
Rusia sigue abasteciendo de gas a Europa
Aunque no hay que descartar el riesgo, lo cierto es que las sanciones y embargos impuestos a Rusia por la comunidad internacional por la ofensiva en Ucrania, no afectan aún al suministro de gas. Rusia sigue vendiendo el gas a Europa y continúa pagándolo.
En consecuencia, la subida del precio del gas y de la energía no debería ser mucho mayor que la que llevamos registrando desde hace meses. Como recuerda Antonio Picazo, CEO de la comercializadora Gana energía, hace ya tiempo que Rusia decidió restringir el flujo de gas que inyectaba al continente europeo. En poco menos de un año, hemos pasado de pagar 15-20 euros por megavatio a pagar 100 euros, ocho veces más, con picos álgidos como los 180 euros que llegamos a pagar en los últimos días de 2021.
Subirá el precio, pero no habrá desabastecimiento ni ‘gran apagón’
En un escenario bastante más hostil que el año pasado, es de esperar que los precios del gas y la electricidad vuelvan a dispararse, pero “riesgo de desabastecimiento, por ahora no existe. Aunque Rusia decidiese cerrar el grifo del todo, la falta de suministro no se visualiza” en opinión de Picazo.
Descarta también el experto la posibilidad del ‘gran apagón’ que algunos barajaron hace unos meses. “Ante una situación de escasez extrema de energía, parece lógico que los Gobiernos opten antes por frenar la actividad de los grandes consumidores industriales que por cortar el suministro a toda la población. Sería imponer limitaciones a 1.200 puntos de energía que representan los primeros frente a un total de 30 millones”.
Los sectores más perjudicados por la crisis
Eliminado el riesgo de, por ahora, volver a las cavernas, sí que existe el de desestabilización de los mercados. Entre los más sensibles a la situación se encuentran:
1.-Energía y carburantes
El energético es el primero que figura en la lista de los sectores damnificados. Necesario el gas para producir la energía, ya se ha advertido arriba del riesgo real de un encarecimiento de los precios. Como declaraba hace unos días en otro medio Antonio Garamendi, presidente actual de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), “es verdad que España está mejor posicionado y que tenemos una infraestructura muy potente, pero eso no significa que los precios no puedan subir”.
Tampoco la dependencia de Rusia es un problema que se pueda resolver de la noche a la mañana. Cierto que el talonario puede ayudar a que se perforen nuevos pozos y a negociar con nuevos proveedores, pero los resultados no se verán en 2022, por lo que no hay que esperar que se reconduzca antes la situación.
Como en el caso del gas, la escalada de precios se trasladará al petróleo y los carburantes.
2.-La industria azulejera
Ucrania, seguido de Rumanía y Turquía, son los principales proveedores de arcillas en España, así que los empresarios del sector cerámico temen inminentes subidas de precios. La industria azulejera nacional se localiza, en más de un 90%, en la zona de Castellón, lugar de nacimiento de la emblemática Porcelanosa.
Según la publicación El Azulejo, “la industria cerámica, que había hecho acopio de arcilla de Ucrania a medida que el conflicto prebélico entre Rusia y Ucrania aumentaba, anuncia que el stock de materias primas provenientes de Ucrania se acabará en el plazo de unos cuatro meses. Por el momento, y en vistas de esta tensión en la oferta de materias primas cruciales para la fabricación de productos cerámicos, los empresarios temen inminentes subidas de precios por parte de todos los suministradores”.
3.-El aluminio
Es otra de las industrias nacionales que citó Garamendi entre las que podrían verse más afectadas por el conflicto. China es es el principal productor mundial de aluminio, pero Rusia también es un gran exportandor
Los precios del aluminio en el London Metal Exchange (LME) tocaron sus máximos históricos el pasado 23 de febrero, lo que se suma a una subida anual acumulada del 15%. Esto repercutirá en los precios de numerosos bienes de consumo como los electrodomésticos, y en sectores como el armamentístico. Impactará, también, en empresas como la estadounidense Alcoa, la tercera más grande productora de aluminio en el mundo detrás de Rio Tinto-Alcan, y Rusal.
4.-Fertilizantes
El precio de los fertilizantes lleva subiendo desde que se inició la pandemia. Uno de los argumentos para justificar la subida es, precisamente, el aumento del coste del gas, componente necesario para su fabricación y cuya escasez obligó a detener o reducir la producción de algunas plantas europeas en los últimos 18 meses.
Ahora, con el inicio de las hostilidades, el precio de los fertilizantes nitrogenados se ha disparado, según algunas fuentes, hasta un 180%. Rusia es uno de los principales productores de fertilizantes baratos y el segundo productor de potasa, un importante nutriente para los cultivos.
5.-Trigo y maíz
También Rusia es el principal productor de cereales del mundo, por encima de Estados Unidos y Canadá. En 2017 exportó 135,5 millones de toneladas de grano, y para 2022 se espera que produzca en torno a 127 millones de toneladas. Ucrania, por su parte, es también un importante proveedor de materias primas agrícolas, en especial de la Unión Europea.
6.-Metales
Rusia y Ucrania lideran la producción mundial de metales como el níquel, el cobre o el hierro. También participan en gran medida en la exportación y fabricación de otras materias primas esenciales como el neón, el paladio y el platino.
El temor a las sanciones a Rusia ha aumentado el precio de estos metales. En el caso del paladio, por ejemplo, el precio actual de negociación es de casi 2 700 dólares por onza, con una subida de más del 80 % desde mediados de diciembre. El paladio tiene múltiples aplicaciones, desde los sistemas de escape de los automóviles hasta los aparatos electrónicos como los teléfonos móviles, los empastes dentales o la fabricación de material quirúrgico. En las primeras horas del conflicto el precio del paladio se situó por encima del oro.
Los que ganan
Aquí la lista se reduce mucho más. Según Picazo, entre los sectores que podrían salir ganando con esta crisis destacan fundamentalmente dos:
1.-El autoconsumo energético
Si ya con los precios en continua subida de la electricidad, recurrir a una instalación de autoabastecimiento energético se había convertido en una inversión más que interesante, ahora, con la crisis energética que se avecina, este tipo de instalaciones se revalorizan. No obstante, empresas especializadas en este tipo de instalaciones como Ezzing aseguran no haber experimentado aún un pico especial en la demanda a raíz del conflicto.
No obstante, no se puede afirmar que el mercado de las energías renovables haya avanzado tanto en Europa como para considerarlo como una alternativa real que pueda compensar la crisis que se nos avecina. Menos aún estando pendientes de resolver un problema macro relacionado con el almacenamiento de este tipo de energías.
2.-Las compañías de transporte de gas
Teniendo en cuenta el reparto equitativo del gas disponible que se pondrá en marca en la Unión Europea, es de esperar que aumente el intercambio y la movilidad de este bien. Parte de esta responsabilidad recaerá sobre las empresas de transporte especializadas, encargadas de distribuir el gas desde las instalaciones de almacenamiento mayorista a los usuarios finales.
El riesgo para todos: la inflación
Es de lo que no se va a librar nadie, ni las empresas ni el consumidor normal. Dado el encarecimiento de las materias primas lo habitual es que las empresas repercutan el gasto mayor en el precio de los productos.
Según una primera estimación realizada por el centro de análisis Funcashttps://www.funcas.es/en/home/, la inflación en España a raíz del conflicto podría pasar de un promedio del 4,6% previsto para este año en las últimas estimaciones a crecer de media en los doce meses del año un 5,6%, un punto más, o si el conflicto perdura, alcanzar la cota récord del 6,5% en promedio.
“Una inflación más elevada erosionaría la capacidad de compra de los hogares y por tanto restaría fuelle a la recuperación del consumo privado, con una incidencia muy importante en el crecimiento. También afectaría a las exportaciones hacia países como Alemania, aún más expuestos que el nuestro a los recortes de suministro de gas ruso. Todo ello sin contar el previsible deterioro de la confianza, factor clave de la inversión empresarial, o el impacto sobre los tipos de interés y las primas de riesgo. Por tanto, de mantenerse las actuales tensiones, la economía española crecería a una tasa significativamente inferior al 5,6% anticipado por Funcas”, es la conclusión a la que llegan.