Es una simple cifra. Pero sobre ella están puestos muchos focos. Se trata de la valoración de una startup. El ‘precio’ que emprendedor e inversor acuerdan para ‘tasar’ un proyecto. En ecosistemas más maduros como el estadounidense, el debate sobre el excesivo crecimiento de estos guarismos está servido. Pero, ¿y en España? El horizonte es bien distinto. No sólo por el tamaño del mercado sino también por el de las compañías.
Para conocer el panorama actual en España, Emprendedores ha consultado a varios de los inversores más activos, especializados tanto en fases más iniciales como avanzadas. Y estas son las principales claves para entenderlo:
¿Para qué sirve la valoración de tu startup?
Todo negocio tiene un valor de mercado. En el caso de las startups, compañías con alto potencial de crecimiento que no cotizan en bolsa, esa cifra cobra más fuerza. Un alto porcentaje de estas firmas han de acudir a la financiación externa para incrementar la velocidad a la que progresan frente a la competencia. Ese capital procede, principalmente, de inversores de capital riesgo que persiguen rentabilizar su dinero gracias a ese importante crecimiento. ¿Cómo? Entrando en el accionariado para, con posterioridad, salir habiendo multiplicado por varias veces su aportación.
Por tanto, esa valoración es la unidad de medida que ambas partes se dan durante el proceso. Fundadores e inversores se repartirán el accionariado de la compañía con esa referencia.
¿Por qué es tan importante para el emprendedor fijar una valoración?
“Va vinculada a lo que más valor tiene para el emprendedor: la posibilidad de no diluirse”. Son las palabras de Carlos Rodríguez-Maribona, manager del fondo Axon Partners, especializado en respaldar a startups más veteranas. Si los fundadores logran defender ante sus inversores un precio alto, tendrán menos riesgo de ceder un peso decisivo en el accionariado de su propia compañía.
Sin embargo, se puede convertir en un arma de doble filo. Fijar una tasación elevada, al igual que ocurre con los productos de la propia empresa, puede hacer que en el futuro el mercado acabe por no comprarlo. “Hay que buscar un equilibrio para no diluirte tanto y perder el control de la empresa, pero haciendo suficientemente atractiva la oferta a los inversores tanto a la entrada como, si puede ser, a la salida”, reconoce Gonzalo Ruiz Utrilla, emprendedor y fundador de Civeta Investment, dedicada a fases semilla.
¿Cómo se establece ese precio?
Es uno de los nudos gordianos de todo el proceso: ¿cuál es el procedimiento para fijar una valoración? Todos los inversores consultados reconocen que, tanto en fases más iniciales como en avanzadas, tiene grandes dosis de negociación entre ambas partes. Y algo más: la ley de oferta y demanda. “Si tienes 100 fondos y todos quieren entrar a valoración 100 millones, quien pone las normas eres tú como emprendedor”, reconoce Iñaki Arrola, fundador del fondo de inversión Vitamina K.
En un mercado global, hay un riesgo intrínseco: mirarse en el espejo de Estados Unidos. “En muchas ocasiones emprendedores tienen como referencia a EEUU y hablamos de valoraciones de un millón o medio millón como estándar para la primera ronda… ¿Pero puedes justificar esa valoración por una startup que comenzó hace tres meses?”, advierte Ruiz.
Pese a todo, sí existen ciertos baremos, menos cuantitativos en los inicios. “En las primeras fases te fijas, básicamente, en expectativas de crecimiento y en el equipo”, recuerda Carlos Blanco,business angel. Y con la evolución de la compañía, llega la actividad, la facturación y, por ende, las métricas. ¿Cuáles son las más usadas? “Depende mucho del sector, de cómo venga la curva de crecimiento de la empresa…”, recuerda Rodríguez-Maribona, quien pone el acento en otra acción importante a tener en cuenta: la comparación con competidores y el resto del mercado.
La facturación, el margen comercial y el coste de adquisición son, a juicio de Carlos Blanco, algunos de los ratios más interesantes en una startup centrada en comercio electrónico. El número de descargas y la inversión para lograrlas se convierten, según él, en dos de los termómetros para una compañía móvil.
¿Las valoraciones en España están demasiado altas?
La duda reside en si, realmente, los precios que se están fijando para las startups en España son demasiado elevados. Y hay opiniones diversas. La mayoría confirma que hay cierta inflación, principalmente, en las edades más tempranas. Y la razón hay que buscarla en el interés que está suscitando este sector entre los inversores. “Hay mucho dinero nervioso que empieza a invertir y lo hace a una valoración que luego es difícil de justificar con el crecimiento”, reconoce Ruiz Utrilla.
Blanco lo describe gráficamente: “Antes, en la primera ronda de financiación, una startup que sólo tenía un Power Point valía 250.000 euros; ahora emprendedores sin haber demostrado aún nada colocan el valor en 800.000 euros”. Para él, ese sobreprecio se sufre en esos primeros pasos, pues en los siguientes hay más criterios para medir. “En fases iniciales, el inversor no profesional pervierte un poco el mercado; en las más avanzadas los que intentan tirar hacia arriba las valoraciones son los inversores previos, pero como no hay tanto capital en España, sigue siendo algo más razonable”, apunta Rodríguez-Maribona.
Con todo, hay voces que descartan esta inflación. Es el caso de Iñaki Arrola, quien pone el acento en un factor decisivo: hoy los proyectos tienen, en una proporción alta, una mayor vocación internacional y, por tanto, más posibilidades para crecer. A ello añade el factor de la mayor diversidad de inversores en el ecosistema: “Hay determinados fondos que antes eran capital general y se fijaba casi la valoración que ellos decían; ahora, o lo firmas más caro o te quedas sin ello”.
¿Cuáles son las consecuencias de un precio elevado?
El emprendedor debe jugar sus cartas a la hora de cerrar la valoración, lidiando con uno de los grandes riesgos: verse atrapado por un precio demasiado alto al comienzo. ¿Por qué? “Puede ser una trampa… Si elevas mucho esa valoración es porque crees que vas a crecer mucho, pero el problema llega cuando no has crecido lo que se esperaba”, reconoce el director de Vitamina K. En muchos casos no alcanzan la segunda ronda de financiación y surgen los problemas de liquidez.
Ante esta realidad, los inversores recomiendan al emprendedor acudir a la reflexión y análisis antes de defender una cifra. “Si yo fuera emprendedor me informaría muy bien sobre cómo está el mercado y la valoración a la que han conseguido financiación otras startups y con qué ratios”, reconoce Ruiz Utrilla.
El futuro: ¿Habrá rebajas?
Tanto en España como en otros mercados mucho más maduros, el debate sobre un posible ajuste de precios está servido. La mayoría confirma que existirá. Aunque no en las dimensiones que se espera fuera. “El tiempo pondrá a todo el mundo en su sitio”, advierte Blanco. Por su parte, el fundador de Civeta reconoce que a medida que haya más experiencia en el sector, reinará la sensatez. “Las inversiones serán, cada vez, más inteligentes y los emprendedores estarán más adaptados a la realidad”, apunta.
En caso de que llegue ese ajuste, ¿será a corto plazo? El manager de Axon Partners lo descarta, aunque sí cree que habrá una rebaja. Una caída que será similar a la de otras épocas en un sector tan cíclico como este. “Cuando la economía empieza a ir bien, todos quieren entrar… Hasta que se la pegan unos cuantos y se quedan cuatro; éstos se aprovechan de valoraciones bajas y otra vez se vuelve a inflar”, concluye.