No se trata de ir en contra de la industria juguetera, sino de ofrecer el alquiler como alternativa económica en espacios donde los niños no puedan ir armados con todo su arsenal de entretenimiento –desde la casa de los abuelos hasta la sala de espera de un médico– y como salida para padres que quieran estimular la imaginación de sus hijos a un coste razonable. Y no sólo con juguetes, también con libros. Se puede plantear únicamente el alquiler de juguetes y libros con valor añadido: juguetes educativos, por ejemplo, o aquellos que fomenten las relaciones con otros niños… ¿Cómo hacerlo? A través de una tarifa plana mensual (por 25 euros, cuatro juguetes, como hace la empresa estadounidense BabyPlays). ¿Sólo para particulares? No. Puedes llegar también a acuerdos con guarderías y colegios, por ejemplo.