Las piezas están bañadas en una aleación propia que resumen en “oro blindado de 18 quilates”, aunque la vida media que ofrecen de sus productos es de 10 años. Igual una garantía algo efímera para ser oro, pero este, el de lo pasajero, parece el concepto que rige una marca cuyo nombre procede de un género de mariposas que vuelan de Brasil a Canadá y, aunque viven muy pocos días, la madres son capaces de transmitir a sus hijas toda la información y la experiencia que necesitan para proseguir la ruta y llegar hasta el final. Un espíritu muy “emprendedor con el que nos sentimos muy identificados”. Por eso y por ser un tocado de pelo en forma de mariposa la primera pieza que creó Jimena Von Knobloch, directora creativa, llamaron a la marca Apodemia
Al equipo fundador hay que sumar también el nombre de Jaime Landeta, CEO, procedente del mundo financiero, trayectoria que se complementa con la faceta puramente artística de Von Knobloch. Entre ambos crearon el negocio con el mínimo posible, los 3.000€ para constituir la sociedad en 2013 y otros 10.000 € que les prestaron sus padres. Más adelante conseguirían atraer inversión de hasta 8 business angels “que se unieron al proyecto y también son accionistas”. Indicativo también de su buena salud los 28 empleados que figuran ya en el equipo y los 7 establecimientos propios que tienen repartidos por Madrid y 1 en Bilbao.
Los orígenes
Antes de disponer de tiendas propias se dedicaron a recorrer ferias internacionales de joyería para dar a conocer su producto y vender a través de ellas. “Gracias a ello conseguíamos financiarnos con el 50% del pago de sus pedidos por adelantado para poder hacer las producciones. Lo que ganábamos lo invertíamos al 100% en seguir creciendo y devolver el préstamo. Por lo que al principio todo se destinaba a acudir a ferias, producir y enviar el producto y poner en marcha una pequeña web en la que enseñar y vender el producto”, cuentan.
Así es como en apenas un año estaban presentes en 50 tiendas de todo el mundo, prueba suficiente para acreditar la aceptación de sus productos en el mercado. Esto les animó a ir reduciendo la distribución y los intermediarios y reinvertir parte de lo ganado en crear su propia red de tiendas. Unos establecimientos que ellos mismos definen como “un universo de ensoñación, vitalidad y energía positiva, gracias al concepto de organoléptica”.
A la búsqueda de la experiencia añaden, como valor distintivo, la innovación en un mercado maduro que ellos introducen acortando tiempos de producción, abaratando costes y aumentando “mucho la calidad de las piezas gracias, en gran parte, a la patente de baño de oro blindado, que nos permite dar garantía a los baños de las piezas”. Todo ello repercute en beneficio del cliente final al que ofrecen “joyería asequible de diseño exclusivo”.