El día que Aldo Narejos se sentó ante un grupo de inversores en el campus de Google for Startups en Madrid lo hizo con el propósito de obtener financiación para desarrollar una app de composición musical rápida. Necesitaba dinero para dedicarse a tiempo completo a su idea de negocio y poder abandonar la forma con la que, hasta ese momento, tenía de ganarse la vida: componiendo canciones por encargo como regalo para terceros.
La vida de Narejos siempre ha estado vinculada a la música. Desde que tiene uso de razón se recuerda componiendo y rodeado de instrumentos. Dispone también de una habilidad especial para hacer composiciones a tiempo real, virtud que puso de relieve en la última edición de los Premios Emprendedores y que quiso aprovechar para promocionar unos cursos de formación musical que se proponía impartir a través de su canal en Youtube, entonces con más de 50.000 seguidores.
Después de fallar con el lanzamiento de la app, tenía que ingeniárselas para conseguir ingresos de otra manera y los cursos online le parecieron una buena opción. Con el propósito de convocar alumnos, una mañana se dirigió a un parque para gravar un vídeo, vio a una pareja y le pedió permiso a la chica para ‘robarle’ el novio unos minutos. Ya aparte, le formuló una serie de preguntas sobre su pareja y a los quince minutos regresó Narejos con una canción dirigida exclusivamente a ella. La joven estalló en lágrimas por la emoción y el vídeo acabó con un romántico beso. Funcionó muy bien y tuvo miles de visualizaciones, el problema es que, en lugar de captar alumnos, que era de lo que se trataba, a Aldo le empezaron a llover encargos de canciones personalizadas para regalar.
Pero ya se dice que la cuerda que separa la casualidad del destino es estrecha. Tal vez por ello quiso la suerte que entre el grupo de inversores del campus de Google se hallara Felipe García-Quirós, fundador y presidente de Pinama Inversiones y uno de esos clientes que le había encargado un tema como regalo a su mujer que le había encantado.
Narejos abandonó ese día el campus con muchos deberes por hacer. Tenía una semana para redactar los dos planes de negocio que le encargó García-Quirós: uno para el proyecto de la app y otro para una posible empresa que escalase la ejecución de temas musicales personalizados. “Ni sabía lo que era un plan de negocio ni tenía idea de lo que era un MVP ni sabía distinguir entre el mercado B2C y el B2B”, reconoce Aldo Narejos.
Ello no fue óbice para que, tras someterse a un proceso de autoformación intensiva, pudiera exponerse de nuevo ante los inversores con el doble plan. Ganó el segundo y así, con los 45.000 euros conseguidos, nació Canciona cuya propuesta de valor radica en hacer canciones que ayudan a las personas a conectar emocionalmente con sus seres queridos.
Casos de uso hay muchos, desde un hijo que quiere agradecer el esfuerzo de sus padres, hasta un aniversario, dar ánimos a una persona enferma, crear un himno familiar o una felicitación por un logro académico o profesional. De todos los tipos los reciben en Canciona donde, hasta hoy, han creado ya más de 50.000 historias únicas a intransferibles en un modelo de negocio enfocado, inicialmente, al público mayoritario.
La forma de contratar el servicio es a través de su página web pudiendo elegir entre distintos planes con tarifas que van desde 80 euros, la más económica, hasta 800 euros.
Del resultado, mejor verlo en uno de sus vídeos:
La máquina de hacer canciones
El equipo de Canciona, que integran en este momento 20 personas fijas y 80 profesionales freelance va a un ritmo de entre 1.000 y 1.500 composiciones mensuales. Antes de alcanzar esta capacidad de producción han tenido que hacer muchas iteraciones hasta dar con el sistema adecuado y optimizar el proceso.
La forma habitual de trabajar es asignar un rol a cada profesional en las distintas fases de la composición, desde la letra hasta los arreglos musicales o la edición. El efecto que producen es el de una especie de factoría en cadena donde cada cual aporta lo mejor de sí mismo. En lo que respecta a los derechos de autor, dice el CEO de Canciona que la parte de la editorial discográfica apenas produce ingresos teniendo en cuenta que son temas orientados al ámbito privado que no genera royalties.
Subraya también Narejos la concienzuda tarea que llevan a cabo a la hora de seleccionar al talento freelance entre la multitud de propuestas que reciben para colaborar. Valga como ejemplo el caso del popular artista Nil Moliner quien durante un tiempo estuvo trabajando con Canciona.
Como profesional de la música durante toda la vida y psicólogo de formación, Narejos se fía de su criterio para elegir al talento colaborador y captar el mensaje que los usuarios quieren transmitir. No debe de andar muy desacertado teniendo en cuenta la valoración que tiene el servicio en Google, con 4.9 puntos sobre 5 de 2.198 opiniones emitidas por los usuarios.
El salto al mercado B2B
Aunque Canciona empezó enfocándose al consumidor final, el éxito de la propuesta les ha animado a dar el salto al mundo corporativo el cual recorre a sus servicios como una herramienta de team building. Así lo han hecho ya empresas como Amazon, L’Oréal o Alsa cuyos trabajadores llegaron incluso a participar en la composición del tema.
El motivo de reclamar el trabajo de Canciona en las organizaciones suele ser el deseo de alinear a la plantilla a la cultura de la empresa y conectar emocionalmente para generar orgullo de pertenencia.
Durante sus cinco años de existencia, Canciona se ha mantenido con los 45.000 euros obtenidos de la financiación inicial y los ingresos que han generado. Sin embargo, entiende Aldo Narejos que ahora que tienen la maquinaria engrasada ha llegado el momento de acelerar la escalada. Para ello, están ultimando una nueva ronda de financiación por valor de 300.000 euros que quieren destinar a acciones de marketing, explorar otras líneas de negocio y abordar la internacionalización, un proceso que no han iniciado todavía aunque compongan temas en todos los idiomas.